Hola, saluditos amigos, hoy quiero contarles esta super experiencia soñada.
Mi hermana cumplió el 10 de marzo, y lo celebramos a lo grande, fue un día inolvidable.
Todo fue mucho más de lo que esperábamos, mi hermana tiene un amigo que tiene su lancha y Yate en Morrocoy. El le dijo a mi hermana que estaba a la orden la lancha para que fuera el día de su cumple a la playa. Para quienes no lo conocen el Parque Nacional Morrocoy es una de las playas más hermosas de nuestro país Venezuela, donde hay más de 20 islas, el agua es cristalina, azul turquesa, arena clara, realmente un paraíso.
Llego el día, y nos fuimos tempranito a Falcón, Morrocoy, a la marina para zarpar en la lancha a una de las islas, fuimos mi hermana, mi madre, mis dos sobrinos y yo. Cuando finalmente llegamos, unos hombres nos atienden, y verifican a través de la radio si estábamos anotados, confirmaron, y a la sorpresa de mi hermana escucha que uno de los señores dice que Arantxa estaba lista para zarpar, ella se emocionó y nos dijo, - Arantxa es el nombre del Yate - su amigo le había dicho "la lancha", que ya era bastante que nos la prestara para poder ir a la playa, y cuando nos dimos cuenta que efectivamente era el Yate nos quedamos sorprendidos.
Fue un Jueves, día increíble y perfecto para ir a la playa, ya que no hay muchas personas en la playa esos días. Estábamos prácticamente solos en un Yate de 3 cuartos cada uno con cama matrimonial, 3 baños, una cocina y un una sala, más el 3er piso donde podías visualizar todo el paisaje hermoso del Parque Nacional Morrocoy.
Vivimos los 5 un día soñado, mi hermana su cumpleaños feliz, en familia, y con la mejor atención del "Niño", el capitán y su asistente. Nos sentimos demasiados agradecidos por ese día tan maravilloso.
Entre música, chapagne, sol y playa disfrutamos al máximo, la playa estaba serena y sin prácticamente turistas.
Atracamos en la isla Cayo Sombrero, para que los niños pudieran jugar en la arena con el Yate al frente y disfrutaran mucho más de la playa, Jose y Cristina, estaban super felices y alucinando de aquel barco tan inmenso, aunque Jose no es tan amante del mar, y prefirió estar más adentro del yate, con televisor y aire acondicionado 😆, pero Cristina parecía un pez, no quería salir del agua.
Ese día regresamos a casa de mi hermana en Valencia y el plan era picar una torta con sus amistades y familia, pero llegamos tan casados e insolados de la playa que picamos la torta al día siguiente, o sea que el cumpleaños picó y se extendió.
La pasamos increíble, de verdad que tremenda sorpresa la que nos llevamos, y que rico poder haberlo disfrutado en familia, que eso al final no tiene precio.
