Denis Villeneuve es un guionista y director de cine canadiense de gran talento. Algunos lo conocen porque es el encargado de la tan esperada Dune y la reciente Blade Runner 2049; pero antes de eso hizo la magistral Arrival y un poco antes Prisoners y Enemy, todas ellas películas de gran factura. Bien, antes de todo esto, estuvo Incendies.

Estrenada en 2010, la película, dirigida por Villeneuve, cuenta la historia de Jeanne y Simon Marwan, hermanos mellizos de origen árabe que viven en Canadá y que atienden a una cita con un notario, jefe además de su recién fallecida madre, Nawal, para leer el testamento que ella les ha dejado. La repartición de los bienes es directa y sencilla, casi escueta, pero las peticiones ligadas al proceso son, cuando menos, curiosas. El notario les entrega dos cartas a los hermanos, dejadas por su madre, que van dirigidas "al hijo" y "al padre". Hasta ese momento, Jeanne y Simon no sólo creían que su padre estaba muerto, sino que desconocían la existencia de ese otro hermano. Jeanne decide entonces emprender un viaje al Medio Oriente para intentar localizarlos y encontrar respuestas a su existencia, pero Simon no quiere saber nada del tema porque su madre, durante toda su vida, fue más una ausencia que un apoyo, más un tormento que un alivio y ni siquiera a la hora de fallecer ha conseguido dejarlos definitivamente en paz.

Comienzan entonces las pesquisas de Jeanne en el Medio Oriente. Como si fuera una detective, armada apenas con el pasaporte de su madre y una foto, comienza a visitar lugares, a hacer preguntas, a buscar algún tipo de pista que le revele alguna información sobre Nawal y a su vez consiga dirigirla hacia su padre - que aparentemente sigue vivo - y hacia su ignorado hermano.

Poco a poco, de lugar en lugar, Jeanne va descubriendo que su madre no era la mujer callada y ausente que parecía ser. O más bien va descubriendo las razones por las cuales su madre actuaba de esa forma. La película entonces comienza a alternar las entrevistas de Jeanne con los locales, maestros, porteros, ancianas, y la acontecida biografía de Nawal: un amante asesinado, una familia que se avergüenza de ella, un hijo perdido, una guerra civil con trasfondo religioso que estalla cuando está en la universidad y finalmente la decisión de radicalizarse, de abandonar las ideas y los libros, para participar activamente en contra de un sector político y social que le hizo promesas que no cumplió. Con su familia lejos, su amado muerto y su hijo engullido por la guerra, Nawal no tiene nada que perder y toma la decisión que cambiará, no sólo el curso de esos quince años que vivió bajo la vigilancia de sus enemigos, sino también el destino de ella y de sus futuros hijos.

Hay escenas desgarradoras

La dirección es fantástica y la fotografía también. Pero además de las actuaciones soberbias de Lubna Azabal, Mélissa Désormeaux-Poulin, Maxim Gaudette y Rémy Girard, lo mejor de la película es su guión, basado en la obra de teatro del mismo nombre de Wajdi Mouawad, en el que además de todo lo que sucede, se pueden encontrar frases como estas:

"Las ideas sobreviven si alguien está allí para defenderlas."

"La muerte nunca es el fin de la historia. Siempre hay huellas."

La narración en paralelo de las dos historias, separadas entre sí por más de tres décadas; el cuidado que se tiene con la información que se entrega en cada escena, hasta que todo cobra sentido casi al final, incluso esa escena inicial con los niños que son afeitados y uno de ellos que se queda mirando fijamente a la cámara; todo es manejado de gran manera.
Es una historia que toca temas delicados e importantes: familia, religión, pasado, historia, política, guerra, refugiados, secretos y en especial, la responsabilidad sobre esos secretos, ¿siempre es mejor saber? ¿tenemos derecho a la ignoracia? O si alguien desconoce un aspecto sórdido de su vida, ¿tenemos derecho a contárselo, a imponérselo en nombre de la verdad? ¿no es mejor, a veces, no saberlo todo?; Incendies tiene escenas desgarradoras con las que es inevitable emocionarse, cosa que se agradece al buen cine, aún cuando esas emociones no siempre sean las más agradables o placenteras. Un excelente drama, doloroso y absorbente. Recomendado.