Comparar es muy fácil, sin embargo, al hacerlo podemos perjudicar a la otra persona. Muchas veces cuando se compara no se hace con el objetivo de lastimar, se puede hacer, por ejemplo, para presionarnos a mejorar, pero esta es una manera tóxica de hacerlo. La comparación puede ocurrirnos en cualquier etapa de nuestras vidas, y puede ser nuestro amigo, parientes o pareja quien lo haga.
Las parejas no debemos caer en el error de compararnos, eso hace sentir menospreciado a la otra persona. Además, es frustrante que siempre nos comparen con otra persona, resaltando sus cualidades y minimizando las nuestras.
Las relaciones que caen en esto se vuelven tóxicas y no terminan bien. Si caemos en una relación de comparación y no hay solución lo mejor es dejarlo, ya que nos lastiman y nos sentimos menos preciados.
Es cuestión de respeto, debemos respetar a los demás y apreciarlos como son, no podemos cambiarlos, solo amarlos por lo que son. No existe nada más lindo en el mundo que el hecho de que nos acepten y nos quieran tal y como somos.
La comparación también nos puede ocurrir en el ámbito laborar, y es muy frustrante que nos comparen o nos menosprecien por no ser igual o no tener las aptitudes de algún compañero. Es aún peor cuando comparan el trabajo que tanto esfuerzo nos ha costado.
No siempre nuestros trabajos van a ser del agrado de todos, porque cada persona tiene gustos diferentes, y quizás sintamos más afinación por uno u otro trabajo.
Eso no quiere decir que la persona comparada haya hecho un mal trabajo, ya que solo es una opinión que se le hace. No es correcto señalar a una persona y cuestionar su proceso de trabajo o exigir que cambien la forma en la que lo hacen.
En cuanto a la educación, esta juega un papel importante en un niño y, si desde pequeño se comparan, dañan su autoestima. Recuerdo que en primaria mi maestra me decía: "Todos adelantas menos tú" , es difícil y para un niño más. Me quedé un grado, por lo que yo era una de las mayores del salón. Esto me causaba estrés y cuando reprobaba me sentía frustrada y triste. Yo lloraba, ya no quería ir a la escuela.
Yo lo intentaba, aunque me explicaban, no entendía y, si entendía, al momento del examen se me olvidaba. Todos creían que yo no me esforzaba y, aunque tenía algunos avances, no era lo suficientemente bueno. La educación basada en la comparación no es correcta.
Comparar es tóxico, y tratar de alcanzar los caprichos de la persona que compara es imposible, porque siempre querrán más.
Muchas veces caemos en una constante presión por complacer a otra persona, en medio de eso perdemos nuestra originalidad, nuestros sueños, nuestro ser, y terminamos recorriendo un camino sin rumbo alguno.
Personalmente, considero que no existe la perfección, ya que cada persona tiene su concepto sobre lo que es perfecto, es por ello que siempre estaríamos siendo presionados por la percepción de otra persona.
Todos somos diferentes y caer en la comparación es inútil.
¿Alguna vez te han comparado?
¡Espero que les haya gustado este artículo! Bye, bye.