Saludos. la amiga @charjaim en su columna quincenal para la comunidad de @Holos-lotos nos deja una invitación a reflexionar sobre aquellas situaciones que nos hicieron tocar fondo. Les comento…
De todas las situaciones difíciles que he vivido tres destacan por el impacto que me dejaron y por lo que me costó superarlas.
La primera, mi divorcio. Estaba todavía bastante joven cuándo ocurrió, no llegaba a los treinta. Luego de ocho años de matrimonios aquella unión no dio más. Había un gran desgaste por haber postergado varias veces una ruptura que nadie quería pero que resultó inevitable. Al final me separé de la peor forma posible, en medio de un litigio judicial que salpicaba a mis dos hijos pequeños. Aquel tiempo fue muy triste para mí, se derrumbaron grandes ilusiones y proyectos. La experiencia me dejó muy maltrecho y llegué a pensar que no podría con ella, me costó mucho superarla. Para salir adelante fue muy importante el acompañamiento de amigos muy especiales. En esa oportunidad aprendí que las sorpresas están a la vuelta de la esquina y que debemos prepararnos para cuando se presenten.
La segunda experiencia que me hizo tocar fondo fue una lesión en la espalda. Abusé de mi condición física, me excedí con mi entusiasmo en el tenis y mi cuerpo no resistió. Como consecuencia de aquella lesión tuve casi dos meses sin poder caminar , luego de ese tiempo comencé una larga rehabilitación y paso a paso recobré mi movilidad. Pero el problema grande era que me había vuelto adicto a los medicamentos para controlar los dolores y no me atrevía a dejarlos. Aquella situación me angustiaba porque me sentía dopado todo el tiempo, con somnolencia, con reflejos disminuidos. Casi no podía manejar por temor a que mis reflejos no me respondieran. Sentía como si estuviera dentro de un túnel.
Dos amigas médicas me diseñaron un programa de desensibilización, progresivamente fui disminuyendo las dosis. Luego de varios meses fui venciendo al pánico al dolor, pude dejar los medicamentos y recuperé mi conexión con la realidad. Como consecuencia de esa experiencia aprendí a valorar más la constancia y la fuerza interior para alcanzar nuestras metas. Varios médicos habían insistido en que tenía que acostumbrarme a vivir con los medicamentos, pero pude demostrarles lo contrario.
La tercera situación fue bastante reciente: la enfermedad y muerte de mi padre. El viejo, que siempre fue muy sano, de pronto agarró un padecimiento que lo fue postrando, y se agravó al comienzo de la pandemia. En ese momento la situación en la ciudad era dramática, faltaba la electricidad, no había combustible para desplazarse en el carro particular, el transporte público funcionaba a medias y los medicamentos escaseaban. Todos esos factores hacían que nuestra situación fuera extrema. A eso se sumaba la falta de recursos económicos para hacerle frente a unos gastos que no paraban de crecer. Ante esa realidad mi hermano y yo consideramos vender la casa del viejo para conseguir unos recursos que permitieran darle un poco más de comodidad, pero eso significaba dejar en la calle a su compañera.
Estábamos ante un gran dilema ético, no sabíamos qué era lo más sensato, la situación era realmente difícil. Al final fuimos pragmáticos, calculamos las cosas fríamente y decidimos no vender la casa. Tomamos en cuenta que ya el viejo había tenido una larga vida y su mujer gozaba de buena salud, por lo que necesitaría la casa mucho tiempo más.
Mi padre no resistió mucho y murió. Todos vamos a morir, es verdad, pero es probable que con otras condiciones quizá él hubiese durado un tiempo más. Llegó al final de su vida en las peores condiciones que alguien pueda tener, casi no tuvo asistencia médica que le procurara algún alivio. Como consuelo nos queda que lo acompañamos hasta que dejó ir su último aliento.
Muchos factores convergieron para que el final de su vida fuera de ese modo, tuvo la mala suerte de haberse agravado en plena pandemia, en un país con una severa crisis económica. A mí me quedó de todo aquello una profunda impotencia. Es doloroso saber que a veces no podemos hacer nada para ayudar al otro. Esa experiencia me ha amargado muchas veces, no me ha sido fácil aceptar que la buena voluntad no siempre basta para salir adelante.
Con cada situación en las que he tocado fondo he aprendido cosas importantes, que la vida continúa, que el tiempo hace siempre su trabajo de diluir las penas y que debemos seguir adelante.
Para darle continuidad a la iniciativa invito a las amigas @mafalda2018 y @slwzl
Gracias por tu tiempo.
Greetings. our friend @charjaim in her biweekly column for the @Holos-lotos community leaves us an invitation to reflect on those situations that made us hit rock bottom. Let me tell you...
Of all the difficult situations that have touched me, three stand out for the impact they left on me and for what it took me to overcome them.
The first one, my divorce. I was still quite young when it happened, I was not even thirty. After eight years of marriage, that union had run its course. There was a lot of wear and tear from having postponed several times a breakup that no one wanted but that turned out to be inevitable. In the end, I separated in the worst possible way, in the middle of a legal dispute involving my two young children. That time was very sad for me, great illusions and projects collapsed. The experience left me very battered and I came to think that I could not cope with it, it was very difficult for me to overcome it. To get through it, the support of very special friends was very important. In that opportunity I learned that surprises are just around the corner and that we must be prepared for them.
The second experience that made me hit rock bottom was a back injury. I abused my physical condition, I overdid it with my enthusiasm for tennis and my body couldn't take it. As a consequence of that injury I had almost two months without being able to walk, after that time I started a long rehabilitation and step by step I recovered my mobility. But the big problem was that I had become addicted to medications to control the pain and I did not dare to stop taking them. That situation distressed me because I felt doped up all the time, drowsy, with diminished reflexes. I could hardly drive for fear that my reflexes would not respond. I felt like I was inside a tunnel.
Two doctor friends of mine designed a desensitization program for me, and I progressively decreased the doses. After several months I overcame the panic of pain, I was able to stop taking the drugs and regained my connection with reality. As a consequence of this experience, I learned to value constancy and inner strength to achieve our goals. Several doctors had insisted that I had to get used to living with medication, but I was able to prove them wrong.
The third situation was quite recent: my father's illness and death. The old man, who had always been very healthy, suddenly caught a disease that was prostrating him, and it got worse at the beginning of the pandemic. At that time the situation in the city was dramatic, there was no electricity, no fuel to move around in the private car, public transportation was half working and medicines were scarce. All these factors made our situation extreme. On top of that, there was a lack of economic resources to meet the ever increasing expenses. Faced with this reality, my brother and I considered selling the old man's house to get some resources that would allow us to give him a little more comfort, but that meant leaving his partner in the street.
We were facing a great ethical dilemma, we did not know what was the most sensible thing to do, the situation was really difficult. In the end we were pragmatic, we calculated things coldly and decided not to sell the house. We took into account that the old man had already had a long life and his wife was in good health, so he would need the house much longer.
My father did not resist long and died. We are all going to die, it is true, but it is likely that under different conditions he might have lasted a little longer. He reached the end of his life in the worst conditions anyone could have, he had almost no medical assistance to give him any relief. As a consolation we are left with the fact that we accompanied him until he let go his last breath.
Many factors converged for his life to end in this way, he had the bad luck to have been aggravated in the middle of a pandemic, in a country with a severe economic crisis. I was left with a deep sense of helplessness. It is painful to know that sometimes we can do nothing to help others. That experience has made me bitter many times, it has not been easy for me to accept that good will is not always enough to get ahead.
With each situation in which I have hit rock bottom I have learned many things, perhaps the most important are that life goes on, that time always does its job of diluting the sorrows and that we must move forward.
Thank you for your time.
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