No es de la noche a la mañana que se puede controlar el hecho de expresar esas emociones que nos hacen ver fuera de sí, es más como un acto de justicia hacia nuestro propio ser, considerando que es nuestra salud emocional la que padece cuando cedemos ante situaciones que nos hacen sentir tan incómodos que no podemos evitar hacerlo saber.

Considero que todo va a depender de esa auto revisión que necesitamos hacer para caer en cuenta que no ganamos nada con mostrar sentimientos contrarios a nuestra paz. Recuerdo unas cuantas situaciones.

Por lo general me he caracterizado por expresar lo que siento, quizás sin mucho filtro, la cuestión es que existen situaciones que nos intentan sacar de nuestra tranquilidad, provoca, Dios mío...El caso es que, cuando la situación país estaba más apretada según mi opinión, habían esos terceros que a cada rato me decían que tenía que irme del país para buscar mejores oportunidades, que estábamos mal, que con lo que ganaba en el trabajo no podíamos vivir, en fin tantas cosas, que ponían a prueba mi paciencia.

Nunca fui de quedarme callada, de verdad que no, eso lo herede de mi madre, Jejeje, pero ante el estrés que tenía en ese momento por la situación en si, no quería enfrentar discusiones estériles, que al final no cambiarían absolutamente nada. Respiré muchas veces profundo para no responder, incluso es lo que más hago antes de dejar salir algún insulto.

Otra de mis experiencias se presenta desde que soy mamá, incluso se pone a prueba muchísimo más la paciencia. Solo tengo una hija y a pesar de todo lo que tengo que hacer dentro de mi rutina laboral, en el hogar, en la maestría, y pare de contar, sigo bien pendiente de lo que pasa con mi hija. Me he visto en varios momentos al límite de mi autocontrol, porque si se meten con mi hija, es como si lo hicieran conmigo, eso me molesta muchísimo, y a que madre no, lo cierto es que para evitar enfrentamientos, busco mediadores a fin de llegar a algún acuerdo antes de que las cosas se salgan de control, eso de alguna manera me hace reaccionar, caer en cuenta de que todo tiene solución.

Me afecta muchísimo cuando me dicen que hacer, no lo soporto, es terrible, eso me irrita, me pone de mal humor, mi mamá a ésta altura de mis 41 años me sigue diciendo que hacer. No le crítico los consejos, o cuando realmente se me pasa algo por alto, pero cuando es algo que está encaminado, que ella o quien sea, saben que lo se, me pone histérica, para evitar malas contestas, me voy, escribo, hago limpieza, lo que sea que me lleve a otro escenario.

Otra de mis experiencias, también se ponen de manifiesto en mi trabajo. Éste año me cambiaron a la sede principal de la universidad para continuar con mi función docente, además de iniciar con trabajo administrativo. Me gusta mi trabajo como docente, sin embargo el administrativo aún se sigue cultivando. Solo asisto a la universidad dos veces por semana todo el día, esos convenios se realizaron con mi jefa de programa al inicio, existe un acta donde se hace constar eso.

Cada vez que mi jefa de área aparece, que casi nunca la veo, me dice que si estaba de vacaciones tan rápido, porque no me ha visto. Cuando comenta eso con cierta ironía, yo subo y bajo de golpe, porque los días que yo asisto a la universidad ella no va, y sino revisa el control de asistencia es su asunto, entonces, prefiero respirar profundo, voy al baño de la oficina, me lavo el rostro, y me tranquilizó.

Otra de las situaciones que me ponen a prueba, es cuando le digo a mi hija que haga alguna cosa y no la hace a la primera, es algo repetitivo, sin embargo sigo respirando profundo, porque entendí que si grito, o peleó, o me desahogo de manera agresiva no solo diré cosas terribles, sino que además me haría daño a mi misma, no digo que acumule la rabia, sino que me enfoco en otras cosas, en ese momento me salgo del mismo lugar donde esté ella, voy a dar una vuelta en la bicicleta 🚲, eso me ayuda a regresar tranquila, por supuesto que lo que le dije que hiciera ya está hecho, Jejeje.

Controlar esas emociones explosivas, es como una prueba de fuerza de voluntad, porque sobran momentos, circunstancias o situaciones que nos pueden provocar ese lado terrible que no queremos que asomar, no hace falta. Más que todo con las experiencias, he aprendido a dominar o controlar todo esto que me puede perturbar. Antes, cuando ésto estaba fuera de mi control, notaba lo mal que me sentía después, como si me faltará el aire, esa rabia que no podía controlar me afectaba física y emocionalmente, ahora siguen pasando cosas, pero las manejo de otra manera, incluso me aparto por unos minutos y después las asumo.

La cuestión es regular esa manera de ser que al final no aportará nada bueno. Eso no es desahogarse es maltratarse. Las injusticias nos pueden colocar a la defensiva, en el caso de que nos afecten a nivel personal o a otros que defendemos con la vida, como a la familia, los hijos, sin embargo todo tiene una forma más salomonica de resolverse, las experiencias, el auto control, aceptar, respirar, todos esos elementos han cultivado esa paz que mantengo ante los efectos de los tragos amargos.

It's not overnight that we can control the expression of those emotions that make us feel out of place; it's more like an act of justice toward our own being, considering that it's our emotional health that suffers when we give in to situations that make us feel so uncomfortable that we can't help but let them know.

I believe that everything will depend on that self-examination we need to do to realize that we gain nothing by showing feelings contrary to our peace. I remember a few situations.

I've generally been known for expressing what I feel, perhaps without much filtering. The thing is, there are situations that try to shake us out of our peace of mind, it provokes, oh my God... The fact is, when the country's situation was at its most difficult in my opinion, there were those third parties who kept telling me that I had to leave the country to seek better opportunities, that we were doing badly, that we couldn't live on what I earned at work, in short, so many things that tested my patience.

I've never been one to stay quiet, I really haven't. I inherited that from my mother, hehe, but given the stress I was under at the time due to the situation itself, I didn't want to engage in pointless arguments that ultimately wouldn't change anything. I took many deep breaths to avoid responding; it's even the most common thing I do before blurting out an insult.

Another of my experiences has come since I became a mother, and my patience is even more tested. I only have one daughter, and despite everything I have to do within my work routine, at home, with my master's degree, and so on, I remain very attentive to what's happening with my daughter. I've found myself at the limits of my self-control on several occasions, because if someone messes with my daughter, it's as if they were messing with me. It really bothers me. And I don't think I'm a mother. The truth is, to avoid confrontations, I seek out mediators to reach an agreement before things get out of control. That somehow makes me react, to realize that everything has a solution.

It really affects me when people tell me what to do. I can't stand it, it's terrible. It irritates me, it puts me in a bad mood. My mom, at 41, still tells me what to do. I don't criticize her advice, or when I really miss something, but when it's something that's on track, and she or whoever knows I know, it drives me crazy. To avoid bad answers, I leave, I write, I clean up, whatever takes me to another stage.

Another of my experiences is also evident in my work. This year, I was transferred to the main campus of the university to continue my teaching role, in addition to starting administrative work. I like my teaching job, however, I'm still developing my administrative role. I only attend university twice a week for the entire day. These agreements were made with my program manager at the beginning. There is a record of this.

Every time my area manager shows up, which I almost never see, she asks me if I was on vacation so quickly, why hasn't she seen me? When she comments this with a certain irony, I jump up and down immediately, because on the days I attend university, she doesn't go, and if she doesn't check the attendance record, it's her business. So, I prefer to take a deep breath, go to the office bathroom, wash my face, and it calms me down.

Another situation that tests me is when I tell my daughter to do something and she doesn't do it the first time. It's repetitive. However, I continue to breathe deeply, because I understand that if I yell, or If I fight, or I vent aggressively, not only will I say terrible things, but I would also hurt myself. I'm not saying that I accumulate anger, but I focus on other things. At that moment, I leave the same place where she is, I go for a ride on my bike 🚲, that helps me come back calmly, of course what I told her to do is already done, hehe.

Controlling those explosive emotions is like a test of willpower, because there are too many moments, circumstances, or situations That can provoke that terrible side of us that we don't want to show, it's unnecessary. More than anything, through experience, I've learned to master or control everything that can upset me. Before, when this was out of my control, I noticed how bad I felt afterward, as if I were short of breath. That anger I couldn't control affected me physically and emotionally. Now things continue to happen, but I handle them differently. I even step away for a few minutes and then accept them.

The point is to regulate this way of being, which in the end won't bring anything good. That's not letting off steam, it's self-harm. Injustices can put us on the defensive, whether they affect us personally or others we defend with our lives, such as family and children. However, everything has a more Solomonic way of being resolved. Experiences, self-control, acceptance, breathing—all of these elements have cultivated the peace I maintain even when bitter experiences abound.