¡Hola comunidad de Hive! 🌊☀️
Por acá vengo de nuevo a traerles un pedacito de mi corazón en forma de experiencia. Quiero compartirles cómo fue mi última salida a la playa San Luis, en Cumaná, una ciudad que tiene el privilegio de estar abrazada por el mar y el cielo, y que nunca deja de sorprenderme con sus paisajes.
La ocasión fue especial: el cumpleaños del amiguito de mi hermano, un niño muy extrovertido que merecía un día lleno de alegría, arena y olas. La celebración fue íntima pero muy divertida, y tuve la suerte de compartirla con personas que aprecio mucho. Entre ellos estaba la hermana del cumpleañero Isabella, quien además es mi amiga desde muy pequeñas, así que ya se imaginarán lo bien que la pasamos juntas.
Desde que salimos rumbo a San Luis, el ambiente era de emoción. Todos estábamos contentos, hablando, cantando en el camino y esperando disfrutar del mar. Al llegar, el lugar estaba radiante: el sol brillaba con fuerza, el cielo estaba hermoso, y la brisa del mar comenzaba a darnos paz.
Aunque estábamos en una playa, al principio no queríamos bañarnos. No sé si era la pena, el agua algo fría, o simplemente las ganas de disfrutar fuera del agua, pero decidimos quedarnos en la orilla jugando, conversando y tomando fotos. Nos pusimos a ver cómo todos los niños corrían por la arena, se reían y se metían con emoción al agua, que hasta los adultos estaban disfrutando de bañarse. Eso nos empezó a contagiar poco a poco esa vibra playera que termina ganándole a todo.
Después de un rato, algo cambió, la playa nos estaba llamando. Miramos el mar, que estaba tranquilo y hermoso, nos miramos entre nosotras… ¡y decidimos lanzarnos sin pensar más! Y sin duda fue una gran idea. El agua estaba deliciosa, nos reímos muchísimo, hicimos competencias de nado, jugamos como si fuéramos niñas también, y esa sensación de libertad que da el mar se apoderó de nosotras.
Mientras el día avanzaba, comimos algunos snacks que habían llevado: empanadas, tequeños, pepitos, jugos, y por supuesto, torta para el cumpleañero. Los niños estaban felices, los adultos relajados, y entre música, sol y olas, se fue creando uno de esos recuerdos que uno guarda con cariño.
El atardecer fue un espectáculo aparte. El cielo comenzó a teñirse de tonos naranjas y dorados. Nos quedamos en silencio por unos minutos contemplando el paisaje. Era como si el sol se despidiera con una obra de arte, dándonos las gracias por haber disfrutado el día. Las fotos que tomamos ni siquiera le hacen justicia a lo bonito que fue.
Al final, nos fuimos con la piel salada, el corazón contento y la promesa de repetir esa salida pronto. Y es que hay algo en el mar que sana, que conecta, que alegra. San Luis nos regaló un día increíble, lleno de sorpresas y momentos simples pero inolvidables, y el niño disfrutó de un lindo cumpleaños.
Gracias por leerme amigos! Espero que este post les transporte aunque sea un poquito a ese rinconcito playero de Cumaná. ¡Nos vemos en el próximo post! 🐚🌅💙
Hello, Hive community! 🌊☀️
Here I am again, bringing you a little piece of my heart in the form of an experience. I want to share with you what my last trip to San Luis Beach in Cumaná was like. Cumaná is a city that has the privilege of being embraced by the sea and the sky, and it never ceases to amaze me with its landscapes.
The occasion was special: my brother's friend's birthday, a very outgoing boy who deserved a day full of joy, sand, and waves. The celebration was intimate but very fun, and I was lucky to share it with people I care about deeply. Among them was the birthday boy's sister Isabella, who has also been my friend since we were little, so you can imagine how much fun we had together.
From the moment we set off for San Luis, the atmosphere was electric. We were all happy, talking, singing on the way, and looking forward to enjoying the sea. When we arrived, the place was radiant: the sun was shining brightly, the sky was beautiful, and the sea breeze began to give us peace.
Although we were at the beach, at first we didn't want to go swimming. I don't know if it was the hassle, the slightly cold water, or simply the desire to enjoy ourselves out of the water, but we decided to stay on the shore playing, talking, and taking pictures. We watched as all the children ran across the sand, laughing and excitedly jumping into the water, and even the adults were enjoying swimming. Little by little, we began to feel that beach vibe that ends up winning over everything.
After a while, something changed, and the beach was calling us. We looked at the sea, which was calm and beautiful, we looked at each other... and we decided to jump in without thinking twice! And it was definitely a great idea. The water was delicious, we laughed a lot, we had swimming competitions, we played like we were kids too, and that feeling of freedom that the sea gives you took hold of us.
As the day progressed, we ate some snacks that had been brought along: empanadas, tequeños, pepitos, juices, and of course, cake for the birthday boy. The children were happy, the adults relaxed, and between music, sun, and waves, one of those memories that you cherish was created.
The sunset was a spectacle in itself. The sky began to turn orange and gold. We stood in silence for a few minutes contemplating the landscape. It was as if the sun was saying goodbye with a work of art, thanking us for enjoying the day. The photos we took don't even do justice to how beautiful it was.
In the end, we left with salty skin, happy hearts, and the promise to repeat that outing soon. There is something about the sea that heals, that connects, that brings joy. San Luis gave us an incredible day, full of surprises and simple but unforgettable moments, and the boy enjoyed a beautiful birthday.
Thank you for reading, friends! I hope this post transports you, even just a little bit, to that little beach corner of Cumaná. See you in the next post! 🐚🌅💙
Fotos editadas en: |Photos edited in | Canva
Traducción con | Translation with| [DeepL](www.DeepL.com/Translator (free version)