E S P A Ñ O L

FLORES

Rosas que coronaban su cabeza como a una reina. Margaritas que se posaban como abalorios en sus oídos. Hortensias que decoraban su cuello como esplendidas joyas. Cinco filomenas azules en cada mano, sostenidas por la más dulce compasión. Aromas de mirto y romero a cada paso a deambular, así es como recordaba Oscar su pueblo; el más deslumbrante de todos.

Trabajé con él hace algún tiempo, mientras éramos los únicos pasantes en un periódico local. Me dijo que cada primavera visitaba su tierra natal, pues era la época en que las flores eran más hermosas y cobraban más vida. Había escuchado tantas historias, que mi mente estaba saturada por paisajes paradisiacos, un sol tan brillante pero que es delicado para nuestros ojos, y un lugar lleno de gente amable, que extienden sus manos a cualquier foráneo que se les quiera unir.

Parecía un lugar para abandonar el estrés y recargarse de nuevas energías. Oscar me había invitado y estuve gustoso por acompañarlo. El pueblo de Oscar quedaba al otro lado del país, por lo que teníamos un gran camino que recorrer. Durante el trayecto, tuve un sueño muy inusual. Soñé que me encontraba en un gran campo, recorriendo a gran velocidad un suelo repleto de flores rojas y azules. Parecía una fantasía irresistible a la que no quería escapar, y nos acompañaba un cielo aguamarina tan límpido como un mar onírico.

Extendí mi brazo hacia el vivido paisaje que se acercaba a mí rápidamente, y de las flores emergió una dama; desnuda y coronada por pequeñas margaritas que hacían juego con el ámbar de sus ojos. Me miró fijamente con ojos lujuriosos y penetrantes, y me extendió su mano invitándome a recorrer el hermoso lugar. Era muy bella, no podía dejar de mirarla. Su cabello era tan rojo como la misma tonalidad de las rosas por las que caminábamos. Su piel se veía suave, proliferada de pecas que simulaban al trigo, y sus labios eran rosados como la textura de sus mejillas.

Quería hundirme en sus pechos y encontrar cobijo allí. Me dominó el deseo de alcanzarla pero cada vez que me acercaba, una jauría de flores atrasaba mis pasos paralizando mi andar. La hermosa peligrosa se iba alejando lentamente hasta que se unió con la beldad del paisaje, perdiéndola de mi vista para siempre.

Pronto, me vi rodeado de una cortina de flores de diferentes colores, como en una fantasía primaveral. Bailaban, se enaltecían aún más en belleza, sabía que lo que pasaba no era normal, por lo que comencé a inquietarme. Un enjambre de pétalos comenzó a atacarme hasta querer hundirme bajo la tierra, y ya cuando estuve completamente sumergido, desperté.

Me había llamado Oscar para decirme que ya habíamos llegado. El autobús se había detenido justo en la entrada de su pueblo, y lo que vi hacia la distancia, me había impactado demasiado. Oscar no exageraba, su tierra natal era tal y como la había descrito. Y estaba aún más sorprendido porque todo era exactamente igual como en mi sueño: las flores, el cielo, la luz, ¡era como si hubiera tenido una premonición!

Cordialmente fui llevado a conocer el resto del lugar; los lugareños eran personas amables, sonrientes y trabajadoras, construían algo que según lo que me había explicado Oscar, tenía que ver con su celebración de la primavera. Nos instalamos en casa de los padres de Oscar, y al fijar la mirada en una persona de la bienvenida, mis ojos se desorbitaron por lo que vi: ¡Era la chica pelirroja! ¡La de mi sueño! Quien resultaba ser la hermana menor de mi amigo. Me miró con esos ojos penetrantes y dorados, batiendo en última instancia su cabellera carmesí.

Los pensamientos lujuriosos se instalaron en mi mente otra vez, pero no eran hermosos, sino todo lo contrario; había sangre, derramada como lluvia sobre las flores, todas se alimentaban de ese líquido vital el cual las hacía lucir aún más hermosas. De repente sentí náuseas y quise recostarme, así que fui llevado por Oscar y su familia a la que sería nuestra habitación.

Dormí no sé cuántas horas, fue un lapso indefinido de tiempo. Escuché diáfanos cánticos, música, zapateos de un baile bastante animado. Me asomé por la ventana y lo que vi fue sorprendente: una rueda de figuras humanas cubiertas por flores, bailaban frente a un gran altar hecho de robles jóvenes, y estos exponían sobre su corteza extrañas líneas que parecían una escritura antigua.

Difícilmente pude discernir si eran personas, o eran personas disfrazadas con flores, no podía asimilarlo. Nuevamente pensé en mi sueño y una sensación de incomodidad me atrapó. Miré mis brazos y de ellos brotaban hortensias. Me observé en el espejo y de mis orejas brotaban margaritas. Miré mi cabeza y de ella apareció una corona de rosas. Miré mi pecho y de el emergieron filomenas azules. El resto de mi cuerpo fue cubierto por mirto y romero, acompañado de otras flores coloridas como el paisaje en los exteriores. No sentí pánico, ni siquiera ganas de huir, solo quería salir a bailar.

FIN

Written by @universoperdido. October 14, 2021