Mi eterno refugio
Cuando pienso en refugio, me imagino un lugar donde puedo estar protegido de las inclemencias de la naturaleza (lluvia, inundaciones, vientos y huracanes), pero también de personas que quieran atentar contra mi vida.
En la Palabra de Dios podemos ver como uno de esos refugios se ejemplifica con la roca. Dios es esa roca que te da el refugio necesario, para continuar en la vida. Y puedes hallar siempre descanso y seguridad en Dios, porque Dios puede ser tu morada, viviendo una vida de comunión con Él. Si confías en Él, puedes recurrir constantemente en oración, sabiendo que no te fallará.
Poder recurrir a alguien y tener la certeza que puedes obtener refugio, sólo es en Dios. Otros te pueden fallar. Y saber, que a Dios puedes recurrir las veces que desees y obtener refugio, es verdaderamente una bendición.
Las rocas sirven para uno esconderse del enemigo, y en la antigüedad las personas huían a sitios rocosas para esconderse del enemigo. Así es Dios para con nosotros, esa roca donde podemos escondernos del enemigo y estar completamente seguro que allí nada nos pasará.
Poder recurrir en cualquier momento, puede darnos seguridad que nada nos pasará. Las 24 horas al día está disponible, a nuestra disposición.
Para escapar de un torrencial aguacero, necesitamos un techo, que nos de refugio, para estar seguro de ese aguacero. Así cuando sientas que no puedes más, sin fuerza, el Señor es tu refugio en ese momento, es ese techo que te cubre de ese aguacero que estás pasando en tu vida.
Hoy te invito a que tengas a Dios como esa roca de refugio que es para nuestras vidas.