Me gusto tú alta y esbelta figura, tus caderas estrechas, tus largas extremidades, tus finos dedos, tus negros ojos, tu blanca piel, tu espeso cabello, tus sensuales miradas, tus delicados y finos labios rosados, tu espontanea creatividad, tu basta originalidad, tu falta de censura al hablar, tu carácter de mierda, tu increíble autoconfianza, tu inquebrantable convicción por lograr lo que deseas (cuando de verdad te lo proponías).
Me gustaron tantas cosas de ti, que quede excitada con la luz que irradiabas. Como una tonta polilla me acercaba a ti, queriendo alcanzar aquella resplandeciente luz que emanabas... Y al igual que cuando se intenta llegar y tocar al sol, esté me quemo.
Se volvió una luz inalcanzable, intocable, indeseable, cuyo resplandor se transformó en cegador, aturdiendo mis sentidos, volviéndose insoportable estar a tu lado.
Y entonces, aquello que anhelaba de tí... Se volvió repulsivo, aquello que sentía muy adentró de mi, comenzó a cambiar y llegué a odiarte...
Llegué a odiar tu falta de autocontrol al hablar. A odiar tus miradas sensuales, las cuales ya no iban dirigidas a mí. A odiar tu autoconfianza egocéntrica, la cual rozaba el narcisismos. A odiar tus ideas a medio concebir. A odiar tu carácter de mierda con el que entendí la palabra "calvario". A odiar tus bellos labios, por no sonreírme solo a mí. A odiar tus largos y esbeltos dedos, por regalar caricias indiscretas. A odiar tu alta y esbelta figura, por provocar en otras lo mismo que en mí. A odiar tus afiladas y estrechas caderas, por instigar deseos censurables en toda aquella que te mirase. A odiar tu espeso cabello, que invitaba a más de una a tocarlo. A odiar tus negros ojos, que miraban a otras, con mas frecuencia de la que podía tolerar. A odiar tu terquedad e irritante necedad.
Poco a poco, día a día, todo se fue acumulando y asi, ya no te ame más. Mis dulces palabras hacía ti se volvieron veneno y brusquedad, la pasión que en mí evocabas, se volvió dolor, la amabilidad mutua desapareció, dejando a tras a dos seres lastimados, por aquello que se vio, se anhelo, se sintió, pero nunca se dio.
Atrás quedaron las sutiles proclamaciones de amor, los bellos mensajes de: "¡Buenos días luz de mis mañanas!", "¿Como estas?", "¿Que tal estuvo tu día?", "¿Llegaste bien a tu casa?", "¿Quieres salir a caminar?", "¡Buenas noches mi noche estrellada!". Y quedaron los obvios ataques de dolor y rabia reflejados en insultos elaborados... Que proferíamos fervientemente el uno contra el otro.
De repente, la persona que más me importaba comenzó a inquietarme, de a ratos a molestarme, de a ratos ignorarme, de a ratos a atacarme. No había tregua entre tanto odio irradiado por ambas partes.
Hasta que un día nos miramos y nos cansamos del otro, nos cansamos de los viles insultos, nos cansamos de las hostiles miradas, nos cansamos del dolor, nos cansamos de la amargura, y en gran medida, nos cansamos del odio mutuo.
Fue así como llegue a amarte, a tenerte por un breve instante, y a odiarte con la misma intensidad con la que logre enamórame de ti.
Comprendí, que lo nuestro fue tan fugaz y especial, que el dolor de su perdida, nos devastó a ambos, dejándonos perdidos en un mar de soledad y una brecha de tormento, donde al no encontrar salida nos cegamos buscando a un culpable, y el veredicto fue que el otro era el culpable. Cuando la triste verdad era que ambos teníamos la culpa.
Hoy, miro hacia atrás y veo lo rápido y desolador que fue todo. Lo infantiles que llegamos a ser por dejarnos envolver en nuestros sentimientos hasta ahogarnos. Hoy veo como mis frías miradas trastornan a tu corazón, mermando su fuerza, veo como tu orgullo te dominaba y buscabas refugio en mi dolor, veo como desesperadamente llamabas mi atención de manera equivocada, veo mi falta de confianza hacia ti... Veo como todo se desmoronó.
Entonces fue cuando comenzamos a reconstruir nuestra amistad con los desechos de nuestro dolor y nuestro amor, con las ruinas de lo que entre ambos quedo, convirtiéndolos en aprendizajes y grandes recuerdos.
Hoy por hoy, puedo decir que eres una de las mejores personas que he conocido, que me ha enseñado más de mi misma en tan poco tiempo, que cualquier otro. Ahora tengo el gran orgullo de llamarte... amigo.
Hola amigos de Hive, cómo les ha ido?
Hace un tiempo unos amigos cercanos estuvieron en una de esas locas y fugaces relaciones, después de hablar con mi amiga a la que era más cercana me permitio escribir mi perspectiva de como les fluyó todo (desde el punto de vista de ella y mío), su pequeño desliz cómo ahora le dice, veo como tanto su personalidad y su relación sufrió varios cambios drástico que, gracias a dios, fue para mejor. Aún me falta la perspectiva desde el punto de vista de el, pero ya quedará para otra.
Por supuesto la condición de dejarme publicarlo fue un pequeño reto, escribir y publicar mi relación más dolorosa, así que me voy a tomar mi tiempo para eso.
¿Y ustedes alguna vez han sentido algo similar a los "sentimientos reversibles"?
