Sé que para muchas personas solo es mi nueva obsesión, quizás un capricho pasajero, pero solo los que verdaderamente me conocen saben que siempre ha sido un placer recurrente, antes como una cachorra esperaba que alguien más fuerte lo preparara para mí, ahora como una gran leona, me abalanzo sobre mi presa. Algunos lo verán como una aberración, sin embargo, yo sé que más de un ser humano compartirá conmigo este placer pecaminoso.
Y así comienza mi travesía; lo primero es encontrar al que más virtudes tenga. Debe ser el más fuerte, el más grande; Debe tener ojos maravillosos, y su sangre debe resonar dentro de su cuerpo como un gran concierto. Una vez lo he elegido, el me mira y yo lo miro y ambos sabemos en ese momento que él fue hecho con la única intención de cumplir mi propósito.
Lo llevo a casa, le doy las gracias, por el inmenso placer que ha de proporcionarme, (siempre es bueno agradecer, me enseño mi abuelo). Lo admiro, solo de verlo me imagino teniéndolo dentro de mi cuerpo. Claro con la preparación previa que eso conlleva.
Hay un cuarto especial para él, se lo digo muy bajito y le hago entrar, lo poso sobre una mesa, y él se rinde a mí, busco entre mis herramientas, saco un punzón. El me ve, no tiene miedo, me desea, sabe a lo que vino y yo cada vez más ansiosa, procedo a cumplir con mi labor, eso sí, sin demora, sin lastimas más que solo lo necesario, hago un hueco en cada uno de sus ojitos, que maravilloso sonido hace el arma punzo-penetrante al salir de cada agujero, dejo que fluya su líquido vital, y luego entre su placer y el mío, en una hoguera espero que lentamente se abra para mí y mis deseos. Si, así, lentamente llega ese sonido que me dice que está listo que ya no puede más, que ya me dio su vida y su placer es solo mi deleite.
Por ultimo agarro su cuerpo inerte, lo trituro, lo mezclo con algunas otras maravillas, espero pacientemente que esta mezcla llegue a una perfecta combinación. Y lo disfruto una vez más.
Y es que es maravilloso hacerse un arroz con coco.
Fotografía: Nicolas Jannot
Modelo: Caremily Artigas