Saludos. La amiga @damarysvibra en su columna para la comunidad @holos-lotus nos invita a revisar cómo está nuestra actitud en relación con la resolución de problemas. Les comento…
Mi familia fue una de las que a principios de los años sesenta comenzaron a establecerse en las colinas cercanas a Caracas. Nosotros nos ubicamos en el Oeste, por los lados de la carretera hacia el Junquito.
Llegamos a un lugar donde todo estaba por hacer, no había carretera, ni alumbrado público, ni agua potable, ni cloacas, ni servicios de ningún tipo.
En una situación como aquella la gente tenía claro que la única forma de salir adelante era tomando la iniciativa, siendo proactivos como se diría en el lenguaje de estos tiempos. Todos sabían que debían ponerse de acuerdo para encarar los problemas.
Mientras esperaban respuestas de los organismos oficiales para resolver asuntos complejos como el alumbrado eléctrico invertían el tiempo en otras cosas, como ampliar la carretera, excavar alguna escalinata, aplanar un terreno, o ayudar a otro vecino. En todos ellos estaba muy arraigada aquella máxima de, “A Dios rogando y con el mazo dando…”
Aquel espíritu proactivo del entorno también lo veía en mi casa, mi madre era una mujer que no creía en aquello de “quedarse de brazos cruzados”, a ella ningún problema la paralizaba, más bien le renovaba el ánimo para poner a funcionar su creatividad.
Todos esos ejemplos quedaron sembrados en algún lugar dentro de mí y me han servido a lo largo de la vida para no dejarme amilanar por las dificultades.
Los problemas siempre van a estar, forman parte de la vida, ninguno de nosotros está exento de ellos. Algunos serán pequeños, otros mayores. Algunos los podremos resolver y otros lamentablemente no; hay situaciones que rebasan por mucho nuestros deseos o capacidades, como cuando tenemos un familiar con una grave enfermedad. En ese caso quizá la solución escape de nuestras manos, pero lo importante es sentir que hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance para superarlo.
Con el paso del tiempo he aprendido que ante los problemas es importante mantener la serenidad. Quizá esto sea lo más difícil porque no estamos entrenados para ser serenos, más bien es lo contrario, estamos acostumbrados a ser impulsivos, a dejarnos arrastrar por la emoción. Y si hay algo cierto es que la emoción nubla el entendimiento, nos impide ser ecuánimes, y nos aleja la posibilidad de una toma de decisión razonada.
He pasado por muchas circunstancias que parecen rebasarme, que me han dejado hecho polvo, haciéndome dudar de mi capacidad para resolverlas. En un primer momento hasta me he sentido perdido. Sin embargo, luego de un corto tiempo, cuando he asimilado el impacto inicial y he logrado que mi mente empiece a relajarse empiezo a ver las cosas de otra manera, de un modo menos sesgado, y es allí cuando vislumbro alguna salida.
Todas esas experiencias me han confirmado la importancia de seguir cultivando la serenidad, la que nunca sobra. Es un consejo que no dudo de dar a los más jóvenes, incluyendo a los más cercanos como mis hijos y mis nietas. A ellos les insisto que no actúen en momentos de arrebatos, que se den un tiempo hasta que la emoción se enfríe, hasta que se sientan más serenos, más dueños de sí…
Pueda ser que en nuestras vivencias no tuvimos la oportunidad de aprender a ser resolutivos y por eso no sabemos cómo enfrentar los problemas. Pero ese es un asunto que se puede superar, al final parece que casi todo es cuestión de educación. Así como aprendimos unas cosas podemos aprender otras. Hoy día sabemos que con empeño, claridad de propósito y determinación podemos lograr cualquier meta…
Gracias por tu tiempo.
Greetings. Friend @damarysvibra in her column for the @holos-lotus community invites us to review how our attitude is in relation to problem solving. Let me tell you...
My family was one of many that in the early sixties began to colonize the hills near Caracas. We settled in the west, on the side of the road to El Junquito.
We arrived at a place where everything had yet to be done, there was no road, no street lighting, no drinking water, no sewers, no services of any kind.
In a situation like that, the people were clear that the only way to move forward was to take the initiative, to be proactive, as we would say in the language of these times. Everyone knew that they had to come to an agreement to face the problems.
While they waited for answers from official agencies to solve complex issues such as electric lighting, they invested their time in other things, such as widening the road, digging a stairway, flattening a piece of land, or helping another neighbor. In all of them the biblical maxim of, "A Dios rogando y con el mazo dando..." was deeply rooted.
That proactive spirit of the environment was also seen in my home, my mother was a woman who did not believe in "standing idle", she was not paralyzed by any problem, but rather it renewed her courage to put her creativity to work.
All these examples were planted somewhere inside me and have served me throughout my life not to let myself be discouraged by difficulties.
Problems will always be there, they are part of life, none of us is exempt from them. Some will be small, others will be bigger. Some we will be able to solve and others unfortunately not; there are situations that go far beyond our desires or capabilities, such as when we have a sick relative with a serious illness. In that case, the solution may be out of our hands, but the important thing is to feel that we have done everything in our power to overcome it.
With the passage of time I have learned that in the face of problems it is important to maintain serenity. Perhaps this is the most difficult thing because we are not trained to be serene, it is rather the opposite, we are used to be impulsive, to let ourselves be dragged by emotion. And if there is one thing that is certain, it is that emotion clouds our understanding, prevents us from being equanimous, and distances us from the possibility of making a reasoned decision.
I have gone through many circumstances that seem to overwhelm me, that have left me shattered, making me doubt my ability to solve them. At first I even felt lost. However, after a short time, when I have assimilated the initial impact and my mind starts to relax, I begin to see things differently, in a less biased way, and that is when I glimpse a way out.
All these experiences have confirmed to me the importance of continuing to cultivate serenity, which is never too much. It is an advice that I do not hesitate to give to the younger ones, including those closest to me, such as my children and granddaughters. To them I insist that they do not act in moments of outbursts, that they give themselves time until the emotion cools down, until they feel more serene, more in control of themselves...
It may be that in our experiences we did not have the opportunity to learn to be decisive and that is why we do not know how to face problems. But that is an issue that can be overcome, in the end it seems that almost everything is a matter of education. Just as we learned some things we can learn others. Today we know that with determination, clarity of purpose and determination we can achieve any goal...
Thank you for your time.
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