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Amor de Taladro en el Golfo de México
Esto me sucedió hace algunos años, recuerdo que estaba trabajando en un taladro de perforación, era el supervisor, cuando veo llegar una lancha al equipo, me dirijo hasta el sitio para chequear el material que se iba a pasar a la plataforma, como también veo llegar una linda mujer con rasgos asiáticos, recuerdo que la saludé, sonrió porqué no hablaba español, ni yo tampoco inglés, subió a la oficina del jefe de equipo, se presenta y, al rato, me llaman a la oficina, me dicen que su nombre es Lee, que ella estará trabajando con nosotros 3 meses. Cómo parte de su entrenamiento, ahora tenía un problema más grave: romper las barreras de la comunicación.
Salimos y, le di un recorrido por las instalaciones, ella con su español no muy bueno, yo con mi pésimo inglés, fuimos compartiendo la jornada y pasaron los días, rompiendo el hielo más sin embargo, ya me sentía atraído por ella, pero no quería pasar de lo profesional a lo sentimental, había escuchado que la empresa, por situaciones parecidas, habían despedido a trabajadores.
El cruce de miradas y situaciones en las que me encontraba lleno de grasa en su presencia, un gesto, una caricia comprometedora, como por ejemplo, al secarme sudor, su sonrisa, me hacía fantasear con ella, en su camarote solíamos conversar muchas cosas, ella con unos pantalones cortos y franelillas ajustadas, me hacían creer que lo hacía para provocarme, pero nunca se me insinuó mas allá de solo exhibir su fabuloso cuerpo. En más de una ocasión estuvimos tan cerca que podía sentir como se le aceleraba la respiración y se ponía nerviosa, recuerdo que más de una vez explicándole cualquier actividad tenía que sujetarla, ubicándome por detrás de ella y abrazándola, llegué a tener una erección y sé que ella lo tuvo que notar, pero nunca hablamos de eso.
Así pasaron los días y los meses, yo me sentía frustrado por no haber hecho nada al respecto y no sé qué pensaba ella, pero seguro me veía como un tonto que la respetaba mucho, cuando ella tal vez quería algo más de acción.
En fin, ya ella despidiéndose, me tocó como para mayor tortura, tener que irme a casa como a las 10:00 de la noche con ella, en la misma lancha. La forma de comunicarnos había mejorado, aunque acepto que fue por ella, se le hizo muy fácil el español, ya en el recorrido que nos llevaría a tierra firme y en el que tendríamos que compartir un poco más de 3 horas a causa de una fuerte brisa y una lluvia inesperada. Los rayos alumbraban el cielo, la voz del capitán pidiendo que nos mantuviéramos dentro que, por seguridad, él iba a tener que pararse en un pozo y amarrar la lancha hasta que mejorara la situación, no habían luces internas, la puerta cerrada, había calor, nosotros en braga, se nos acababan las palabras que, a decir verdad estaban de más y ya mis pensamientos eran otros, estaba loco por brincarle encima, arrancarle la ropa, besarla y hacerle el amor, era ese momento o nunca y pareciera que el destino hubiese conspirado a mi favor. En una de esas, el silencio reinó y nos quedamos mirando, la tomé sin pensarlo un segundo más, comencé a besarla, mis manos recorrían su cuerpo, sus piernas con ganas de desvestirla, el temor de que el marino o el capitán entrarán. Con cada caricia, cada beso y con mis manos bajándole el cierre de la braga, mi lengua recorriendo su cuello y su oído, sus quejidos hacían que se me parará de tal manera que sentía que iba estallar, mi mano entre sus piernas pudiendo sentir el calor de su vagina, su fluido, lo quería tener en mi boca, fui bajando lentamente, acariciando sus senos, estrujándolos con mi otra mano y llevándolos a mi boca, sentía su sudor, su cuerpo temblar ante mis caricias, lleve mi lengua hasta abajo y muy dentro de su vagina sentía el olor y el sudor de su cuerpo mientras me abrazaba con sus piernas temblorosas, como si sentirme dentro, ella quisiera, yo haciendo un poco de tiempo en el juego previo, me gustaba y disfrutaba verla así, baje y besé su trasero mientras introducía mis dedos y recorría sus paredes, mi dedo índice queriendo entrar por detrás, la tome fuertemente y la voltee, ella se sujetó en el espaldar del asiento, levantando su pelvis y provocando una placentera penetración perfecta. Tal vez debido a la premura y el nerviosismo, no hayamos durado mucho, nunca más la volví a ver, ella regresó a su país, pero fue la noche más inolvidable, aún recuerdo su rostro, sus facciones delicadas, sus gemidos.
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