Es un poco cuesta arriba aceptar que necesitamos ayuda o más bien es un sentimiento de autosuficiencia el creer que podemos con todo, aunque la realidad sea que necesitamos una mano externa. Parece que sentirse seguro o controlando la situación proporciona confianza en uno mismo, conozco personas así, y me conozco a mí.

Sentirse vulnerable que aunque puede ser tránsitorio, es un sentimiento que suele aparecer cuando no aceptamos nuestras emociones. Vinimos al mundo con unas condiciones que nos diferencian unos de otros y aprendimos a vivir con ellas, por otro lado están las emociones, ellas pueden ser efímeras o permanentes, sin embargo también aprendemos a vivir con ellas, aunque no todo sea bueno.

El aceptar que necesitamos resolver situaciones con el apoyo o la colaboración de otros no tiene porque hacernos menos, al contrario, pienso que cuando la ayuda no tiene trasfondos sentimos un gran alivio, sin embargo para llegar a éste punto, pasaron muchos eventos, experiencias y vivencias que nos hacen aterrizar.

Recuerdo cuando estuve trabajando como personal de confianza en una institución pública, tenía tanto compromiso y responsabilidad con lo que hacía, que no aceptaba ayuda de nadie más.

No tenía límites en cuanto a tiempo, tampoco me permitía sentir agotamiento, mucho menos cansancio mental, quería cumplir el papel de una máquina, por llamarlo de alguna forma, porque en la realidad el cuerpo necesita descansar.

Todo lo que tuviese que ver con ese despacho lo realizaba yo, a pesar que eramos tres personas con la misma tarea, sin embargo estaba tan inmersa en cumplir a tiempo con la calidad que ameritaban las informaciones, que no aceptaba que alguien más me ayudara.

Esto me fue causando ansiedad, no dormía bien, estaba fatigada, se me estuvo subiendo la presión arterial, veía mal, me dolía la cabeza constantemente, por supuesto no rendía igual, al punto de entender que no somos indispensables, en ese momento me sentía indefensa.

Éste trabajo era mayormente tecnológico, mi responsabilidad se basaba en el levantamiento de datas, realizar presentaciones en power point para el directivo, redactar informes, generar estadísticas, también atendía situaciones que el directivo no podía en algún momento, en fin, habían muchos números, letras, y personas que con el tiempo fueron colapsando mi cerebro, era demasiada información que entre varios era mucho más facil realizar.

No fue fácil aceptar que necesitaba ayuda o que otros también podían hacer lo que yo hacia. En ese momento con tantas emociones juntas invadiendo mi mente, tuve que poner límites, aceptar que no podía con todo, delegar.

Ésta decisión me llevo tiempo, porque no quería aceptar, no quería sentirme débil, pero los problemas emocionales y físicos que me estaba provocando el exceso de tareas, me llevo a tomar decisiones en mi beneficio, para retomar mi tranquilidad.

Con el tiempo las cosas fueron fluyendo mejor, la verdad es que ya no me sentía menos, más bien hicimos un bonito equipo de trabajo, nos compartimos las actividades, y eso mantuvo a flote el rendimiento de todos. Estás son situaciones que nos terminan ahogando sin necesidad, pero en lo personal sino lo hubiese vivido tan intensamente, quizás no entendería tanto, que no está mal sentirse así, vulnerable, indefenso, pero siempre motivado para hacer las cosas bien, y si eso requiere ayuda, pues lo aceptamos.

It's a bit of an uphill battle to accept that we need help, or rather, it's a feeling of self-sufficiency to believe we can handle anything, even though the reality is that we need an outside hand. It seems that feeling safe or in control of the situation provides self-confidence; I know people like that, and I know myself.

Feeling vulnerable, which may be temporary, is a feeling that usually appears when we don't accept our emotions. We came into the world with conditions that differentiate us from one another, and we learned to live with them. On the other hand, there are emotions; they can be fleeting or permanent, but we also learn to live with them, even if not everything is good.

Accepting that we need to resolve situations with the support or collaboration of others does not have to make us less; on the contrary, I think that when help is without a background, we feel a great relief. However, to get to this point, many events, experiences, and experiences happened that make us land.

I remember when I was working as a trusted employee in a public institution. I had so much commitment and responsibility to what I did that I didn't accept help from anyone else.

I had no time limits, nor did I allow myself to feel exhaustion, much less mental fatigue. I wanted to play the role of a machine, so to speak, because in reality the body needs rest.

Everything that had to do with that office was done by me, even though there were three of us with the same task. However, I was so immersed in delivering on time with the quality that the information required that I wouldn't accept anyone else helping me.

This was causing me anxiety. I wasn't sleeping well, I was fatigued, my blood pressure was rising, my vision was bad, my head was constantly hurting. Of course, I wasn't performing as well, to the point where I realized that we are not indispensable. At that moment, I felt helpless.

This job was mostly technological. My responsibilities included collecting data, creating PowerPoint presentations for the manager, writing reports, and generating statistics. I also dealt with situations that the manager couldn't handle at some point. In short, there were a lot of numbers, letters, and people who, over time, overwhelmed my brain. It was too much information that was much easier to process together.

It wasn't easy to accept that I needed help or that others could also do what I did. At that moment, with so many emotions invading my mind, I had to set limits, accept that I couldn't handle everything, and delegate.

This decision took me time because I didn't want to accept it, I didn't want to feel weak, but the emotional and physical problems that the excess of tasks was causing me led me to make decisions for my own benefit, to regain my peace of mind.

Over time, things began to flow better. The truth is that I no longer felt inferior. Instead, we became a great team, we shared activities, and that kept everyone's performance afloat. These are situations that end up drowning us unnecessarily, but personally, if I hadn't experienced it so intensely, perhaps I wouldn't understand so much. It's not so bad to feel this way: vulnerable, helpless, but always motivated to do things right. And if that requires help, then we accept it.