Hace algún tiempo vengo observando que las bibliotecas de la universidad en la que trabajo permanecen vacías la mayor parte del tiempo, algo que no era así hace algunos años, pues estos espacios se caracterizaban por estar llenos de estudiantes buscando libros, revistas y otros materiales impresos, que son necesarios para el estudio, la autopreparación y la consulta.

Desde mi percepción como estudiante y ahora como profesor, la biblioteca se ha caracterizado por ser un espacio de paz y tranquilidad, muy bueno para el estudio, la autopreparación e incluso, para pasar tiempo de calidad, recreándose con la lectura de un buen libro o con la de una revista o simplemente, para la lectura recreativa, esa que es buena para entretener el alma y que es necesaria para nuestro equilibrio emocional, pues nos permite vivir experiencias inolvidables.

Hace algunos días, estaba en funciones de trabajo y así de casual entré a esta biblioteca llamada Sala de Lecturas y donde me detuve algunos minutos. Tuve la sensación de escuchar algunos libros susurrar, como que dormían un sueño profundo, del que no piensan despertar, y sentí una sensación extraña de olvido en aquel lugar, que me puso un poco intranquilo, hay tantos libros valiosos que descasan allí, bibliografía que ha contribuido a la formación de tantos profesionales y que es necesaria consultar.

Me llamó mucho la atención aquel escenario, un espacio grande, espacioso, de paz y vacío; un lugar detenido en el tiempo, con una estantería grande, llena de libros esperanzados, esperando por ser abiertos nuevamente, de muebles antiguos y hasta un poco ecléctico cuando observas en una esquina una computadora que revoluciona el lugar.

¿Dónde están los estudiantes? ¿Dónde estudian? ¿Por qué no visitan la Sala de Lecturas? No quiero decir con esto, que no estudien, para nada tiene que ver, ellos se agrupan al aire libre, en los pasillos y pasan horas conectados a internet, donde el amigo Google le da respuestas a la mayoría de sus interrogantes, consultando la bibliografía digital que está en la nube o que le facilitan sus profesores y en algunos casos, también interactuando en las redes académicas.

Es muy bueno trabajar con bibliografía renovada, proveniente de revistas científicas de alto impacto y de investigaciones actuales, que permiten niveles de actualidad a los estudiantes, pero no debemos alejarlos de la bibliografía impresa, la de los siglos por los siglos, teoría sobre la que se ha construido la sapiencia que hoy es expresión de los mayores avances científico-técnicos.

Es evidente que existe algo que entra en contradicción, para mí una #catarsis que me hace reflexionar como docente. Esta biblioteca tiene un nombre erróneo sin lugar a dudas, ya no es un espacio de lectura, se parece más a otros tiempos, que a estos tiempos, donde el desarrollo tecnológico avanza y la bibliografía más actualizada se encuentra entre las redes de la internet.

Me corresponde como profesor, buscar un equilibrio entre el trabajo con la bibliografía impresa y la digital, que se encuentra en las redes, es tan importante saber ojear un libro, leer entre sus líneas, como tener habilidades infotecnológicas.

Hacerse profesional no es solo apropiarse de conocimientos diversos, también incluye saber valorar un libro físico, impreso y entender que mientras más viejas y arrugadas están sus hojas, mayor es su valor.

Entonces tendremos libros más felices y salas de lectura con lectores que aprenden de los clásicos y además, profundizan sus conocimientos con las bondades del internet.

Gracias por la oportunidad de compartir con todos esta reflexión y por leerme.

Recursos empleados:
Banners: diseñados por mí, en Canva
Imágenes: tomadas con mi Samsung Galaxy A02
Texto: original, de la autoría de @ibcabrera
Textos traducidos con DeepL Translate

English Version

For some time now I have been observing that the libraries of the university where I work remain empty most of the time, something that was not the case a few years ago, as these spaces were characterized by being full of students looking for books, magazines and other printed materials, which are necessary for study, self-preparation and consultation.

From my perception as a student and now as a teacher, the library has been characterized as a space of peace and tranquility, very good for study, self-preparation and even, to spend quality time, recreating with the reading of a good book or a magazine or simply, for recreational reading, that which is good to entertain the soul and that is necessary for our emotional balance, because it allows us to live unforgettable experiences.

A few days ago, I was at work and just by chance I entered this library called Readings Room where I stopped for a few minutes. I had the sensation of hearing some books whisper, as if sleeping a deep sleep, from which they do not intend to wake up, and I felt a strange sensation of forgetfulness in that place, which made me a little uneasy, there are so many valuable books resting there, bibliography that has contributed to the training of so many professionals and that it is necessary to consult.

I was very struck by that setting, a large, spacious, peaceful and empty space; a place stopped in time, with a large bookshelf, full of books waiting to be opened again, antique furniture and even a little eclectic when you see a computer in a corner that revolutionizes the place.

Where are the students? Where do they study? Why don't they visit the Reading Room? I don't mean by this that they don't study, it has nothing to do with it, they gather outdoors, in the corridors and spend hours connected to the internet, where the friend Google gives them answers to most of their questions, consulting the digital bibliography that is in the cloud or that their teachers provide them with and in some cases, also interacting in the academic networks.

It is very good to work with renewed bibliography, coming from high impact scientific journals and current research, which allow students to be updated, but we must not keep them away from the printed bibliography, the one of centuries for centuries, theory on which the wisdom that today is the expression of the greatest scientific-technical advances has been built.

Clearly there is something that enters into contradiction, for me a #catarsis that makes me reflect as a teacher. This library has a wrong name without a doubt, it is no longer a space for reading, it is more similar to other times, than to these times, where the technological development advances and the most updated bibliography is found among the networks of the internet.

It is up to me as a teacher to seek a balance between working with the printed bibliography and the digital one, which is found in the networks, it is as important to know how to browse a book, read between its lines, as it is to have infotechnological skills.

Becoming a professional is not only about appropriating diverse knowledge, it also includes knowing how to value a physical, printed book and understanding that the older and more wrinkled its pages are, the greater its value.

Then we will have happier books and reading rooms with readers who learn from the classics and also deepen their knowledge with the benefits of the internet.

Thank you for the opportunity to share with everyone this reflection and for reading me.

Resources used:
Banners: designed by me, in Canva
Images: taken with my Samsung Galaxy A02
Text: original, authored by @ibcabrera
Texts translated with DeepL Translate