Mamá, solo quiero un abrazo.
La soledad es un abismo, es parecido al océano, temido y aún, inexplorado. Quiero escribir esta publicación mientras espero que alguien me lea, entienda y comparta lo que siento, a veces suelo redactar para que mis emociones se vayan calmando porque como todo ser humano, hemos tocado fondo y cuando tocamos fondo, es como un vacío inexplicable.
Estar solo es un sentimiento que nadie deses sentir, es muy normal el miedo a caer en un pozo oscuro donde solo se escuche el sonido de tu corazón, sientes que tu corazón se desgarra poco a poco cuando la luz se apaga y nadie viene a decirte "Buenas noches"
¿Dónde está la claridad? ¿A dónde se fue la gente? ¿De verdad estoy sola? Preguntas y preguntas. Solo un ser conoce la verdad de mis ideas, la verdad es triste y un poco terrorífica, pero la verdad siempre pesa más que una mentira y no, no es locura lo que mis dedos escriben, ciertamente todos volvemos a la realidad cuando la mentira es descubierta por la verdad, pero si la verdad duele tanto ¿Por qué no conseguimos la mejor manera de mentir?
Pero escucho una voz, una voz lejana que me grita y me aconseja, diciendo que todo estará bien, que la vida es dura pero que no podemos rendirnos por la primera derrota, si la vida desea que seamos fuertes ¿Entonces seremos guerreros? La guerra no siempre es buena, pero creo que si existen guerras en nosotros y la única manera de ganar es seguir, la fuerza de voluntad es el primer elemento para alcanzar nuestros sueños y si la soledad desea apagar nuestra llama, entonces llamaré a mi mamá y solo le diré "Madre, quiero un abrazo"
Los abrazos de nuestra progenitora es más acogedor que un millón de dólares, sabemos que el dinero es importante pero ¿La madre es menos valiosa que el dinero? En mi concepto, jamás de los jamaces aceptaría que un pedazo de papel le gane el puesto que merece mi querida madre. Porque yo solo quiero amor, quiero compasión, quiero un dulce y querido abrazo de la que me dió la vida.
Yo prometo cumplir mis metas, yo prometo seguir mi rumbo y manejar mi camino con mis pasos, no son grandes ni pequeños, son míos y se encargan de dejar una huella, hechos para dejar memoria que la que recorrió ese sitio, fui yo. Y si el deseo de mi verdadero yo es cumplir con lo que se promete, entonces es hora de luchar y proseguir la ruta de los sueños.
Soy primeriza en caerme, siempre es como una primera vez, no hay día que me sienta como la misma chica novata que cree que todo le va a salir bien en el primer intento. Caerme se volvió rutina, es como andar en la bicicleta, siempre hay que pedalear para no irse directo al piso, así que imagina que la vida es así, tu eres el conductor y la bicicleta es el transporte (tus padres, hermanos, pareja, amigos) quienes te ayudan a afrontar el camino, imagina que el camino es una colina empinada, se vuelve difícil, tus padres intentan que des todo de tí, y tu eres que suda la gota gorda, quienes te empujan son tus hermanos, quien gritan ¡VAMOS, VAMOS! es pareja, tu motor, y por último los que ayudan a que nunca te tires al suelo son tus amigos, todo es un trayecto duro en el que la bicicleta debe seguir contigo.
Miro el techo, pienso en mi madre, quien ha aguantado todo se mí, mis llantos, mis caídas, mis torpezas, mis alegrías, mis decepciones, todo de mí, ella ha sido la que escuchó mis problemas y éxitos, sin ella siento que el abismo crece, que la bicicleta no empieza a hacer un buen trabajo, siento que el pozo se vuelve grande y que el calor que me acoge son los brazos de mi hermosa madre.
Y lo último que digo en susurros es "Mamá, quiero un abrazo"