Hola amigos de @holos-Lotus, me agradan las iniciativas de @damarysvibra porque nos lleva a hacer viajes a zonas ocultas de nuestra existencia. Esta vez su iniciativa me inspira sobre un tema intangible, pero medular para el desarrollo personal; puesto que somos seres que actuamos constantemente por instinto. Es algo invisible pero natural.
El instinto ha sido ese hilo invisible que teje nuestras acciones, a veces con la crudeza de un animal acorralado, otras con la sutileza de un sabio que elige el silencio. No es un impulso ciego, como algunos podrían creer, sino una voz ancestral que se moldea con nuestras experiencias, nuestros miedos y nuestras victorias.
A veces nos empuja a la pelea, otras nos susurra que la verdadera fuerza está en la contención. Y es en esa dualidad donde reside su poder, no es solo reacción, sino también sabiduría acumulada.
Desde niños, el instinto se manifiesta como un mecanismo de supervivencia. Me viene a la mente cuando mi hermana nos protegía de los ataques de otros niños. Ella no lo hacía por pura valentia sino impulsada por el instinto de la sangre compartids, en momentos asi el instinto es un escudo y un arma.
Los agresores actuaban movidos por un impulso de dominación, mientras que ella respondía con uno de protección. No había moral en juego, solo la pura esencia de lo que significa preservar lo propio. Esto nos recuerda que, antes que la razón, el instinto es nuestro primer lenguaje.
Lo más intrigante del instinto es que no es estático. Se educa, se adapta porque es un "ente guardián" que no nació sabio, se forjó en experiencias previas.
Tuve muchas batallas con una jefa, enfrentamientos verbales y físicos. En ese momento mi instinto me llevaba a reaccionar con ira, pero pasado un tiempo mi instinto me dio una lección de como se gana y esta vez eligió la estrategia más efectiva, la indiferencia.
Al ver que la ignoraba, se dio a la tarea de provocarme porque sabía que me iría para un empleo mejor, pero no podía permitirse que lo hiciera a mis anchas.
Un día sola ella en el pasillo y yo en mi oficina, ella se paró justo en el umbral de la puerta, miró a todos lados y me dijo, no te vas de aquí hasta que no me de la gana. Me quedé mirándola y mi *ente guardián me dijo, enfríala.
Desde mi puesto de trabajo solo articulé una frase sin emitir sonido estás loca. Fue tal su alteración que gritaba a los cuatro vientos y todos corrieron y cuando me vieron sentada frente a mi computador la miraron a ella como ratificando que estaba loca.
Al final, el instinto no solo nos protege de los demás, sino también de nosotros mismos. La decisión de ignorar a la jefa, de borrarla de mi vida en lugar de hundirme en un ciclo de resentimiento, fue un triunfo.
No solo porque ella quedó expuesta ante los demás, sino porque yo preservé mi paz. El instinto es la forma más elevada de autodefensa, no es solo instuición sino sabiduría práctica.
Vivimos en una sociedad que sobrevalora la razón y menosprecia el instinto, como si fuera una enfermedad. Pero en realidad ambas determinan y hasta creo que son de un mismo afluente. El instinto es una brújula interna que, cuando aprendemos a interpretarla, nos guía mejor que cualquier lógica.
A veces el instinto nos salva como el día que me sentí en peligro ante la presencia de tres hombres prestos a asaltarme y escuché una voz interior que me dijo vuelve. Giré sobre mis pasos hasta unirme a un grupo.
La clave está en escuchar esa voz interior, ese ente que nos acompaña y reconocer que no es el enemigo del pensamiento, sino su complemento. Porque el instinto no siempre nos dice que luchemos, a veces nos dice que soltar es la verdadera victoria.
Gracias por visitar mi blog, soy Critica de arte e Investigadora Social, amante de la cocina. Te invito a conocer más de mi, de mi país y de lo que escribo. Texto y fotos de mi propiedad.