
La esperanza es algo innato del ser humano, es lo que nos impulsa a vivir y perseguir nuestros sueños o a rogar por pequeños milagros que nos saquen de situaciones difíciles por muy imposibles que parezcan, sin embargo siempre hay que tener los pies en la tierra y saber que a veces por muchas esperanzas que tengamos en que las cosas vayan por el mejor camino no siempre será así, hay que conformarnos con el camino que a veces no es el que nos gustas, ni siquiera el más fácil, sin embargo es el que debe ser. Yo siempre me he considerado una persona centrada, que acepta la realidad del mundo tal cual es y que no trata de luchar contra lo que el destino tiene firmemente escrito, y no es que crea que nuestra vida ya está predeterminada, pero hay situaciones que por mucho que anhelemos no pueden ser cambiadas por nada del mundo, y creo que en ningún momento me quedo mas claro que cuando mi padre enfermo.
Mi papá y yo siempre fuimos muy unidos, sin embargo el hecho de que éramos iguales (mi abuela solía decir que si hubiera sido varón no me hubiera parecido tanto) hacía que nuestras personalidades chocaran muy seguido, esto fue sobre todo a finales de bachillerato y durante mi época universitaria, no obstante cuando salí de la universidad el se mudo conmigo a Maracaibo y nuestra relación volvió a ser igual que cuando era niña, la razón por la que el se mudo repentinamente fue un misterio para mi hermana y para mi hasta ese 30 de enero del 2019, cuando ambas recibimos 2 noticias impactantes en menos de 2 minutos.
Cuando el año 2019 empezó mi papa se enfermo, empezó con fiebre y dejó de comer, pensamos que era una simple virosis, pero llego al punto donde dejó de coordinar y ya no podía caminar en línea recta, lo primero que pensamos fue que tenía un ACV y buscando por Internet le hicimos algunas de las pruebas básicas, sin embargo él las superó todas, de todas formas lo llevamos a un doctor, el doctor nos dijo que parecía neuronal, como si estuviera drogado por haber ingerido una gran cantidad de pastillas, obviamente nos pareció ridículo porque él en ningún momento tuvo alcance a tanta cantidad de pastillas. Sin más regresamos a la que en ese momento era nuestra casa, hacía menos de 8 meses el se había mudado a Caja Seca para ejercer un cargo en la alcaldía, mi pareja y yo decidimos mudarnos con él cuando nos enteramos que yo estaba embarazada, así que no fue sorpresa cuando la casa se llenó de gente, tanto compañeros de trabajo administrativo como los bomberos y el alcalde, mi papa tenia una increíble habilidad de hacerse querer por la gente.
Todos estaban extremadamente preocupados por mi papa, pues veíamos minuto a minuto como su condición empeoraba, decidimos que debíamos trasladarlo a un hospital, pero el de Caja Seca no estaba funcionando, nuestras únicas opciones eran Valera o Mérida, haciendo llamadas nos dijeron que en Mérida no estaban recibiendo pacientes, así que no quedó más opción que irnos a Valera, y de esa forma empezaron los 15 días más difíciles de mi vida. Después del viaje en ambulancia y una discusión con los médicos logramos que lo ingresaran en el Ipasme, allí estuvo 1 semana donde día a día si condición empeoraba, a pesar de todos los exámenes que le hacían no parecía haber explicación, poco antes de que lo trasladaran a la UCI del hospital le hicieron la prueba para Paludismo, en la prueba salió positiva y sentimos alivio y esperanzas porque al fin teníamos un diagnóstico, ahora lo difícil era conseguir el medicamento necesario para combatir la enfermedad, pues estos solo lo distribuían en ciertos lugares dado que la zona estaba luchando con un fuerte brote, hicimos todas las llamadas que pudimos y conseguimos que nos diera la medicina pero tardaría 2 días en llegar, para ese punto mi papá ya no caminaba y a duras penas podía comer, nos tocaba cargarlo para poder cambiar las sábanas o llevarlo al Baño, en ese momento yo tenía 7 meses de embarazo pero tenía mucha esperanza que con todo mi esfuerzo el saldría de esta situación.
Sin embargo al día siguiente cuando el doctor hizo su revisión de rutina quedó profundamente alarmado de su estado, nos insistió que debíamos llevarlo a la UCI inmediatamente porque allí no tenían los equipos necesarios para ayudarlo, eso fue como un balde de agua fría, yo me puse a llorar porque como todos saben, en este país para casi todo lo que sea público necesitas palanca y nosotros allí no conocíamos a nadie, sin embargo el doctor al ver nuestra situación nos consiguió cupo, ahora necesitábamos ver cómo lo trasladaremos, mi pareja salió mientras yo recogía las pocas cosas que teníamos y consiguió que alguien nos hiciera el favor en su carro, cuando llegamos el doctor estaba afuera esperándonos con la solo de ruedas, y con un beso y un "todo estará bien" me despedí de mi papa. Ese mismo día llegaron unas personas de epidemiología para volver a hacerle la prueba del paludismo, sin embargo cuando ellos la hicieron salió negativa, quedamos desconcertados, ¿cómo era eso posible?, volvíamos a estar como al principio, sin embargo no perdíamos la fe de que él saldría de esta situación, mi hermana que en ese momento tenía 17 años viajó para unirse a nosotros y ayudarnos en todo lo que pudiera.
Otra semana mas de exámenes y carreras a un lado y otro, a mi por mi estado no me dejaban entrar a verlo, así que tenía que conformarme con lo que decía mi hermana y mi pareja, lo tenían amarrado porque había llegado al punto donde respondía violentamente a los estímulos, con sonda y tubo naso-gástrico para alimentarlo, él seguía empeorando pero mientras nosotros estuviéramos.luchando por él existía la esperanza de que mejoraría, entonces llegó el 28 de enero y el doctor salió y con su cara muy seria no envió a hacer una última prueba llamada Elisa, inmediatamente fuimos al laboratorio y nos dijeron que los resultados nos los entregaban en 24h, la espera fue larga pero cuando por fin nos entregaron los resultados y se los dimos al doctor fue cuando la esperanza fue reemplazada por la realidad. Mi papá eran VIH+, por eso una prueba de Paludismo resultó positiva y otra negativa, porque él tenía paludismo y este se había trasladado al cerebro, como tenía el sistema inmune tan debilitado el virus hizo estragos y cuando ya no quedaba nada que destruir simplemente desapareció, esta explicación vino con las palabras más duras que he escuchado, que el ya no se iba a recuperar, solo sería un vegetal y podría quedar en ese estado días, semanas, meses o incluso años. Cuando el doctor nos dijo eso solo algo cruzó por mi mente, que fueran solo días, mi esperanza pasó de querer que se recuperara a que no sufriera, a no tener que verlo deteriorarse por meses o años.
Y quizás a algunos les parezca cruel, o piensen que si hubiera tenido más fe habría habido un milagro y él se recuperaría, pero a veces esa esperanza ciega de que en algún momento las personas desahuciadas van a superar su enfermedad solo trae sufrimiento, no solo para el convaleciente, si no para todos los que se ven involucrados con el mismo, yo tenia todas mis esperanzas puestas en que él no sufriera y que pudiera conservar en mi mente su recuerdo como un hombre feliz y luchador, no como una cáscara vacía postrado en una cama con soporte vital. Mi papá murió exactamente 1 hora después de que el doctor nos diera la mala noticia.
Toda esta historia la cuento porque creo que no hay más claro ejemplo de que nuestra fe debe estar siempre de la mano con el sentido común, a veces por mucho que queramos o por mucho que luchemos por algo con solo la esperanza de que las cosas se den como nosotros queremos no siempre resultará así, y en ese momento solo debemos con la cabeza fría y la mano en el corazón tener fe de que todo sucederá de la mejor manera.