Lo esperé.
Lo esperé durante mucho tiempo, fui su amiga, su confidente, la chica que siempre estuvo para él sin importar hora, lugar o mi situación actual.
Que ridícula.
Debí quedarme con el duro pensamiento de que debía hacer a los chicos sufrir, lograr que derramaran lágrimas, que de cualquier situación aunque yo haya sido la culpable salir ilesa logrando hacerme la víctima, lo puede hacer por un lapso de tiempo, pero me retracté cuando llegó aquel chico de ojos azules que durante mis estudios estuvo presente.
Entonces todo volvió, volvieron mis estúpidos pensamientos de que el amor puede ser real, que puedo volver a confiar en alguien si miedo a equivocarme.
Pero me duele decir, que me equivoqué.
Él no era de confiar, él no era apto para portar mi corazón en sus manos. Él simplemente no me quería. Jugo conmigo, de una forma muy sutil, lo hizo tan bien, que muchos dirán que es mentira lo que digo, pero soy yo quien lo viví y realmente lo hizo.
Puedo hasta jurar que lo pensaba cuando besaba mi piel de una manera muy intensa, puedo decir que sabía que me estaba haciendo daño cuando acariciaba mis labios para luego seguir caminando.
Lo sabía, y aun así prefirió seguir viéndome la cara de estúpida.
¿Lo quería?
Lo suficiente como para aceptar que otras fueran sus prioridades, no le reclamaba ningún error, no quería que se sintiera agobiado conmigo.
¿Por qué?
Porque él fue mi sueño de colegio, fue el protagonista de mi película favorita, el chico que siempre desee tener, no quería arruinar las cosas entre él y yo. Quizás por eso escribo este texto con lágrimas en los ojos y mis manos mojadas por tratar de secar esas lágrimas que bajan con desesperación por mis mejillas, porque me siento vulnerable, me siento pequeña, me siento usada y resumiendo todo esto, estoy destrozada.
Arruinó mi sueño de princesa, aquella que encuentra el hombre perfecto y lo nombra su príncipe azul. Pero ese chico que poseía esos luceros hermosos no estuvo ni cerca de ser ese príncipe que siempre imaginé que era, me equivoqué al pensar que él era más de lo que las demás personas decían, porque creí que había algo más que su fachada de chico rudo y bonito.
Dos oportunidades tuvo para romper mi corazón, y en las dos lo logró, me pregunto por qué no le bastó con la primera. Sin embargo pienso que la que se quiso herir fui yo, la responsable de todo esto fui yo, la ingenua, la tonta, la ciega fui yo. Por no creer en las palabras de las demás personas, aquellas que solo querían evitarme este momento de vulnerabilidad, por último solo diré:
Tenían razón...