Dicen que solo se aprende a base de golpes, pero a nadie le gustan los golpes. Dicen que el daño es necesario, pero a nadie le gusta sufrir. ¿Os imagináis a un niño que aprende a montar en bicicleta y se cae? El niño no se levanta decepcionado, ni si quiera siente el dolor de la caída, pues no sabe qué es el dolor. El niño mira a su madre, observa su reacción y según sea ésta, el niño reacciona de una forma o de otra. Si la madre se preocupa y se altera, el niño llora. Si la madre se ríe, el niño ríe con ella. Así de simple puede ser un aprendizaje.

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Nos enseñaron a aprender a través del dolor y el sufrimiento, pero ésta es la forma menos eficiente de aprender. ¿Porqué nos enseñaron así? ¿Quién dijo que el dolor era necesario? Cuando sufrimos una ruptura, un deshaucio o un despido, no podemos sufrir. En cambio debemos entender que eso que nos pasa tiene una razón que en ese mismo momento no podemos entender. Solo el tiempo puede decirnos porqué vivimos las experiencias. Al final, siempre descubrimos que eso que nos pasó debía pasar así. Pero hasta que no entendemos eso, el sufrimiento y el dolor se apoderarán de nosotros.
Aprender es una obligación. Sufrir una elección. La raíz del sufrimiento es el miedo. Cuando vivimos con miedos, aprender nos resulta una tarea muy difícil. Pero cuando vivimos sin miedos, sin culpas y sin vergüenza entonces aprender se convierte en algo tan fácil que se convierte en una adicción!! Y no es que nos entren ganas de estar todo el día aprendiendo cosas nuevas, aunque eso es algo que nunca viene mal, pero es que cuando lo vemos así ya nada nos impedirá comprender los aprendizajes que la vida nos pone delante a través de las situaciones que nosotros llamamos "dolorosas". No hay nada mejor como una situación difícil para aprender.

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Somos mucho más fuertes de lo que nos hicieron creer cuando éramos pequeños. Dentro de cada uno de nosotros se encuentra una fuente de energía que nos aporta la voluntad y la motivación suficientes para superar cualquier tipo de experiencia en nuestra vida. Incluso la muerte nos la podemos tomar a risa cuando comprendemos que todo lo que vemos, oímos y sentimos solo forma parte de un pequeño fragmento de algo que llamamos eternidad. Cuando comprendemos que nada de lo que vemos es real, sino que todo lo creamos nosotros a través de la voluntad y la intención, es cuando nos damos cuenta de que el tiempo es tan solo una ilusión a través de la cual llevamos a cabo los aprendizajes.