Escribo este artículo para la iniciativa creada por @damarysvibra sobre "¿Cómo vives tu Navidad? ¿Quién es tu yo navideño?".
Soy un hombre de familia comprometido y un emprendedor que conoce muy bien la cuerda floja que supone equilibrar las responsabilidades empresariales con el tiempo en familia. Mi historia con la Navidad refleja este precario equilibrio, forjado a lo largo de años de poner los negocios en primer lugar hasta que un momento lo cambió todo.
Al ser cristiano, la Navidad es una época de gran significado cultural y espiritual para mi familia. Sin embargo, durante muchos años, ser propietario de un negocio minorista anuló mi papel de padre durante la temporada navideña. Mientras otros cerraban sus tiendas y celebraban, la mía permanecía abierta para los compradores de último momento que necesitaban ropa. Así era yo: el hombre de negocios que no podía abrazar por completo el espíritu navideño.
Mi enfoque de la Navidad siempre fue estructurado y contenido. Reconozco que protejo a mis hijos: se quedan en casa durante la Navidad a menos que yo los saque personalmente. Mientras otros niños deambulan libremente, visitando a los vecinos, mi estilo de crianza se inclina hacia una supervisión cuidadosa. Nuestra rutina navideña típica solía consistir en actividades sencillas en el interior: compartir comidas, ver películas si teníamos electricidad o, a veces, simplemente descansar durante el día.
Pero 2021 fue diferente. Marcó un cambio en mí como padre y en mi forma de celebrar la Navidad. Por primera vez, elegí ser más que un simple proveedor. Era el creador de recuerdos, el dador de regalos, el planificador de celebraciones. A partir del 24 de diciembre, me convertí en un torbellino de actividades: preparar regalos, dar la bienvenida a las visitas y crear la Navidad que siempre había querido darle a mi familia.
¿Mi filosofía navideña ahora? Se trata de crear momentos. Aprendí esto cuando llevé a mis hijos a una fiesta el día después de Navidad y vi cómo se les iluminaban las caras mientras jugaban con otros niños. Fue entonces cuando me di cuenta de que no soy un empresario que es padre, sino un padre que es empresario.
La Navidad ha cambiado para mí en mi forma de vivirla. Aunque todavía conservo mi naturaleza protectora, soy solo yo, he aprendido a equilibrar eso con la alegría de crear. La reacción de mi hijo a nuestra celebración navideña cambiada me enseñó esto: cuando me preguntó por qué era diferente, me había centrado demasiado en los aspectos prácticos de la vida, perdiendo los momentos mágicos que hacen que la Navidad sea especial.
Hoy, mi identidad navideña es una mezcla de mis roles: el padre protector, el empresario y el creador de recuerdos. Mis compromisos comerciales no han desaparecido, pero he aprendido que la Navidad no se trata de perfección; se trata de presencia. A veces eso significa ver películas en casa, otras veces significa organizar salidas especiales. Pero siempre significa estar allí, completamente presente con mi familia.
Todavía estoy aprendiendo y creciendo en mi forma de abordar la Navidad. Si bien no he podido recrear la magia de 2021 en los últimos años, esa experiencia cambió fundamentalmente quién soy durante la temporada navideña. Ya no soy solo el hombre de negocios que mantiene su tienda abierta la mañana de Navidad. Soy un padre que entiende que, si bien siempre podemos tener suficientes cosas materiales para ser felices, hacer tiempo para la felicidad en sí es lo que realmente importa.
Este soy yo: un hombre que aprendió a través de una Navidad especial que, si bien el éxito empresarial es importante, la verdadera medida de la riqueza radica en los recuerdos que creamos con nuestros seres queridos. ¿Mi filosofía navideña ahora? Hacer tiempo para la alegría, proteger lo que importa y recordar que los mejores regalos no se encuentran en las tiendas, sino en los momentos compartidos juntos.
La forma en que vivo la Navidad tal vez no sea perfecta ni convencional, pero es mi verdadero yo: una mezcla de practicidad y calidez, protección y celebración, negocios y familia. Y sigo creciendo, sigo aprendiendo, sigo evolucionando en cómo hacer que cada Navidad sea mejor que la anterior.
English Version
I am writing this post for the initiative created by @damarysvibra on "How do you live your Christmas, who is your Christmas self?"
I am a committed family man and an entrepreneur who knows too well the tightrope balancing business responsibilities with family time. My story with Christmas reflects this precarious balance, carved out of years of putting business first until one moment changed everything.
Being Christian, Christmas is a time of great cultural and spiritual meaning to my family. However, for many years, being a retail business owner overrode my role of father during the holiday season. While others were closing their shops and celebrating, mine remained open for last-minute shoppers needing clothes. That's who I was-the businessman who couldn't fully embrace the holiday spirit.
My approach to Christmas was always structured and contained. I'm admittedly protective of my children-they stay indoors during Christmas unless I personally take them out. While other kids roam freely, visiting neighbors, my parenting style leans toward careful supervision. Our typical Christmas routine was usually simple indoor activities: sharing meals, watching movies if we had power, or sometimes just resting through the day.
But 2021 was different. It marked a change in me as a father and how I celebrate Christmas. For the first time, I chose to be more than just the provider. I was the memory-maker, the gift-giver, the celebration-planner. Starting December 24th, I became a whirlwind of activity-arranging presents, welcoming visitors, and creating the Christmas I'd always wanted to give my family.
My Christmas philosophy now? It's about creating moments. I learned this when I took my children to a Boxing Day party, watching their faces light up as they played with other kids. That was when I realized that I am not a business owner who happens to be a father, but a father who happens to be a businessman.
Christmas for me has changed in how I live it. Though I still retain my protective nature, it is just me, I have grown to balance that with the joy of creating. My son's reaction to our changed Christmas celebration taught me this: when he asked why it was different, I'd been too focused on the practical aspects of life, missing the magical moments that make Christmas special.
Today, my Christmas identity is a mix of my roles: the protective father, the business owner, and the memory-maker. My business commitments haven't disappeared, but I have learned that Christmas isn't about perfection; it's about presence. Sometimes that means watching movies indoors, other times it means organizing special outings. But always, it means being there, fully present with my family.
I'm still learning and growing in how I approach Christmas. While I haven't been able to recreate the magic of 2021 in recent years, that experience fundamentally changed who I am during the holiday season. I'm no longer just the businessman who keeps his shop open on Christmas morning. I'm a father who understands that while we might always have enough material things to be happy, making time for happiness itself is what truly matters.
This is me-a man who learned through one special Christmas that while business success is important, the real measure of wealth lies in the memories we create with our loved ones. My Christmas philosophy now? Make time for joy, protect what matters, and remember that the best gifts aren't found in shops-they're found in moments shared together.
The way I live Christmas is not perfect, perhaps, and not conventional, but it's the real me-a blend of practicality and warmth, protection and celebration, business and family. And I'm still growing, still learning, still evolving in how to make each Christmas better than the last.