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Martín estaba tan aburrido de su estilo de vida que lo que hacia la mayor parte del día era fantasear con una vida mejor, una vida completamente diferente de su realidad actual, para él, cada día de la semana que tenia que trabajar como mesero era un desperdicio para su potencial, pero como no tenia otra opción, tenia que conformarse con su salario mínimo.
Aunque era como una larga cadena de horas en las que las sonrisas de los clientes se volvían fácilmente monótonas y las pocas propinas que recibía se volvían cada vez más escasas.
Ese día en particular, El mesero de no más de veinticinco años, había llegado al final de su jornada laboral arrastrando los pies y cansancio que se convirtió en una terrible molestia.
La rutina diaria le había robado la chispa que yacía en él, llevaba semanas sin poder conciliar el sueños de cada noche; simplemente existía, cada día quedaba fácilmente atrapado entre bandejas y pedidos que jamás parecían terminar.
Al llegar a casa, se dejó caer en la cama dando un largo suspiro de alivio. El cansancio le hizo cerrar los ojos casi al instante, esperando que el sueño lo acogiera y le hiciera olvidar aunque fuera por unas horas, la tensión acumulada había quedado atrás cuando apaciguo su mente.
Sin embargo, lo que no sabía era que el sueño que tendría después de mucho tiempo sería muy diferente a lo acostumbrado.
Martín despertó con el rostro sobre la superficie de un escritorio, se encontró en el cubículo de una oficina, rodeado de documentos. Abría los ojos lentamente, todavía aturdido, cuando una voz autoritaria lo hizo retumbar:
—¡Martín! ¿Dónde está ese informe? ¡Tenías que habérmelo entregado hace una hora! — Su jefe lo miraba con desaprobación mientras le ponia una pila de documentos sobre su escritorio.
Martín, confundido, sintió que el estómago le daba un vueltas.
—¿Informe? ¿Yo? ¡¿Que?!— dijo él
Desesperado por entender lo que sucedía, se excusó con su jefe y se dirigió al baño. Ahí, mientras se lavaba la cara, intentó convencerse de que todo era un sueño absurdo.
— ¿Que paso? Yo estaba en mi cama ¿Esto es un sueño? Pero esto parece real —murmuró, nada le resultaba lógico, por lo que queria regresar a su hogar para tranquilizar su mente, pero al abrir la puerta, se encontró no con el pasillo muy diferente al que habia visto con anterioridad. Ya no estaba en la oficina.
De pronto, Martín se hallo en los vestidores de un teatro en medio de una función. El murmullo de un público expectante lo hizo palidecer de la sorpresa.
—¡Martín! ¡¿En donde estabas?! ¡Ya es tu turno! —gritó alguien. Desconcertado, unas personas lo empujaban mientras le aplicaban maquillaje. En un instante, se encontró en medio de una obra teatral, con luces brillantes y un guion que desconocía.
Con la mente en blanco frente a un publico con los ojos puestos en su persona, sintió cómo su corazón latía a máxima velocidad. Sin saber qué hacer, decidió improvisar, pero las palabras se deslizaban de su mente como agua entre los dedos. El pánico escénico lo hizo acobardarse, Martín echó a correr hacia el backstage.
Pero al abrir la puerta, el escenario se desvaneció...
Martín apareció en un campo de fútbol abarrotado de gente. La Adrenalina y el miedo coexistieron en su pecho para chocar entre si. Él quedo desorientado, luego quedo absorto e inmóvil en medio del estadio mientras oia el fuerte eco de la multitud, de pronto escucho:
—¡Martín, es hora de jugar! —le gritó un compañero antes de que pudiera procesarlo. En ese mundo él es el delantero estrella, A sus pies, un balón rebotaba.
Debido a la presión social del publico y sus compañeros de equipo, Martín trato de seguir el ritmo al juego pese a no tener idea de como jugar fútbol, sin pensar, pateó con todas sus fuerzas, este reboto contra el arco de la portería e impacto de lleno contra su cara como un proyectil. El dolor fue instantáneo, y todo se desvaneció a negro.
Cuando Martín despertó, yacía recostado en la cama de su habitación, su corazón latía con fuerza, pero al ver que estaba de vuelta en su humilde hogar, se sintió aliviado. Convencido de que todo había sido un sueño bizarro, esbozó una sonrisa incrédula.
Se sentó en la orilla de su cama, aún aturdido por la experiencias surrealistas que había imaginado. Pero al mirar por la ventana, su sonrisa se desvaneció. Porque el cielo era de color amarillo y un sol azul se alzaba en el horizonte brillando intensamente.
¿Fin?
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Martin was so bored with his lifestyle that what he did most of the day was to fantasize about a better life, a life completely different from his current reality, for him, every day of the week that he had to work as a waiter was a waste of his potential, but since he had no other choice, he had to settle for his minimum wage.
Even though it was like a long string of hours in which the smiles of the customers became easily monotonous and the few tips he received became increasingly scarce.
On that particular day, The waiter, no more than twenty-five years old, had arrived at the end of his workday dragging his feet and tiredness that became a terrible nuisance.
The daily routine had robbed him of the spark that lay within him, he had been unable to fall asleep every night for weeks; he simply existed, each day he was easily trapped between trays and orders that never seemed to end.
Arriving home, he let himself fall into bed, breathing a long sigh of relief. Exhaustion made him close his eyes almost instantly, hoping that sleep would welcome him and make him forget even for a few hours, the accumulated tension had been left behind when he pacified his mind. However, what he did not know was that the sleep he would have after a long time would be very different from what he was used to.
Martin woke up with his face on the surface of a desk, he found himself in an office cubicle, surrounded by documents. He opened his eyes slowly, still dazed, when an authoritative voice rang out:
—Martin! Where is that report? You should have handed it to me an hour ago! —His boss looked at him disapprovingly as he placed a stack of documents on his desk.
Martin, confused, felt his stomach turn.
—Report? Me? What?!— he said, desperate to understand what was going on.
Desperate to understand what was going on, he excused himself to his boss and went to the bathroom. There, while washing his face, he tried to convince himself that it was all an absurd dream.
— What happened? I was in my bed. Is this a dream? But this seems real —he muttered, nothing seemed logical to him, so he wanted to return home to calm his mind, but when he opened the door, he found the hallway very different from the one he had seen before. He was no longer in the office.
Suddenly, Martin found himself in the dressing room of a theater in the middle of a performance. The murmur of an expectant audience made him turn pale with surprise.
—Martin, where have you been? It's your turn!—someone shouted. Bewildered, some people pushed him while applying make-up. In an instant, he found himself in the middle of a theatrical play, with bright lights and a script he didn't know.
With his mind blank in front of an audience with their eyes on him, he felt his heart beating at full speed. Not knowing what to do, he decided to improvise, but the words slipped from his mind like water through his fingers. Stage fright made him flinch, Martin ran backstage.
But as he opened the door, the stage vanished....
Martin appeared in a crowded soccer field. Adrenaline and fear coexisted in his chest to collide with each other. He was disoriented, then became absorbed and motionless in the middle of the stadium while hearing the loud echo of the crowd, suddenly he heard:
—Martin, it's time to play! —a teammate shouted at him before he could process it. In that world he is the star striker. At his feet, a ball bounced.
Due to the social pressure from the public and his teammates, Martin tried to keep up with the game even though he had no idea how to play soccer, without thinking, he kicked with all his strength, it bounced against the goal and hit his face like a projectile. The pain was instantaneous, and everything faded to black.
When Martin awoke, he was lying on the bed in his room, his heart pounding, but when he saw that he was back in his humble home, he was relieved. Convinced that it had all been a bizarre dream, he smiled incredulously. He sat on the edge of his bed, still dazed by the surreal experiences he had imagined. But as he looked out the window, his smile faded. For the sky was yellow and a blue sun was rising on the horizon.
End?
Subtitles made using CoolText
