Tal y como lo he compartien ocasiones anteriores, me encanta viajar y experimentar nuevos horizontes, pero mi gusto por esta experiencia no se limita a visitar lugares extravagantes o muy concurridos, disfruto incluso conocer lugares recónditos, aquellos a los que no suele llegar mucha gente, pequeños agujeros en un enorme planeta, encuentro placentero explorar hasta allá. Es por eso que, en esta oportunidad, compartiré mi primera impresión de un hermoso destino llamado Santa Fe.

Es una zona montañosa, ubicada al noroeste de San Vicente, una pequeña comunidad que se encuentra en la vía Nacional de Caripito – Casanay (Estado Sucre) No es un centro turístico establecido, pero vaya que, si es un atractivo natural que vale la pena visitar. Nos permite establecer contacto directo con la naturaleza y todo su esplendor, brindándonos una experiencia increíblemente inolvidable.
Comenzamos la travesía con una escalada de aproximadamente 40 minutos de camino. Conforme avanzamos sentimos el ascenso en nuestros oídos y nos adentramos en un territorio completamente silvestre en el que se puede apreciar algunas especies de animales y diversos cultivos.

Llegamos a nuestro destino cansados por el esfuerzo físico realizado, con los zapatos llenos de lodo, pero con el pecho lleno de satisfacción.

Después de recolectar algunas verduras y recuperar un poco de fuerza, emprendimos nuestro camino de regreso, felices de haber vivido una experiencia diferente que nos deja con numerosas anécdotas para compartir con las generaciones futuras.
¿Mi parte favorita?

Creo que en este punto ya no queda mucho que añadir, pues, la imagen habla por sí sola; la vista es maravillosa desde cualquier ángulo. Me encantó haber tenido la oportunidad de apreciar lo sorprendente y asombrosa que es la creación de Dios.