Hablando en mi caso particular tuve dos maestros excepcionales mi madre y mi padre, que juntos conformaron y levantaron una familia de Once hijos, sin o muy pocos fundamentos religiosos o doctrinarios explícitos en el tema espiritual, pero producto a la exigencia de criar una familia tan numerosa y de bien, que requería de fuertes valores como la cooperación, el respeto, solidaridad, bondad, amor y fe porque no bastaba el esfuerzo constante para proveer a tan grande grupo familiar, había que cultivar la esperanza en esa fuerza divina que te acompaña y hace levantarte cada día, que sin verla, la sientes, te compromete e impulsa a establecerte metas, a soñar y así de una manera sublime, pero firme fueron alimentando, fortaleciendo mi espíritu y mi alma, que aunque por su nivel educativo repito no era un tema explicito, con su modelaje y sabiduría fueron mis maestros mis gurús en las primera etapas de mi vida, mis padres al educarnos en la convivencia del hogar, los valores, la fe en Dios e insertándonos en el sistema educativo formal, nos dieron las herramientas para discernir y elegir la manera de crecer espiritualmente, mientras vivieron continuaron siempre apoyando con su sabiduría y enseñanzas, como buenos maestros respetando el libre albedrio.