Por: Camilo Arias
En esta puta ciudad, necesito un respiro, aun siendo un estudiante más del montón, no tiene diferencia así me vaya bien o mal, un buen día o un mal día es cuestión de puntos de vista, porque a veces la vida es una porquería, un mar en un vaso donde te ahogas sin saber cómo caíste en él, hay personas que hacen que tu vida sea una mierda… y luego vienen con la excusa de las relaciones sociales, yo ya no quiero relaciones sociales, las relaciones me gustan más sexuales, me gusta más el calor de un cuerpo que con el mío se funda como dos metales en brazas ardiendo. Yo en mi soledad espero tu llamada pero nunca llamas, me dices que me hablas que quieres charlar, pero yo pienso en callar, todo se calma cuando lo pienso, pero cada uno da lo que recibe, pero uno recibe lo que da, nada es más simple, todo cae sobre su mismo peso, yo aun en la oscuridad prendo un cigarrillo escuchando alguna melodía en el fondo de algún rincón de mi habitación… aun esperando tu llamada, el tiempo paso, y nada, me veo en el espejo de mi oscuro baño de habitación, salgo y contesto el teléfono de la residencia. Aunque pensé en sumirme en mi constante depresión, en mi oscuro tormento de tabaco y ron, pero aun todavía sé que paso mi cuarto de hora, en el momento en que pienso en mi pasado. Sé que comienza una nueva etapa de mi vida, este viejo capullo ya renace y se vuelve mariposa, escucho tu voz en el auricular y pienso que me resuena una voz de tono rosa, de tono dulce, tan dulce que me siento cubierto de chocolate con caramelína y fresas. En el momento que hablo contigo, caen sobre la ventana pequeñas gotas de lluvia que me ayudan a recordar la misma tormenta de pensamientos en la que me sumía noche tras noche, yo hablo y pienso, que a donde van ahora mismo estos tiempos, mis tiempos, ¿acaso se van de mí? se van de aquí y se dispersan como rocío en una mañana de invierno, pero, ¿a donde van?...