First, thanks to @miriannalis for inviting me to participate in this interesting #ThoughtfulThursday 43 initiative within the #ThoughtfulDailyPost community. I confess, I had already considered it, but prevented by the implicit challenge, I only traced it in general ideas, already recursive since my teenage years, when one tries to imagine the course of destiny. I remember asking myself at the age of fifteen basic questions such as: Where do I come from, and where am I going? I never questioned myself about the why. Of course, as @miriannalis rightly points out, it is necessary to distinguish it from the why, that is, from the purpose of life itself. Excuse me for the redundancy ex profesa.
Now, at almost sixty years of age, and already in retirement from my responsibilities in my profession in society (chosen in my first steps), I realize that I have ignored such a question by taking for granted that one is, and not why one is. What an ontological problem, a philosopher of gnosis would exclaim, as of the strictly rational! You see. I did not ask myself: Who am I? By the choice of the social role, it is believed to settle the problem of identity. Moreover, by chance, I answered, tacitly, the question of where I come from. From my parents and society. What was the point of breaking my head? There was only one thing left: where would I go? The easy answer: to acquire a trade or profession until I retired, and live the golden years of the collective imagination.
However, not everything is as it is painted, nor imagined. Since those early answers (I suppose everyone will have similar variants in their wonderful existences), wrapped in daily life and subsistence, barely touch the sublime existential and arcane magnitudes.
Often, I look closely at people in the street, and I wonder: How will their lives be? Will they be so dissimilar to mine? And then, I marvel as I consider my intimate surroundings, those who share with me daily, and understand that they are universes of possibilities, which no matter how hard I try, I will never fully understand, always in motion, even in apparent routine. They are there, so close and yet so far at the same time.
You know, my friends on the road! Even science, today so overvalued and exalted, resorts, at the most, to axiomatic arguments for existential matters, leaving the tricky problems to philosophy and religion, each day more and more diminished. Of course, the most daring ones try to reduce everything to the strictly material, where spirituality has no place. He sensed that these technocratic idealists are doomed to fail in the attempt.
In any case, I am sure that everyone (if he/she proposes to do so) will have to answer the question of why he/she is here. By the way, I recently heard or read in a cursory way, I don't remember exactly, the idea that the universe is conscious of itself. Then, I thought about the dynamics of fractals and saw the whole as expressions to scale, where the minute has the same shape as the immense to the eye of an observer. But how can one observe oneself? Simple, with the use of understanding and imagination. Will my cells be aware of them? They are born and die in the universe to which they belong, in me. Yet how far I am from being a supreme consciousness for my cells, and unable to change their destiny!
Why am I here? What is the purpose of my existence? I don't know, and I certainly won't know for sure, at least at this stage of my existence. Perhaps, like my cells that sustain me, like yours sustain you, we are all there for the universe to exist by an inaccessible design of an incontingent entity beyond our comprehension. I imagine a being beyond nested consciousnesses. You see, because science is a little shy about it. It will give you an example: the wonder of life, one, unable to reproduce or create from nothing in laboratories. Not even Dr. Frankenstein in fiction could achieve it; he needed pieces of other bodies and used pre-existing principles and laws. What a clear-headed Mrs. Shelley!
I regret, I cannot answer the question with absolute and irrefutable conviction. In my late fifties, I understood (I think?) that a social role does not define who I am, or where I am going, or where I should be. I'm just here and now, enjoying the sweet gift of life to fulfill the purpose of the universe. I am here because I correspond, as does everyone else, to the purpose of something greater, which I am not able to perceive, let alone understand. Nevertheless, as valuable as the most immense self-aware galaxy in the cosmos.
A brief essay by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version)
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¿Por qué estoy aquí?
Ante de todo, un especial agradecimiento a @miriannalis por invitarme a participar en esta interesante iniciativa 43 de #ThoughtfulThursday dentro de la comunidad de #ThoughtfulDailyPost. Confieso, ya la había considerado, pero impedido por el reto implícito, solo lo trajiné en ideas generales, ya recursivas desde mi época de adolescencia, cuando uno intenta imaginar el curso del destino. Recuerdo plantearme a mis quince años preguntas básicas tales como: ¿de dónde vengo, y adónde voy? Jamás me interpelé en busca del porqué. Claro, como muy bien acota @miriannalis, hay que distinguirlo del para qué, es decir, del propósito de la vida misma. Dispénseme la redundancia ex profesa.
Ahora, a mis casi sesenta años, y ya en el retiro de mis responsabilidades de la profesión en la sociedad (escogida en mis primeros pasos), caigo en cuenta de que obvié tal interrogante por dar por sentado que uno es, y no por qué se es. ¡Menudo problema ontológico, exclamaría un filósofo de la gnosis como de lo estrictamente racional! Lo ven. No me pregunté: ¿quién soy? En virtud de la elección del rol social, creyendo zanjar así el problema de identidad. Además, por carambola, respondía, en forma tácita, la pregunta de dónde vengo. De mis padres y de la sociedad. ¿Qué sentido tenía quebrarme la cabeza? Solo me quedaba una. ¿A dónde iría? La respuesta fácil: adquirir un oficio o profesión hasta alcanzar la jubilación, y vivir los años dorados del imaginario colectivo.
Empero, no todo es como se pinta, ni se imagina. Puesto que, aquellas respuestas tempranas (supongo cada quien tendrán unas variantes similares en sus maravillosas existencias), envueltas en la cotidianidad y la subsistencia, apenas rozan con las excelsas magnitudes existenciales y arcanas.
A menudo, observo con detenimiento a las personas en la calle, y me pregunto: ¿cómo serán sus vidas?, ¿Serán tan disímiles con respecto a la mía? Y en entonces, me maravillo al considerar mi entorno íntimo, a quienes comparten conmigo a diario, y entiendo que ellos son unos universos de posibilidades, a las que por mucho que me esfuerce jamás entenderé en totalidad, siempre en movimiento, incluso, en la aparente rutina. Ellos están allí, tan cerca y lejos al mismo tiempo.
¡Saben, mis amigos del camino! Hasta la ciencia, hoy tan sobrevalorada y encumbrada, recurre, cuando mucho, a argumentos axiomáticos para los asuntos existenciales, dejando los peliagudos problemas a la filosofía y a la religión cada día más menguadas. Claro, los más osados pretenden reducirlo todo a lo estricto material, en donde la espiritualidad no tiene cabida. Intuyó que estos idealistas tecnocráticos están condenados a errar en el intent.
En todo caso, estoy seguro, de que cada quien (si se lo propone) tendrá que responderse por la pregunta del porqué se está aquí. Por cierto, hace poco escuché o leí en forma somera, ya no recuerdo con exactitud, la idea de que el universo es consciente de sí mismo. Entonces, pensé en la dinámica de los fractales y vi al todo como expresiones a escala, en donde lo diminuto tiene la misma forma que lo inmenso a la vista de un observador. Pero, ¿cómo uno puede observarse a sí mismo? Sencillo, con el uso del entendimiento y la imaginación. Tendrán mis células conciencia de ellas. Estas nacen y mueren en el universo al que pertenecen, en mí. No obstante, ¡qué lejos estoy de ser una consciencia suprema para mis propias células, e incapaz de cambiar su destino!
¿Por qué estoy aquí?, ¿Cuál es el propósito de mi existencia? No lo sé, y de seguro no lo sabré con certeza, al menos en esta etapa de mi existencia. Quizás, como mis células que me sustentan, como las tuyas a ti, todos estamos para que el universo exista en virtud de un designio inaccesible de un ente incontingente fuera de nuestra comprensión. Imagino, un ser más allá de las consciencias anidadas. Ven, porque la ciencia se amilana al respecto. Te dará un ejemplo: la maravilla de la vida, una, incapaz de reproducir o crear de la nada en los laboratorios. Ni siquiera el doctor Frankenstein en la ficción lo pudo lograr, él necesitó pedazos de otros cuerpos y usó principios y leyes preexistentes. ¡Qué cabeza tan lúcida la de la señora Shelley!
Lamento, no poder responder la pregunta con convicción absoluta e irrefutable. A mis casi sesenta años, entendí (¿eso creo?) que un rol social no define quién soy, ni adónde voy, ni el lugar en que debo estar. Solo estoy aquí y ahora, disfrutando del dulce regalo de la vida para cumplir el propósito del universo. Estoy aquí, porque correspondo, al igual que todos, al objetivo de algo mayor, que no soy capaz de percibir, y mucho menos, comprender. No obstante, tan valioso como la más inmensa galaxia autoconsciente del cosmos.
Un breve ensayo original de @janaveda
Imagen de cabecera Gerd Altmann en Pixabay
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