En un beso hay intercambio de millones de bacterias

Un beso apasionado propicia el intercambio de hasta 1.000 millones de bacterias de una boca a otra, junto con unos 0,7 miligramos de proteína, 0,45 miligramos de sal, 0,7 microgramos de grasa y 0,2 microgramos de "compuestos orgánicos variados", lo que en criollo significa "restos de comida".

Sin embargo, esos microbios suelen defender celosamente su territorio, por eso, tras el beso, tal y como explica Bill Bryson escritor de libros de divulgación científica en EEUU, en su obra El cuerpo humano: "Los microorganismos anfitriones en las dos personas implicadas en el beso inician una especie de gigantesco proceso de limpieza, y en cuestión de un día el perfil microbiano de ambas partes se habrá restaurado más o menos por completo al que tenían antes de entrelazar las lenguas. Una que otra vez  se cuelan algunos patógenos, y es entonces cuando cogemos un herpes o un resfriado, pero esa es la excepción antes que la regla".

En la Edad Media el beso, como el juego amoroso era reprobable. Por su parte, Sigmund Freud consideraba el beso como perversión en su obra Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, y eso que ignoraban el intercambio de millones de bacterias y microbios.