[ESP-ENG] SESIONES CON EL VAMPIRO II

E S P A Ñ O L

LA CULPA

Tomamos más té negro esa noche, por cada sorbo que daba mi paciencia se agotaba. No comprendía cuál era el plan del doctor Ferdinand, pero estaba seguro que aún no creía quién era yo. Hablar de mi culpa no era tema que me hacía bien, sin embargo, y aunque no me gustaba admitirlo, el único que podía ayudarme era ese viejo psicólogo.

—Dices que te sientes culpable por haber convertido a una niña en uno de los tuyos ¿cierto?, y que ahora ya no puedes remediarlo.

—Así es, jamás había sentido culpa en mi vida, por eso quiero entender, ¿por qué ahora?

—¿Ahora ves por qué no te creo? —Espetó el doctor Ferdinand mientras acariciaba su barbilla. —Dices que eres vampiro pero sientes culpa, ¿no se supone que ustedes no experimentan sentimientos con la humanidad?

—Eso es irrelevante, doctor; y usted lo sabe. Se está basando en leyendas populares para intentar entender mi naturaleza y no es así. Los vampiros no somos como otros no-muertos ausentes de sentimientos, somos diferentes por eso estamos por encima de la jerarquía.

»Pero yo no hablo de los vampiros en general, sino de mí mismo; yo jamás he sentido culpa, tristeza o desesperación. Esta es la primera vez que me pasa y quiero saber por qué.

El psicólogo me miró con asombro, y confundido, me hizo otra pregunta para aminorar la duda.

—¿Dirías que eres singular al resto de los vampiros?

—Podría decirse, aunque mi naturaleza no tiene nada que ver con mi personalidad. Puedo ser devastador, desalmado, un terrible predador, pero jamás me he sentido atajado por alguna emoción, hasta ahora.

—Bien, aclaramos que es un individuo ausente de sentimientos. Perfecto. Háblame de la chica, ¿cómo la conoció y por qué sintió la necesidad de convertirla en vampiro.

—Ella se llama Beatriz, tiene doce años de edad. La conocí una noche de luna llena, en que todos los vampiros estamos en nuestro punto más alto de excitación. No estaba en mis planes convertirla, solo se cruzó en mi camino; junto con su madre.

»Nunca supe el nombre de su mamá, la devoré con celeridad mientras su hija observaba todo. Una vez terminado me dirigí a ella, y le otorgué el regalo de la inmortalidad.

»No fue sino varios días después, cuando comencé a sentir ese dolor que me carcome, pues Beatriz me observaba con ojos de rabia, particular de todos nosotros. Otros vampiros me han llamado monstruo, pero ellos no comprenden los motivos de mi acción.

—¿Y cuáles son esos motivos?

—Quería darle una familia a Beatriz. Aunque no soy paternal, sentí que ese era mi único propósito.

—Entonces, más que culpable, usted siente que cometió un error, ya que Beatriz no acepta el regalo y además su idea de familia. Ahí es donde está errado amigo mío, ¿acaso ustedes los vampiros no conocen nuestra concepción de familia?

Miré fijamente a los ojos del doctor Ferdinand, aunque me mantuve inexpresivo, su pregunta me había afectado de sobremanera.

—¿Familia? —Me cuestioné a mí mismo, como si esa palabra fuera tan extraña para mí.

—Ustedes también son seres vivos, por lo tanto, deben crear vínculos entre ustedes, y si no me equivoco, deben tener una concepción propia de familia; una que la pobre Beatriz no entiende. Para ella, siempre serás el asesino de su madre. No puedes reemplazar ese sentimiento, tienes que recompensarlo de alguna manera.

—¿Cómo? —Esta vez mi tono sonó un poco suplicante.

—Entregando tú perdón, haciéndole ver que de verdad estás arrepentido. Sé que en tu caso es algo muy difícil, pero debes hacer el intento.

La hora terminó y el doctor Ferdinand se levantó para marcharse, dejándome con dudas que nublaron mi mente.

—Sé que encontrarás la manera, Octavio, no dejes que tu inteligencia opaque tus emociones. Debes ser empático con Beatriz o quédate con su odio para toda la vida.

FIN