Hola amigos es un placer para mi volver a compartir bellos recuerdos que tengo aquí en esta magnífica comunidad #Ecency. Gracias siempre a todos por el apoyo, espero disfruten mi post🫶🏻
Han pasado seis meses desde que mi novio y yo dejamos Cuba, nuestro hogar. Todavía recordamos con cariño y un toque de nostalgia la última noche que pasamos allí, una noche que guardamos como un tesoro en la memoria.
Ese día lo comenzamos con mis abuelos, mi madre y mi hermano. Pasamos la mañana y parte de la tarde juntos, compartiendo momentos llenos de risas y cariño.
También me despedí de una gran amiga y de su hija Valentina, a quien quiero como si fuera mi sobrina. Almorzamos todos juntos, creando recuerdos que sé que nunca olvidaré.
Para la noche no teníamos nada planeado, solo relajarnos en casa con mi suegra, mi cuñada y mi sobrina Eva. Pero cerca de las siete, a mi suegra se le ocurrió una idea genial: ir a cenar a Mi Gente, un restaurante a pocas cuadras de la casa al que podíamos ir caminando.
Nos encantó la propuesta. ¿Qué mejor manera de despedirnos de Cuba que con una rica comida cubana en familia?.
Nos arreglamos en tiempo récord y salimos rumbo al restaurante.
En el camino, nos encontramos con Belkis, una amiga de mi suegra a quien mi novio y mi cuñada conocen desde pequeños. La invitamos a unirse y, para nuestra alegría, aceptó. El restaurante era hermoso, acogedor, con un ambiente que te hacía sentir en casa y un menú súper variado.
Para empezar, pedimos bebidas. Mi suegra eligió un jugo de piña fresquito, Belkis una cerveza bien fría, mi cuñada Evelyn una vaca loca (refresco de cola con leche condensada, ¡una delicia cubana!), mi novio una malta Bucanero, típica de la isla, y yo una malteada (mezcla de malta Bucanero con leche condensada, ¡mi favorita!). Para la pequeña Eva, llevamos un yogur de casa.
Mientras disfrutábamos las bebidas, pedimos la comida. Aunque perdí las fotos de los platos, recuerdo perfectamente qué pidió cada uno: Evelyn y mi novio se decidieron por un espagueti a la carbonara que olía increíble, Belkis optó por un jugoso bistec de cerdo, para Eva pedimos una pechuga a la plancha sin sal ni especias, y mi suegra y yo fuimos por lo clásico: ropa vieja, una carne de res deshebrada en salsa que estaba para chuparse los dedos.
La comida fue espectacular, pero lo mejor fue el momento que compartimos. Hablamos, reímos, contamos historias y disfrutamos cada segundo juntos. Esa última cena en Cuba fue mágica, llena de sabores y, sobre todo, de amor.🧡
Hello friends, it's a pleasure for me to share beautiful memories I have here in this magnificent community #Ecency. Thank you always to everyone for the support, I hope you enjoy my post 🫶🏻
It's been six months since my boyfriend and I left Cuba, our home. We still remember with affection and a touch of nostalgia the last night we spent there, a night we treasure in our memories.
That day began with my grandparents, my mother, and my brother. We spent the morning and part of the afternoon together, sharing moments full of laughter and love.
I also said goodbye to a great friend and her daughter Valentina, whom I love as if she were my niece. We all had lunch together, creating memories I know I will never forget.
For the evening, we had nothing planned, just relaxing at home with my mother-in-law, my sister-in-law, and my niece Eva. But around seven, my mother-in-law came up with a brilliant idea: to go out for dinner at Mi Gente, a restaurant just a few blocks away that we could walk to.
We loved the idea. What better way to say goodbye to Cuba than with delicious Cuban food in the company of family?
We got ready in record time and headed to the restaurant.
On the way, we ran into Belkis, a friend of my mother-in-law whom my boyfriend and sister-in-law have known since they were little. We invited her to join us, and to our delight, she accepted. The restaurant was beautiful, cozy, with an atmosphere that made you feel at home and a super varied menu.
To start, we ordered drinks. My mother-in-law chose a refreshing pineapple juice, Belkis went for an ice-cold beer, my sister-in-law Evelyn ordered a vaca loca (a Cuban delight—cola soda with condensed milk!), my boyfriend got a Bucanero malt, typical of the island, and I had a malt shake (a mix of Bucanero malt with condensed milk—my favorite!). For little Eva, we brought yogurt from home.
While enjoying our drinks, we ordered the food. Though I lost the photos of the dishes, I remember perfectly what everyone ordered: Evelyn and my boyfriend went for spaghetti carbonara that smelled amazing, Belkis chose a juicy pork steak, for Eva we ordered a grilled chicken breast without salt or spices, and my mother-in-law and I went for the classic: ropa vieja, a shredded beef in sauce that was finger-licking good.
The food was spectacular, but the best part was the time we shared. We talked, laughed, told stories, and enjoyed every second together. That last dinner in Cuba was magical, full of flavors and, above all, love. 🧡