1
Eres tú la flor bendita
de hermosura sin igual;
eres tu tan exquisita
de gracia primaveral.
2
Fuiste tú la que sembraste
esperanza al moribundo,
y esa flor que le entregaste
le quito un dolor profundo.
3
El aprendió a comprender
que se vive para amar
con dulzura a una mujer.
una mujer singular.
4
El ha visto en tus miradas
todo un mundo de bondad
el va en pos de tus pisadas
buscando felicidad.
5
¿Has visto como te quiere?
¿Cuan triste es su lamentar?
¡ Míralo como se muere!
¡ Ya no lo dejas penar!
6
Vive solo; esta muy solo.
Su vida es la soledad.
Camina de polo a polo
buscando seguridad.
7
Busca en el aire la flor;
también busca en el mar.
Quiere encontrar el amor
que no ha podido encontrar.
8
Mira la estrella y quisiera
encontrar su flor perdida.
¡ Como es dulce la manera
de amar la flor de su vida!
9
Entretanto taciturna
o tal ve malhumorada,
eres una luz nocturna
que ya no le alumbras nada.
10
El quiere de ti la luz
que le enseñe su camino;
y arrojes sobre trasluz
aroma amplia y fuego fino.
11
Que le des en cada beso
parte de tu vida buena
así como él, y , por eso,
te entrega la suya plena.
12
Corre y dale; no la amargues
con la angustia de la huida.
Sujétalo; no lo largues.
No le atormentes la vida.
13
Sujétalo en el regazo
con ternura de una flor.
Con el calor de tu abrazo
dale un abrazo de amor.
14
Dale cien, dale diez mil
besos por cada mirada
con el candor juvenil.
No lo abandones por nada.
15
Que su copa sea tu boca
y tu murmullo, su voz;
y no seas su dicha poca,
y tu Dios que sea su Dios.
16
Que tus labios san colmenas
que le den su rica miel,
con la cual cure sus penas;
haz que tu piel sea su piel.
