El primer recinto. ESP/ENG

¡Apreciados amigos, hoy agradezcamos al padre celestial por el don de la vida!
Como recordarán, en la publicación anterior comentaba que mi padre, una hermana y yo logramos sobrevivir al covid-19. Lamentablemente, nuestra madre y un hermano menor no lograron ganar la batalla y partieron a otra dimensión.
Hoy nos toca continuar en el devenir de la vida. Superando las secuelas, con la esperanza de que vendrán tiempos mejores para la humanidad.

De esos momentos difíciles, me quedo con los recuerdos significativos de mis seres amados. Y es por ello que quiero compartir otras líneas suscitas de esas vivencias.

El primer recinto.
Teniendo junto a mí un lápiz y un papel, no puedo menos que dejar que las morfologías de las líneas trasmitan lo que me ha parecido plasmar adecuadamente. Ya que no hay nada más sano que dejar que el sentir fluya sin ataduras y de tal manera quiero expresar aquí, lo que solamente puede suscitar una bella dama.

En usted, apreciada madre, pienso con frecuencia evocando el brillo que irradiaba su mirada expresiva. Naturalmente, que imposible me sería explicar todo lo que ella representa, puesto que no hay palabras que puedan explicarlo. Sin embargo, a todo ello lo llamaré “dulce fulgor maternal” porque del mismo modo que las flores llaman al sol y las abejas se nutren de sus energías, resulta interesante observar cómo los hijos se deleitan con el candor materno.

Por cierto no puedo evocar algún momento en que no haya sentido su ternura y es por eso que sencillamente diría; Cuán lejos están los días de la niñez, más, sin embargo, en un parpadeo, puedo captar momentos que únicamente se pueden apreciar con los ojos del alma, y del mismo modo, consigo saborear la avena que sus manos laboriosas preparaban para alimentarnos. Nadie abría podido darle el punto suculento que usted apropiadamente conocía ¡y bien sabe Dios cuanto amor le dedicaba! Entre otras muchas cosas, aún me atrevo a decir que el aroma particular de la canela no ha dejado de habitar en los espacios cálidos del hogar, para hacerme respirar la ternura de quien ama para siempre.

A esto podría añadir que, hará cosas de unos días que te fuiste físicamente y pese a ello lo único que hoy desearía es poder abrazarte. Y sin perder tiempo, elevo la vista al firmamento. Desde luego a considerar por su composición, pareciera que las nubes conspiraran para formar un pasaje, por donde puedas bajar y poder sentir tus abrazos solo un instante. Tengo el presentimiento que el padre celestial lo permitirá.

Ciertamente que es un anhelo y en todo caso si no fuese posible tal deseo, seguro estoy, que ya vendrá luego el momento para volver a vernos por las eternidades. ¡Con qué orgullo vibra mi alma al pronunciar el nombre de Irama! De igual manera, deseo mostrar mi agradecimiento a todas las damas que han hecho de su cuerpo, el primer recinto donde se aprende a educar con amor, para garantizarnos un mundo más humano. ¡Felicidades a todas las madres que tanto han hecho por nosotros!

• La ilustración la elabore con la técnica de la plumilla en tinta china sobre cartulina. La foto es tomada con mi cámara SONY, modelo: DSC-W560.