La paz es nuestro sino. Sus símbolos, cargados siempre de un magnetismo abrasador, pueden ser sublimes e imperceptibles hasta que nos arrancan un suspiro. La violencia de la guerra, la devastación y el caos, encuentra en las esquinas pequeñas grietas como un globo agitado por el viento mientras la ciudad parece seguir sus batallas cotidianas. Los que se detienen a ver ese pequeño gesto, al final, son los salvados.
Salir a retratar los alrededores es un acto arriesgado y maravilloso que nos brinda belleza en medio de las ruinas, como una fachada que parece víctima de bombardeos en pleno centro de la capital, donde bailamos para asombro de los peatones.
No encontramos con pequeñas batallas cada día, esta casa, que lucha por no perecer ante la modernidad que derrumba la historia en pos de los rascacielos y sus ascensores y, se mantiene de pie ante la naturaleza que poco a poco la corroe desde adentro.
Por eso preferiremos, siempre, danzar ante las dificultades, convertir en juego los combates de la vida, para no perder nunca la mirada de niño que nos deja asombrarnos ante cada detalle de cada callejón, de cada planta que gana su propia batalla creciendo en el asfalto.
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Todas las imágenes son propias, diseñadas y editadas por nosotros,
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Peace is our destiny. Its symbols, always charged with a burning magnetism, can be sublime and imperceptible until they take a sigh from us. The violence of war, devastation and chaos, finds small cracks on street corners like a balloon fluttering in the wind as the city seems to go about its daily battles. Those who stop to see that small gesture, in the end, are the saved.
Going out to portray the surroundings is a risky and wonderful act that brings us beauty in the midst of ruins, like a facade that seems to be a victim of bombings in the heart of the capital, where we dance to the amazement of pedestrians.
We do not encounter small battles every day, this house, which struggles not to perish before the modernity that collapses history in pursuit of skyscrapers and their elevators and, stands upright before the nature that little by little corrodes it from within.
That is why we will always prefer to dance in the face of difficulties, to turn the battles of life into a game, to never lose the childlike look that allows us to be amazed at every detail of every alley, of every plant that wins its own battle growing on the asphalt.
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