
Fotografía propia (LGPhoenix3)
El texto, en la misma medida en que despliega mecanismos cuyos alcances maniobran internamente, también posee una apertura que es connatural a todo lenguaje organizado como enunciado. En la literatura, esta apertura sostiene el vínculo que se establece entre las obras de un mismo autor, de una misma tendencia, de un mismo género, y, en general, de un texto con el universo literario. Apunta Cesare Segre (1985: 664, 665):
Aparte del engaste de un texto en una colección orgánica y las relaciones de derivación, afinidad y contemporaneidad que ligan a los textos en la historia de la cultura, subsisten entre ellos relaciones más sutiles (...) Es muy sabido que los autores de todos los tiempos gustan de apropiarse de fragmentos de sus modelos (tal vez antagónicos), o aludir a ellos de modo tal que, aunque resulte críptica la alusión, sea comprensible a los informados. Pero esta actividad está mucho más extendida de la que deriva de limitarse a comparaciones precisas. Cada obra está escrita transparentando todas aquellas que la precedieron, el trabajo de un texto es parte del trabajo colectivo de todos los textos.Esta condición de apertura cobra particular importancia en un enfoque espacial del discurso narrativo, como ha indicado Julia Kristeva (1981: 119): “las ciencias del análisis poético [se sitúan] (...) en el punto en que se cruzan el LENGUAJE (práctica real del pensamiento) y el ESPACIO (dimensión en la que se articula la significación, por una reunión de diferencias).” El resultado de concebir espacialmente el texto (donde el enunciado se manifiesta, para la autora no es lo mismo) implica considerar una serie de relaciones que definen el enunciado: “(a) HORIZONTALMENTE: el enunciado, en el texto, pertenece al sujeto de la escritura y al destinatario, y (b) VERTICALMENTE: el enunciado, en el texto, está orientado hacia el corpus literario anterior o sincrónico.” Evidentemente se refiere a la apertura significativa del discurso hacia el universo de la comunicación y la literatura. El espacio textual es un espacio heterogéneo (y desde su apertura, también ilimitado, como veremos). El enunciado posee maneras de inserción en el marco más general de los discursos. Esta propiedad ya había sido examinada por Bajtín en Teoría y estética de la novela (1989) como un aspecto consustancial al uso del lenguaje (en el que el lenguaje de la novela es uno más de todos los lenguajes estratificados) bajo la denominación de dialogismo:
[Toda] palabra concreta (enunciado), encuentra siempre un objeto hacia el que orientarse, condicionado ya, contestado, evaluado, envuelto en una bruma que lo enmascara; o, por el contrario, inmerso en la luz de las palabras ajenas que se han dicho acerca de él (....) La palabra orientada hacia su objeto entra en ese medio agitado y tenso, desde el punto de vista dialógico, de las palabras, de las valoraciones y de los acentos ajenos; se entrelaza en complejas relaciones, se une a algunos, rechaza a otros, o se entrecruza con los demás; todo eso modela sustancialmente la palabra (94)En la novela, que pone en contacto permanente enunciados (con los de otras esferas comunicativas, pero también con los internos: voces de los narradores, voces de los personajes), dos discursos, aunque se orienten hacia un mismo objeto no dejan de entreverarse dialógicamente. Esta idea concibe el enunciado novelesco bajo la dinámica de los contrastes perpetuos en los que es palabra viva; en principio, en comunicación consigo mismo y con su contexto verbal, formas mediante las cuales la palabra se integra socialmente. Sobre la reflexión de Bajtín, Kristeva (1981: 15) sienta las bases de su formulación de intertextualidad, a su vez, estrechamente relacionada con la productividad del texto, pero esta última noción será tema de otra Nota crítica. Para ilustrar lo que acá he dicho, amigo, recomiendo que leas el texto cuento "Nieve, cristal, manzanas", de Neil Gaiman, cuyo diálogo intertextual con los cuentos de hadas es apasionante.
Bajtín, M. (1989). Teoría y estética de la novela. (Trad. Vicente Cazcarra y Helena S. Kriúkova). Madrid: Taurus.
Kristeva, J. (1981). El texto de la novela. (Trad. Jordi Llovet). Barcelona: Lumen.
Segre, C. (1985). “A modo de conclusión: hacia una semiótica integradora”. En: Díez, J. (Coord.). Métodos de estudio de la obra literaria. Madrid: Taurus. Pp. 655-681.
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