A veces no entendemos lo que el caos ocasiona, o lo que un estado de disconformidad puede hacer, a veces no se trata solo de retroceder, parar o avanzar, un paso al lado conlleva un cambio y este cambio puede venir de la simple y poco agradable incomodidad.

Cada día aprendo y me reprendo. Parece mentira, lo mucho que puedo captar de la simple idea de lo que un paseo entre amigos puede lograr, a veces una tormenta debe desbalancear nuestro ser, para entender que somos más que pequeños, en un mundo de infinitas responsabilidades.

Se acuerdan que dije que “la culpa es victimismo”, y aquí somos personas con pantalones, pues los últimos meses no han sido sencillos y, hace poco decidí recuperar y recargar mi energía. Y ustedes pensarán en lo absurdo de tal pensamiento, pero lo cierto es que me deje consumir.

Permití que la incomodidad se convirtiera en un estado permanente y opresor, cuando la vida es mas que eso… No acepté que lo importante está en lo que nos hace sonreir, y en algún punto olvidé el norte, y por supuesto una de las lecciones que aunque parezcan evidentes, era absurda y olvidadiza: “todo es temporal”.

Recuerdo pensar en un elemento de mi vida y jurar al universo lo injusto de vivir en la incomodidad de no ser feliz, a fin de cuentas a veces esperamos tanto de otros, que olvidamos lo único que está a nuestro control y admito que me equivoqué en decisiones, y aún más, en pensamientos que me hicieron daño.

Recuerdo pensar en primera instancia: ¿Cómo puedo dejar que eso me afecte? Ya soy adulta, independiente y con un buen sentido de responsabilidad, debí haber aprendido, a fin de cuentas es algo que he visto, y pare usted de contar, la incomodidad de no reaccionar de la mejor manera o la manera mas saludable para mi ser, me consumió.

De victima me convertí en el victimario de lo incómodo de mis pensamientos, y comencé a autocastigarme, de allí pase a autoconvencerme que puedo con todo y con el flujo de mis pensamientos por fin admití “me equivoqué”,

Nada más incómodo que admitir que estamos equivocados o con el camino incorrecto, y a veces no se trata de que seamos malos, pero admitir lo humano de nuestro ensueño de vida perfecta es uno de los NADA placeres de la vida, duele y nada podemos hacer.

En fin, la incomodidad me llevo a entender que lo único que podemos garantizar en la vida es lo que está a nuestro control: admitir, avanzar e incluso perdonar. No se trata de que la incomodidad nos ocasione un desbalance, pero lo cierto es que del caos a veces salen las mejores situaciones.

Hoy me propongo mejorar desde la incomodidad de lo que no creo correcto, perdonar desde lo humano que es fallar y sonreír solo porque puedo.

Sometimes we don't understand what chaos causes, or what a state of discontent can do. Sometimes it's not just about going backwards, stopping, or moving forward; a step to the side brings change, and this change can come from simple and unpleasant discomfort.

Every day I learn and reprimand myself. It seems unbelievable how much I can grasp from the simple idea of what a walk among friends can achieve. Sometimes a storm must unbalance our being to understand that we are more than small in a world of infinite responsibilities.

Remember when I said that “guilt is victimhood”? Well, we are grown-ups here, and the last few months have not been easy. Recently, I decided to recover and recharge my energy. You may think this is an absurd idea, but the truth is that I let myself be consumed.

I allowed discomfort to become a permanent and oppressive state, when life is more than that... I didn't accept that what matters is what makes us smile, and at some point I lost sight of my goal, and of course one of the lessons that, although it may seem obvious, was absurd and easy to forget: “everything is temporary.”

I remember thinking about one aspect of my life and swearing to the universe how unfair it was to live in the discomfort of not being happy. At the end of the day, we sometimes expect so much from others that we forget the only thing that is within our control, and I admit that I made mistakes in my decisions and, even more so, in my thoughts that hurt me.

I remember thinking at first: How can I let that affect me? I am already an adult, independent, and with a good sense of responsibility. I should have learned. After all, it is something I have seen countless times: the discomfort of not reacting in the best or healthiest way for myself consumed me.

From victim, I became the perpetrator of the discomfort of my thoughts, and I began to punish myself. From there, I went on to convince myself that I could handle everything, and with the flow of my thoughts, I finally admitted, “I was wrong.”

Nothing is more uncomfortable than admitting that we are wrong or on the wrong path, and sometimes it is not that we are bad, but admitting the human nature of our dream of a perfect life is one of the NOT pleasures of life. It hurts, and there is nothing we can do about it.

Anyway, the discomfort led me to understand that the only thing we can guarantee in life is what is within our control: admitting, moving forward, and even forgiving.

It's not that discomfort causes us to become unbalanced, but the truth is that sometimes the best situations arise from chaos.

Today, I propose to improve from the discomfort of what I don't think is right, to forgive from the human nature of failing, and to smile just because I can.