
La intimidad como espectáculo

_¡Se ven hermosos juntos! ¡Son la pareja perfecta! ¡Hashtag jenbra para todo el mundo!
Después de aquello, la relación se convirtió en una transacción comercial: el permanecer juntos les generaba ganancia, no solo aumentaron la cantidad de seguidores, también comenzaron a llegar contratos para que fueran la imagen de algunas marcas. Entonces acordaron vestirse iguales a donde fueran juntos, como Ken y Barbie, también publicaban cada cosa que hacían en casa o en la calle:
_Aquí estamos #cocinando como dos #novios felices ¡Hashtag jenbra!
Decían y ya no eran Jenny y Braulio ni para ellos ni para nadie, pasaron a convertirse en uno solo: Jenbra, un producto que ellos vendían y que sus seguidores compraban.
Sus peleas y sus reconciliaciones, generalmente inventadas, eran transmitidas por las redes. Montaban videos llorando, pidiendo perdón y hasta dando explicaciones por qué no querían volver con el otro, solo para generar chismes y que los seguidores opinaran. Sus videos, de pocos o muchos minutos, iban acompañados de canciones famosas, en donde se veía la lágrima de ella rodar por su mejilla, con el rímel corrido y el corazón destrozado.
Estos espectáculos íntimos y personales les permitían ser más famosos y por ende, obtener más dinero y más visualizaciones. No hacían nada en particular ni tenían ningún talento: solo tenían la suerte de ser personas conocidas en las redes.
Pero así como llegó la fama, se fue. Un día abrieron sus perfiles y ya nadie los seguía. La pareja de moda era Junki, la unión de Junior y Kimberly, dos muchachos de barrio que pertenecían a una banda de adolescentes. Aunque hicieron demostraciones de afecto fuera de tono y peleas tormentosas, nadie les hizo caso. Fue así que sacaron un comunicado donde pedían a sus seguidores disculpas, pero anunciaban su separación inminente. Entonces Jenny volvió a ser ella y Braulio hizo lo mismo, pero en el fondo les quedó siempre el deseo de no ser tan invisibles.


