Intento no perder la luz de mi mente, nos han robado tanto, tanto que sentirse derrotado no es suficiente, no logro entender qué clase de monstruos son capaces de condenar a toda una población a un retroceso social, es desbastador y lamentable, y que de a poco nos sepultan, caminamos con una lápida sobre los hombros, una lápida que llevar a cuestas.
Mientras mis pensamientos se elevan, el llanto resuena haciendo que mi dilema existencial evoque en la soledad, la desesperación tiñe de gris mis emociones y me pierdo. Luchar por entender nunca ha sido objeto de nada, sólo es una necesidad poco racional que me atormenta y me destruye.
Qué clase de debate debemos aplicar para dar a entender que alguien sufre, es tan bizarro alegar por humanidad cuando se es incapaz de ser humano.
Sigo sin comprender esas diferencias que tantos se encargan de señalar, sin abrir los ojos, con sólo el sonar del viento puedo distinguir el dolor y el sufrimiento de una gran parte de la humanidad, el hambre, el frio, el dolor, la tristeza, la enfermedad, la desesperación y el odio.
He estado dilucidando en la idea que gobierna mi pensar, en lo que desdeña mis sueños y destruye mi alma, y no hayo un culpable diferente a lo que representa la sociedad, puesto ella está formada por cada uno de nosotros, el “yo” está de nuevo adueñándose de mi historia y de la de todos, ese vínculo preciado que sostiene la tierra, una secuencia de actos y circunstancias dejadas por el tiempo, la única unidad de medida en nuestra realidad, puesto es lo único que importa, no sé cómo sentirme, he intentado adaptarme, pero es imposible, se me es imposible, siento que no debería estar aquí.
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Pero estoy, más allá del hecho de lo que representa mi personalidad, de quien soy por haber nacido sobre un pedazo de tierra con nombre propio, está la humanidad que sostengo, esa misma que genera pesar a mi corazón, nunca desee sentir tristeza y frustración al ver a lo lejos como mis iguales se masacran y dejan a la vista cuan animales pueden llegar a ser, mostrándome cuan animal puedo llegar a ser.
Animal, no es una mala palabra, pero genera en cada persona un mar de molestia, nos sentimos humillados, inferiores, un golpe letal al orgullo del ser más arrogante del planeta, aquel que grita y señala no temerle a nada.
Aún en la grandiosidad de nuestra época, del apogeo que brinda oportunidad a todos, nos permitimos creer que somos mejores, seguimos creyendo que nacimos primero, que tenemos derecho a maltratar a otros, por no tener un estrato económico y cultural igual al nuestro, por tener una condición física diferente, por ser parte de una religión, a mi pensar son banalidades pobres y sin pensarlo, me asquea ser humano.
Muchos hacen referencia a eso que en algún punto eligieron, se arrepienten, prefieren callar y ocultarse, se lastiman e intenta ser algo qué no son, quizás para encajar, diciendo que no copias en un mundo de copias, llevando consigo esa idea errónea de que no lo son.
Un humano sin historia seria como ser un grano de arena en medio de una inmensa porción de playa, es casi imposible calcular la cantidad de granos que se parecen por tener el mismo corte, sólo una variación producida por la naturaleza los hace diferentes, la indiscutible idea de lo único, esa teoría del yo, no importa cómo se vea, las perspectivas o las circunstancias de los hechos que produjeron la definición, este mundo esta plagado de esa idea, de lo que puedo o no hacer, estar y ser, el yo permite al mundo la corrupción, lo que se entiende por necesito, creo y espero obtener, cada ocasión y situación obligan al humano a decidir lo que necesita o imagina necesitar.
En el centro de mi consciencia sé que no me arrepiento de ser humano, preferiría de forma indudable no haber nacido portando aquello que destila y da sentido a mi ser, no hay método, amor u orgullo capaz de hacerme agradecer mi existencia, la humanidad plantea un hecho de igualdad totalmente falso y todos lo sabemos, nadie respeta si cree que lo están irrespetando, las ideas son puntos de partida, no importa si son erradas o certeras, ellas muestran un camino y está en el sujeto el recorrerlo.
Quiero gritar, pero he descubierto que mi boca esta sellada, no puedo hablar, es increíble el temor que siento y el bloqueo que se genera en mi mente evitando así que me exprese libremente, soy un humano incompleto, es frustrante, no hay nada más que hacer, ni filosofías que seguir, cuando hay hambre se olvida el corazón, los sentimientos se corroen, el saber se olvida, y el hecho de unas manos vacías presenta la oportunidad de llenarlas, sin importar si se ensucian o si se derrama sangre sobre ellas, he aquí el conocer del triunfo del fuerte sobre el débil, una imposición cruel y que rompe el sentir que conduce hacía eso que concentra la moral, la razón y la verdad.
Estoy seguro que no hay luz capaz de brindar un lecho cálido para todo aquel que deja de ser puro, para aquellos que olvidan la idea impuesta de ser buenos, de trabajar y luchar por aquello que se desea.
Ya no hay sonido que escuchar o emitir, no hay luz que ver y definitivamente ya no hay tacto que sentir, sólo un respirar tortuoso y un sabor agrio que contiene por mucho la extensión de lo que significa sobrevivir, pienso en lo que soy, estudio mi conducta y de quienes me rodean, me siento perdido, soy naufrago en un océano de sumisión, el saber radica en el poder y esté a su vez implica control, ¡que treta más sorprendente!, es la forma por la que se rige el mundo.
Intento hallar la respuesta al por qué de mi existir, de mi vivir egoísta y sin sentido, ¿qué buscamos?, ¿amor?, ¿felicidad?, ¿un objeto?, ¿una meta?, ¿un sentir?, ¿qué podrá ser?, y en el silencio, la ilusión del tiempo me susurra lo que tan renuente no me atrevo a aceptar, estamos perdidos, no sabemos que buscamos y por alguna razón hemos confundido el amor como medio para convertirlo en meta.
El saber guía al conocimiento, lo nutre y sin más lo genera, la cadena ínfima que sostenemos muestra a lo mucho quienes somos o quienes seremos, el hecho de una elección hace mucho dejo de motivar a quienes creen tener un sueño, la realidad que vivimos ya no permite mentes libres, estamos sujetos a ese nido de comodidad en el que se nos arranca las alas, en donde nuestros ojos son sellados y donde aceptamos nuestra vida sin alas, no hay razón que despeje la pobreza añorada de un ser, está se filtra y se une a cada célula en el cuerpo humano, la grandeza que asume la naturaleza al mostrar su fuerza implacable desaparece y sólo el tiempo puede tomar control de aquello que puede o no ser parte de la realidad.
No hay forma de comprensión capaz de albergar el perdón y no hay un mártir lo suficientemente tonto capaz de generar un sentido de corrección, no hay temor a la promesa figurada de castigo, caminamos lentamente hacía un precipicio, el camino es forzado y estrecho, cada paso duele más que el anterior, pero no nos detenemos, seguimos sin ver, todos sumergidos en la penumbra más asfixiante que pudiera generar la realidad, caminamos como bestias al matadero, tropezamos, caemos y seguimos.
Estamos tan inmersos en poseer que hemos olvidado lo que realmente nos trajo a este mundo, intento recordar y ver con asombro todo lo que nos rodea, creer en la honestidad, en el honor y el orgullo, en la fe y aunque escasa, en lo que representa un ideal, en aquellos que sueñan con ser protectores y se convierten en héroes, confió en aquellos que procuran el bienestar de un niño y en lo que esconden sus fantasías, en quienes alumbran el camino y soplan alivio.