Ser hija única, una difícil tarea que se lleva con amor / Being an only child, a difficult task that is carried with love[ESP-ENG]

Hola por acá, hoy quiero compartirles algo que me ha venido pasando y que seguramente muchos se podrán identificar. Soy hija única y es difícil. Además, soy mamá soltera de una niña de cuatro años, que también es difícil. Sin embargo, me refugio en las cosas buenas y bonitas que pasan cada día, en Dios y en el amor que siento por mi familia, porque si algo de verdad es muy fácil es amar ellos tres.

Tengo 35 años recién cumplidos. El 28 de noviembre fue mi cumpleaños y este año no hubo torta, no hubo celebración. Lo que sí hubo fue un increíble agradecimiento de mi parte a Dios y a la vida por poder pasar ese día cuidando a mi papá en hospital y que estuviera con vida. Le agradecí que mi hija cada día está más grande, sana, inteligente y hermosa. Agradecí la fortaleza que ni mi mamá sabía que ella tenía.

El trío

Voy a contarles un poco de nosotros, mi papá y mi mamá se conocieron cuando ambos estaban en la universidad. Mi papá caraqueño, hermano del medio, sociable, muy sociable fue a una fiesta de unos amigos de toda la vida. En esa celebración conoció a una oriental, la menor de seis hermanos que años antes se había ido a la capital porque su papá falleció y todas sus hermanas ya tenían su vida hecha.

Empezaron a hablar por teléfono y así poco a poco fueron conociéndose. Mi mamá estudiaba medicina y tenía una beca. Mi papá estudiaba derecho y comenzó a trabajar en tribunales, algo que lo hizo desistir de seguir en la carrera. Sin embargo, el amor que ya se tenían era grande. Pasaron 5 años entre altas y bajas, con una familia que no aprobaba la relación y la otra que pensaba que se había ganado un miembro más.

Se casaron y a los dos años llegó yo, producto de una dieta a base de grasas. Cuando nací solo tenía mi primer nombre Ariana. Ese lo escogió mamá, era el nombre de la protagonista de una novela que ella veía (y vaya que mi vida ha sido una novela). El segundo lo escogió papá Alegría porque fui su mayor alegría en la vida.

Crecí rodeada del amor de ellos, incluso un poco de sobreprotección. Mi mamá siempre estaba trabajando y mi papá estaba ahí como papá pollito. Sin embargo, ambos me dieron las herramientas para defenderme, para ser alguien. Me inculcaron valores, respeto, amor. Estudié, me gradué, viajé, me divertí, disfruté mi vida gracias a ellos.

Pero siempre fuimos tres personas y con los años se sumaron dos perritos, a los que sentí como mi hermano y sobrino respectivamente. Toda mi vida me la llevé súper bien con mi papá, era y es mi mejor amigo, salíamos hasta a rumbear juntos. Con mi mamá encontraba la calma. Ahora 35 años después seguimos siendo tres, pero con una adición mágica.

Un trío de cuatro

Hace cuatro años llegó a mi vida mi hija, la luz de mis ojos por completo. Ella se ha convertido en el amor y el motor de todos en casa. Al año de su nacimiento, su papá y yo terminamos. Así que ella se ha criado conmigo y sus abuelos maternos. Desde que mi papá y ella se conocieron (mi hija nació en otro país) hicieron una conexión inmediata que hasta el día de hoy sigue.

María Angélica es una niña espontanea, sociable, hermosa, súper inteligente, con esa chispa con la que se nace. Ella logra meterse en el bolsillo a todo el mundo que la conoce y obvio sus abuelos no son la excepción. Todas las discusiones que no tuve con mi papá ni siendo adolescente, ahora las tengo por ella. Aunque en realidad me hace muy feliz saber que la aman tanto como yo la puedo amar.

Hace poco también llegó a nuestras vidas la pequeña giganta Sisudatu, más conocida como Sisu. Es la cachorra de mi cachorra como les digo y vino a alborotar toda la situación. Ella y María Angélica son muy parecidas, unas niñas chiquitas que se ven enormes, bruscas, rudas y a la vez sensibles y miedosas. Inventoras como ellas solas.

Lo cierto es que nuestra vida cambió con la llegada de María Angélica y ya no somos un trío, somos un cuarteto. Y como dice mi hija, con Sisu somos cinco.

¿Por qué ser hija única es difícil?

Cuando tenía como 10 años operaron por primera vez a mi mamá de la columna, aunque esa vez yo tuve que ayudar en casa, no tuve que quedarme en la clínica. Sin embargo, cuando tenía como 12 años, a mi papá le da su primer ACV. Mi mamá ya operada de columna, no podía quedarse en los muebles de la clínica. Así que se tuvo que hablar para que yo pasara las noches con mi papá el tiempo que pasó hospitalizado.

Mi mamá iba en las mañanas con mi uniforme y el desayuno y yo me iba al liceo. Esa fue la primera vez. Después de eso en un período corto, a mi papá le repitió tres veces más el mismo cuadro, ACV isquémico. Todas las veces, estuve ahí y obvio no me pesaba y mucho menos me pesa. Al darle el segundo de estos eventos, quedó con una hemiplejía izquierda, usó bastón, tutor y fue una recuperación lenta.

Cuando cumplí 18 años, mi papá decidió dejar el bastón. Dijo que él no me iba a poder defender con un bastón en la mano. Se cayó mil veces y mil y una se levantó. Mi papá siempre ha sido mi ejemplo de fortaleza, de reinventarse, de salir adelante.

A mis 20, operan a mi mamá por segunda vez de la columna. Ya vivíamos en Guarenas y la operación fue en Caracas. Lo más sencillo era que mi papá bajara y subiera y yo me quedara con ella. Después vino una histerectomía total, ahí también estuve yo.

A principios de este año, a mi papá le da su quinto ACV. Él no quería ir al médico, no quería tratarse. Mi papá es una persona difícil de por sí. Increíblemente su recuperación fue buena, rápida. Sin embargo, hace unos meses empieza con problemas de azúcar. Se empezó a deteriorar, pero no dejaba ni por un segundo de pararse y seguir con su vida.

Hace dos semanas le dio un sexto ACV. Nosotras no estábamos en casa, era una de las pocas veces que no salíamos los cuatro. Lo llevaron a un hospital, en el cual no le prestaron la atención de verdad requerida. Aunque agradezco que lo trataron de mantener estable. Esos días en ese hospital es algo que no le deseo a nadie, absolutamente a nadie.

Falta de medicamentos, suciedad, malos tratos, de verdad que es de las peores experiencias en mi vida. Logramos trasladarlo a otro hospital público también, pero la respuesta fue mucho mejor. Ahí pasó unos días más y fue dado de alta.

Tenemos una semana en casa y no sé si es porque no le administraron medicinas para oxigenar su cerebro desde el principio; pero, esta vez mi papá no es el mismo. Quedó igual que con el segundo con una hemiplejía izquierda, esta vez más leve. No obstante, sus actitudes, su forma de ser, su lucha ya no es la misma.

Solo han pasado pocos días ciertamente y confío plenamente en Dios en que mi papá saldrá adelante, porque es fuerte. Aunque tengo que poner los pies en la tierra, y saber que a lo mejor su recuperación no va a ser completa.

El amor es lo más importante

Cuando uno es hijo único tiene que hacerse responsable, tiene que asumir. A veces no entendemos lo que está pasando, porque vamos de ser los consentidos a tener que consentir. Además, tener una paciencia enorme.

Ser hijo único no solo se trata de estar en los momentos de salud como comenté anteriormente. Se trata de las celebraciones, de compartir, de tenerlo todo y después de grande querer ofrecerle todo a tus padres.

Sé que, en esta vida, uno no trae hijos al mundo para que se encarguen de uno cuando uno esté mayor o enfermo. Pero si tus padres te dieron todo dentro de sus posibilidades, te dieron herramientas para que fueras una persona preparada, fuerte y con valores, te dieron felicidad, te enseñaron y sobre todo te dieron amor; entonces es normal que tú ya de grande les quieras dar lo mismo o por lo menos una parte de lo que ellos a ti.

Yo no me siento obligada, sino que me siento agradecida con mis padres. Sé que tienen sus defectos, que hemos pasado por muchas cosas y así como ellos han estado para mí, yo estaré para ellos. Incluso en los días difíciles como hoy, que no he podido dormir. Incluso cuando esté muy cansada, incluso cuando me respondan mal, incluso cuando no tengamos o tengamos de sobra, yo voy a estar ahí, porque los amo con mi vida entera.

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