Today is Monday, and for once, it feels calm. Normally, Mondays come with that rush, school schedules, noise, and a to-do list that never seems to end. But today, I don’t have any school programs. No classes at school until tomorrow, so it Just me and my little space.
Living alone in a self-contain apartment teaches you a lot. You become the cleaner, the cook, the peacekeeper, and your own boss all in one. Nobody is going to do anything for you. So this morning, instead of just lying around, I decided to take care of my space.
I started with my bed. The sheets had been there for a while and they needed to be changed. There’s just something about fresh sheets that makes your whole mood better. I pulled off the old ones, folded them, and kept them aside for washing. Gave the mattress a little shake too, just to air it out. Then I spread a clean set of sheets that smelled slightly of detergent. That alone already made the room feel new again.
Next, I went to the bathroom. Not gonna lie, cleaning the toilet is never fun. But it has to be done. I got my brush, bleach, and sponge, and got to work. I scrubbed the toilet, the sink, the floor. It took a bit of time, but when I was done, the place smelled fresh and citrusy. Definitely better than how it started.
After that, I picked up my broom and swept the whole room. Under the bed, behind the door, those little corners where dust likes to gather. I played some Burna Boy and five album from Davido in the background to keep the vibe alive, and before I knew it, the sweeping was done.
Then came the mop. Warm water, some disinfectant, and a little elbow grease. Mopping always feels like the final step that brings everything together. The floor had a nice little shine when I was done, and I just stood there looking around like, “Yeah, I did that.”
There’s something peaceful about cleaning your space. It clears your mind, helps you feel more in control. I opened the window to let in some fresh air, sat down, and took a moment to just breathe. Everything felt lighter, calmer.
Today wasn’t anything fancy. I didn’t go out. I didn’t have a big achievement. But cleaning my little space felt like a small win. And sometimes, that’s more than enough to start the week on a good note.
All images are mine
Cómo yo y mi pequeño self-contain comenzamos la nueva semana
Hoy es lunes, y para ser sincero, se siente tranquilo. Normalmente los lunes son un corre-corre. Que si la escuela, que si la limpieza, que si mil cosas. Pero hoy no hay nada de eso. No tengo que hacer ninguna actividad escolar hasta mañana. Solo estoy yo y mi espacio.
Vivir solo en un self-contain te enseña muchas cosas. Te conviertes en el que limpia, el que cocina, el que organiza todo. Nadie va a hacer nada por ti. Así que esta mañana, en lugar de quedarme tirado en la cama, decidí arreglar mi entorno.
Empecé por la cama. Ya tocaba cambiar las sábanas. Hay algo especial en acostarte en una cama con sábanas limpias. Quité las viejas, las doblé y las dejé aparte para lavarlas más tarde. Sacudí un poco el colchón, y luego puse unas sábanas limpias que todavía olían un poco al detergente. De inmediato, el cuarto se sintió más fresco.
Después fui al baño. No te voy a mentir, limpiar el inodoro no es lo más agradable del mundo. Pero hay que hacerlo. Cogí el cepillo, el cloro y la esponja y empecé a fregar. Lavé el inodoro, el lavamanos, el piso… todo. Me tomó algo de tiempo, pero cuando terminé, el baño olía a limpio. Un olor cítrico que me hizo sentir que valió la pena.
Luego agarré la escoba y barrí toda la habitación. Debajo de la cama, detrás de la puerta, esos rincones donde siempre se esconde el polvo. Puse música de fondo, Burna Boy sonando bajito, y eso me ayudó a meterme en ritmo. Cuando me di cuenta, ya estaba todo limpio.
Después pasé al trapeador. Agua tibia, un poco de desinfectante y a darle. Trapear es como el toque final que hace que todo se sienta completo. El piso quedó con un brillito leve, y me quedé un rato parado viendo el resultado con una sonrisa.
Hay algo muy relajante en limpiar tu propio espacio. No solo es higiene, también es paz mental. Abrí la ventana para que entrara un poco de aire fresco, me senté, y me sentí bien conmigo mismo. El ambiente se volvió más ligero, más tranquilo.
Hoy no hice nada fuera de lo común. No salí, no logré un gran objetivo. Pero limpiar mi pequeño cuarto fue una pequeña victoria. Y a veces, eso es todo lo que uno necesita para empezar la semana con buen ánimo.