Levantarte tarde puede ser todo un lujo. Cuando decidí dejar mi trabajo de oficina y apostar por la vida freelance, lo primero que me propuse fue seguir despertándome a la misma hora. Semanas después, el cansancio de la intensa carga de trabajo empezó a surtir efecto y comencé a presionar snooze múltiples veces por las mañanas. El problema no era ese, si no que si un día me era imposible salir de la cama antes de la 9 am, un terrible sentimiento me invadía: la culpa. ¿Estaba siendo menos productiva? No. ¿Estaba trabajando menos que antes? No. En realidad, estaba trabajando más, entonces… ¿cuál era el problema? ¿Por qué los días que me levantaba tarde me mortificaba tanto?
No fue hasta que conversé con un amigo fotógrafo que, por la naturaleza de su profesión, lleva toda la vida trabajando de forma independiente que pude comenzar a relajarme un poco. Él, entusiasmado por saber cómo me estaba yendo, me hizo un simple comentario: “Lo mejor es poder despertar a la hora que quieras, ¿no?”. Yo, un tanto angustiada, le relate mi conflicto diario para salir de cama a un horario decente y la culpa que sentía. ¿Su respuesta? “¿¡Culpa?! Ya pasarás largas noches en vela, disfrútalo cada que te sea posible”. Ese simple intercambio de palabras me ayudó a relajarme al respecto. Después de todo, saber que alguien está en la misma posición que tú y tiene una vida profesional exitosa, resulta un tanto reconfortarte. Además de que, reflexionando un poco la situación, lo recordé: lo que más odiaba de tener un trabajo de oficina era tener que despertarme todos los días antes de las 7 am. Era un verdadero martirio, así que, si ahora dependía enteramente de mí, ¿por qué no hacerlo a mi manera? Y, siendo sinceras, me encanta dormir.