Vientos de tormenta, inoportunas nubes obstruyendo lo claro, agónico azul de húmedo día que entristecen pensares y adormecen los sueños, aumentan el tic tac en el reloj del alma, que aceleran los tiempos intranquilos; acucioso el espíritu observa el temporal y establece el contacto con el que el soplo dio, anhelando el auxilio, implorando la ayuda del que todo lo puede.
Y en respuesta, la brisa aceleró sus pasos reclamando a la penumbra su presencia, obligándola a alejarse con su fuerza; y la luz hizo huir a aquellas nubes negras, despertando del coma al azul de los cielos; sonriendo los pensares; despertando los sueños.
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber”. (Salmos 19:1-2)
