Hay días en que el alma se siente tan pesada que cuesta hasta respirar.
Días en que me despierto sin saber por qué me siento triste… o en los que simplemente no quiero continuar.
En esos momentos, no me obligo.
No me grito.
No me exijo.
Me escucho en silencio.
Porque aprendí que mi botón de reseteo no es externo.
No es una frase motivadora ni una solución rápida.
Es volver a mí.
Mi botón de reseteo es el silencio con ternura.
Es ese instante en que me permito llorar sin justificarme,
en que me abrazo aunque no entienda del todo lo que siento,
en que dejo el celular y me pongo una mano en el pecho.
Y simplemente me digo:
“Estoy aquí… y eso es suficiente por ahora.”
A veces mi botón es una ducha con agua tibia,
otras veces es escribir lo que me pesa en mi cuaderno,
a veces es orar, a veces es dormir.
Y otras veces es solo aceptar que hoy no me salió nada bien… pero igual me amo.
No siempre salgo de inmediato de esos días.
Pero siempre vuelvo.
Y en ese regreso hay una fuerza sagrada que antes no conocía:
la de sostenerme desde la ternura,
no desde la exigencia.
Por eso, agradezco esta invitación de @elisabethswan para hablar de esto.
Porque escribir también es parte de mi botón.
Y dejar estas palabras acá, es recordarme que incluso en el caos,
yo sé volver a mí.
Hoy quiero pasar este espacio a quien también desee compartir su manera de reiniciarse.
Invito con cariño a @yuraimatc____ y @iriswrite___ si desean continuar esta cadena de luz.
Volver a ti no es fallar. Es florecer. 🌷