Hola amigos de Holos&Lotus
Ante todo, quiero agradecer a Iris por su iniciativa Esos duendes que habitan en nuestra mente
El poeta Paul Eluard sentenciaba "todo está en la cabeza". He llegado a comprender que no es así, que existen cosas exteriores a uno mismo. En otras ocasiones sospecho lo contrario, quizás porque una época de mi vida fui adepto al solipsismo del obispo Berckeley.
Mi primer duende travieso es la tendencia al humor de todo tipo: blanco, negro, azul... Creo que tal predisposición la heredé de mi padre. Mi madre solía decirle: no hagas chistes a la gente porque tú no te ríes y la gente cree que hablas en serio. En una ocasión compartía copas de un vino chileno con @restaurador, el día de su cumpleaños. Hicimos un brindis junto con su esposa @lizandra. Después de degustarlo, expresé con "pericia" de sommelier: "Este vino deja un delicioso bouquet de naranja podrida que le da un toque exquisito". La expresión extrañada de restaurador me arrancó una risa porque a diferencia de mi padre yo no puedo evitar reírme. Restaurador y lizandra me siguieron la broma y fue un momento muy grato porque el humor es una dulce mentira compartida que desordena momentáneamente nuestra rutina mental.
El padre de una amiga, al despedirse de una reunión familiar o entre amigos, solía usar la frase automática: "bueno, que se diviertan". Era como un adiós o "hasta luego", sin mucho significado ni importancia. Pero en una ocasión, durante un funeral familiar, soltó la frasecita que decía sin pensar y los parientes del difunto le atravesaron con las miradas. El pobre hombre palideció al percatarse de que su hábito inconsciente le había jugado una mala pasada.
Otro de mis duendes fue a vivir a mi cabeza la primera vez que leí Alicia en el país de las maravillas a la edad de 13 años. Alicia tiene un juego personal: Imaginemos que...
Yo iba por la calle imaginando toda suerte de transformaciones fantásticas.
Imagino que.. las casas tienen pies cuando las personas duermen, sus casas cambian de posición dentro de la ciudad. Todos, por las mañanas, al salir de sus casas, se encuentran en calles distintas, pero lo toman como algo normal.
Imagino que... durante el verano hay una lluvia de piedras al revés o sea las piedras ascienden hacia las nubes por miles y luego se incorporan a los meteoritos que ambulan por el universo.
Imagino que... puedo cambiar mi cabeza con otra persona, incluso con un animal, un perro, un gato, un caballo.
Me abstraigo mucho observando esas imágenes como si fuesen reales. Y en una ocasión no vi una señal de Pare (STOP). Y otra vez, una reja abierta. Los chichones en mi cabeza no fueron muy imaginarios, créanme.
Otro de mis duendecillos es aquel que se ocupa de literaturizar la realidad. Invento historias a las personas, sean amigos o desconocidos.
Una chica que pasaba caminando rápido y con expresión atribulada, iba a romper el romance con su novio francés. Como en efecto, la muchacha se detuvo frente al cine y comenzó a charlar con un hombre evidentemente conocido para ella, me dio pie a imaginar que le estaba notificando que ya no regresaría a Francia y se tomaría un año sabático en la isla. Después, la chica y yo nos hicimos buenos amigos. Al cabo de un tiempo, durante una visita al Mejunje, entraron unos extranjeros. En la confianza que otorga la amistad le pregunté a mi amiga cómo se había tomado la ruptura aquel antiguo novio francés.
-Francés? -replicó. "Nunca he tenido un novio extranjero. ¿Por qué me preguntas eso?".
Recuerdo que sentí un poco de extrañeza cuando la memoria convirtió el mito en realidad.
Bugs Bunny
"Creo que tuviste un falso recuerdo, Doc"
Dejé para el final un recuerdo que durante muchos años pensé era un "falso recuerdo" provocado por mi hábito de soñar despierto. Durante la década de los 80, los niños cubanos veíamos en la tele dibujos animados de procedencias húngara, búlgara, polaca, checa y rusa, pero que se englobaban en el habla popular bajo la etiqueta genérica de "muñequitos rusos". También vimos Voltus 5 y Mazinger (Japón), y disfrutamos las peripecias de los amigos de Mickey Mouse (Donald Duck, Pluto, Tribilin) y la pandilla de la Marvel y Hanna Barbera (Batman, el Oso Yogui, Jana, los Transformers). Menciono los "muñequitos rusos" porque es una influencia cultural extraña dentro de la cultura pop latinoamericana.
El hecho es que décadas después, cuando comentábamos entre amigos las aventuras de Fantito, La princesa rana, El antílope dorado, Pedrito el policía, el dragón Zuzú, entre otros, yo preguntaba: ¿Recuerdan a Áladar Mezga? Mis amigos revisaban sus archivos mentales. No encontraban nada. Áladar era un niño violinista que escondía una nave espacial inflable dentro de la cartuchera de su violín. Sostenía entretenidos diálogos con su perro y durante las madrugadas, inflaba su nave sobre la azotea de su casa y partía en compañía de su mascota parlante hacia aventuras que ocurrían en extrañísimos planetas. Era una serie animada. Mis amigos podían olvidar un catoon independiente, pero ¿una serie completa? No lo creía posible. Ahora hay miles de series disponibles en Netflix y otras plataformas, pero en los 80 (sin internet y donde las caseteras eran un privilegio), los niños solo veíamos dibujos animados por la tele a las seis de la tarde. Ocasionalmente en los cines.
Pero nadie recordaba a Áladar. Indagué por el personaje en diferentes reuniones y distintos amigos y familiares. Nada. Por mucho tiempo pensé que se trataba de otro recuerdo falso. Cuando tuve acceso a internet suspiré aliviado al encontrar imágenes del niño astronauta que recorría una galaxia fantástica vestido con su pijama.
Humorito, Alicia, Cuentacuentos, y "Falso" Recuerdo son algunos de los duendes que se pasean por el interior de mi cráneo. Con ellos me he divertido, pero también he pasado varias penas y temores.
Amigos, si desean tener una vida ecuánime y pacífica y se encuentran a estos duendecillos ambulando por los recovecos de su mente, no lo duden: huyan. ¡Huyaaaan! (Ahora me estoy riendo)
EN INGLÉS
If you see these golblins, RUUUN!
Hello friends of Holos&Lotus,
I want to thank Iris for her initiative Those Goblins That Inhabit Our Mind. The poet Paul Eluard once declared, "Everything is in the head." I’ve come to realize that’s not entirely true—there are things outside ourselves. At times, though, I suspect the opposite, perhaps because I once dabbled in the solipsism of Bishop Berkeley.
The Fool from Tarot
My first mischievous goblin is my tendency toward all types of humor: white, black, blue... I think I inherited this trait from my father. My mother used to tell him: "Don’t make jokes to people because you don’t laugh, and they’ll think you’re serious." Once, I shared glasses of Chilean wine with @restaurador on his birthday. We toasted with his wife, @lizandra. After tasting it, I remarked with "expert" sommelier flair: "This wine leaves a delightful bouquet of rotten orange, giving it an exquisite touch." Restaurador’s puzzled expression made me burst into laughter—unlike my father, I can’t hold back my giggles. Restaurador and Lizandra played along, turning it into a delightful moment. Humor is a sweet, shared lie that briefly disrupts our mental routines.
A friend’s father would always say, "Well, have fun!" when leaving family gatherings. It was his automatic goodbye. But once, at a family funeral, he absentmindedly dropped the phrase. The deceased’s relatives pierced him with their stares. The poor man paled, realizing his unconscious habit had backfired.
Alice or the Mad Hatter
Another goblin moved into my head when I first read Alice in Wonderland at age 13. Alice plays a personal game: "Let’s imagine that..."
I’d walk down the street imagining fantastical transformations:
Imagine... houses grow feet while people sleep, shifting positions within the city. Everyone wakes to find themselves on different streets, but they accept it as normal.*
Imagine... a reverse rain of stones in summer—thousands ascending to the clouds, joining meteorites wandering the universe.
Imagine... swapping heads with another person, or even an animal—a dog, cat, or horse.
I’d get so lost in these images that I once missed a stop sign. Another time, I walked into an open gate. The bumps on my head were far from imaginary, believe me.
The Storyteller
Another goblin is the one that "literaturizes" reality. I invent stories for people, friends or strangers alike.
A girl walking briskly with a troubled expression? She was about to break up with her French boyfriend. When she stopped at the cinema to talk to a man, I imagined her announcing she wouldn’t return to France and would take a sabbatical on the island. Later, we became friends. Months after, at Mejunje, some foreigners walked in. Feeling bold, I asked her how her ex-boyfriend had taken the breakup.
"French?" she replied. "I’ve never dated a foreigner. Why?"
I felt a strange disconnect as my fabricated memory blurred into reality.
Bugs Bunny
"I think you had a false memory, Doc"
I’ll end with a memory I long thought was "false," born from daydreaming. In the 80s, Cuban kids watched Eastern European cartoons (dubbed "Russian cartoons"), Japanese shows like Voltus 5 and Mazinger, and classics like Disney’s Mickey Mouse or Hanna-Barbera’s Yogi Bear. Yet, decades later, when reminiscing with friends about Fantito or The Golden Antelope, I asked: "Remember Aladar Mezga?" Blank stares. Aladar was a boy violinist who hid an inflable spaceship in his violin case, chatting with his dog and exploring bizarre planets at night. How could everyone forget a whole series?
Years later, the internet proved me right—Aladar existed! I sighed in relief seeing images of the pajama-clad astronaut boy.
Mézga Aladár
Humor, Alice, Storyteller, and "False" Memory are goblins roaming my skull. They’ve brought joy, but also fear and pain.
Friends, if you crave peace and stumble upon these goblins in your mind—run. RUUUN! (I’m laughing now.)