―Así dicen todos―dijo el guardabosques―y después terminan destruyéndolo todo, robando los nidos de los más débiles, perturbando el orden.
―Pero yo no soy así, nosotros no somos como usted dice.
De buen gusto me quedaría con los míos, mis padres, mis hijos. Solo necesito recolectar algunas semillas, eso me llevará poco tiempo, luego regresaré, os lo juro.
El guarda hizo silencio, la miraba con desprecio, pero algo de compasión brilló en sus ojos.
Movió su pico lentamente, sacó su negra lengua, sacudió su plumaje verde y dijo:
―¿Cómo te llamas?
Sintió que la vida le estaba dando un hilo de oportunidad.
Suavizó su voz, cambió su plumaje de color, tratando de ser lo menos atractivo posible, opaco, débil, y dijo:
―Ux, señor.
La risotada del guarda atrajo a muchos curiosos que llegaron desde los árboles más cercanos, entonces las risas
Fueron un coro burlesco.
―¿Escucharon?
Dice que se llama Ux, nadie puede llamarse así.
―Perdón, señor guarda, pero ese es un nombre común entre nosotros, los uxianos.
―¿De dónde vienes?―preguntó el guarda― caminando ahora, de un lado a otro de la rama.
―De Trian, señor guardia.
―¿De Trian? ¿Están escuchando?―dice el guarda ―¿Qué puede estar buscando alguien de Trian por aquí?
Dicen que allá están los árboles más grandes del mundo, con semillas dulces como la miel y ríos tan grandes que no caben en la imaginación.
―Sí, es verdad, mi señor, pero hay allá unos espíritus del mal que nos han quitado todo. Nos han condenado a diez años de oscuridad.
Ya no nos queda casi nada, déjeme pasar, por favor. Con las semillas que recogeré plantaré los árboles de la luz y sólo así salvaré a Trian.
―Aunque quisiera no podría―, dice el guarda un poco menos violento.
―Pero, ¿por qué?―dijo Ux suplicante,―ahora con las alas abiertas , y la cabeza gacha.
―Ya me dijiste que no eras un ave migratoria―dice el guarda dándole la espalda ―Solo las aves migratorias pueden cruzar la frontera. Además con esas plumas ridículas en la cabeza llamarás demasiado la atención. Si al menos no tuvieras el pico amarillo, y esas plumas que más bien parecen hojas; no, imposible.
Creo que tu pueblo tendrá que soportar los diez años de oscuridad.
―No vuelva a decir eso, por Dios, nadie merece vivir así. Y piense esto, nosotros estamos seguros de que esos espíritus del mal después que acaben con nosotros, vendrán para acá, no tenga la menor duda― dijo Ux volando alrededor del guarda.
El guarda hizo silencio, cerró los ojos y luego los abrió lentamente, hizo una seña para que todos se fueran, luego insistió ― Esas plumas en tu cabeza…―Ux―valiente y digno dijo ―Yo soy el jefe de Trian, estas plumas representan mi poder, pero si tengo que arrancármelas, me las arrancaré, haré lo que sea, pero mis hijos no morirán bajo la oscuridad.
Ya había arrancado una pluma con su fuerte garra, la sangre corría por su rostro, una lágrima de tristeza brotaba de su alma; cuando el grito del guarda lo detuvo.
―Ya, deténgase―dijo el guarda, levantando su ala derecha.
― Alguien que haga eso por los que ama, no puede ser un ladrón de nidos. Vaya, vuele, busque sus semillas, salve a su pueblo, y es posible que también nos esté salvando a todos, de esos diez años de oscuridad.
―Gracias, hermano lengua negra, gracias por ayudarnos a vencer la maldición de los diez años de oscuridad, cuando las semillas de la luz triunfen en Trian, todo el mundo sabrá de ti ―dijo Ux emprendiendo el vuelo.
Aún una gota de sangre adornaba su cabeza, pero no había dolor ni lágrimas, su plumaje hablaba de esperanza.
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