Por estos días me enteré que Mayo es un mes importante para salud mental, así que me gustaría reflexionar como los hombres nos hemos aislado emocionalmente a lo largo de la vida, a pesar de que necesitamos expresar nuestros sentimientos. ¿Cómo fue que terminamos así?
Pues bien, a riesgo de sonar obvio, la civilización humana es en realidad un reflejo de como funciona la mente humana. Siendo más específico me refiero a que en realidad, a nuestras mentes no les importa realmente nuestra felicidad sino el ordenar el caos, crear patrones predecibles que aseguren nuestra supervivencia. Vale la pena recordar que tenemos el mismo diseño cerebral que el de nuestros ancestros de hace 100.000 años, por lo que todavía está principalmente orientada a evitar riesgos a toda costa.
¿Qué tiene que ver eso con aprender a ser un hombre vulnerable?
Pues bien, si todo el tema de la estructura social y cultural del ser humano, no está orientada a su felicidad, sino a construir patrones que nos hagan seguir seguros tenemos: Los hombres hacen esto, las mujeres hacen esto. Y pobres de nosotros si no salimos de la media, porque eso equivale a ser raro, impredecible, incomprensible. Si sobresales, entonces la gente no sabe qué esperar de ti porque te saliste de la fila de dominoes, así que no saben qué es lo que harás cuando pasen diferentes circunstancias.
Un ejemplo que podríamos usar a este respecto son aquellas personas que infringen la ley. Pues bien, cuando nos asociamos con alguien, no lo hacemos esperando a que esa persona nos robe o nos traicione, sino esperando lo mejor. En el instante que sabemos que una persona es capaz de hacer daño, nos provoca un repeluz y nuestra mente se llena de un montón de posibilidades temibles.
¿Qué pasa por la mente de la sociedad cuando ven a un hombre vulnerable?
Pienso que todos podemos determinarlo con nuestra propia experiencia. Lo que hoy día se llama "patriarcado", o bien, la tradición del dominio físico del hombre sobre la mujer y por lo tanto de dictar las reglas, es tan antigua como nuestra aparición en este planeta con pocas excepciones. Se debe a que al no saber como rebasar nuestros instintos animales también servimos a la ley del más fuerte que impera en la naturaleza. No es sino hasta mucho después que aprendimos a valernos por nosotros mismos, superar nuestros depredadores, desarrollar la agricultura, construir ciudades y por último todo lo que vemos. Mucho le valía a un hombre ser capaz de hacer cosas que actualmente nos horrorizarían con facilidad por el bien de nuestra familia o nuestra tribu, porque de lo contrario, otros hombres también le harían lo mismo.
Hoy, el hombre ya no necesita estas habilidades, pero los años no pasan en vano. Algo ha quedado en la memoria de la civilización de que aún es muy necesario e incluso preferible. El problema es que precísamente trae a nuestro civilizado presente las intenciones de nuestro pasado violento. Un hombre emocionalmente anestesiado o muy alejado de sus emociones, tiene el potencial de ser precísamente todo lo que aqueja a nuestra sociedad: Violento, insensible, agresivo y capaz de muchos abusos.
Es verdad que tenemos una predisposición por nuestras hormonas insignia, la testosterona, que otrora servirían para demostrar nuestra superioridad entre pares como harían leones u elefantes, pero no tendrían que salirse de control si supieramos gestionar nuestras emociones.
Pues bien, en todo este asunto, ¿donde se supone que un hombre deba demostrar sus sentimientos? Se supone que toda su represión debía ser valiosa en batalla, porque precísamente ese es el efecto que ocasiona: Buscar maneras indirectas de dejar salir emociones acumuladas.
Desde luego no es en presencia de otros hombres, porque estos también considerarían su vulnerabilidad como un signo de debilidad. Más temprano que tarde, le dirían que tomara alcohol, o que jugara algún juego, o más bien que fuera al gym (Que tiene tintes de batalla).
Entonces, ¿quién se supone que sea la persona capacitada para escuchar a un hombre? Pues nadie más y nadie menos que su pareja. Muchas quejas se han visto de hombres que parecen buscar una segunda madre en sus parejas. Pues bien, es porque nuestras amadas madres son las únicas, generalmente, que se interesan por nuestras emociones cuando somos pequeños porque, nuestro padre tiene obligación de "hacernos hombres".
Recuerdo que cuando era más chico, aprendí a cocinarme la cena y el desayuno porque mis padres se habían divorciado. Como vivía con mi madre y mis hermanos, no había forma que ella fuera capaz de hacer todas las cosas a la vez. Un día, mi padre nos estaba visitando y me dispuse a hacerle huevos fritos. Con desdén, él consideró que eso me estaba haciendo homosexual. Pues bien, con los años, él aprendería a lavar platos también porque los tiempos estaban cambiando.
Siempre me es curioso notar que realmente siempre se me ha sido más fácil confiar en mujeres que en hombres. Desde luego, no solo porque ninguna mujer me ha robado a mano armada, sino porque si hablo de algo importante para mí tengo una seguridad residual a que mis emociones no serán menospreciadas del todo.
¿Cuál crees que es el resultado de todo esto, querido lector? Pues bien, que nuestras pobres parejas tengan que soportar hombres berrinchudos, porque solamente la ira es una emoción más aceptada entre hombres. A ellas les queda aguantar nuestros lamentos que se cuelan entre nuestros infinitos esfuerzos por reprimirlos por completo, y nos sorprendemos gratamente cuando no somos reprimidos o juzgados cuando eso pasa. Pocas cosas causan más dependencia que eso y es así como, por simplemente ser hombres, se nos condiciona.
Vale la pena pensar más sobre este tema, así que acompáñame en los post que vienen. ¡Te deseo buenas noches!
These days I found out that May is an important month for mental health, so I would like to reflect on how men have isolated themselves emotionally throughout life, even though we need to express our feelings. How did we end up like this?
Well, at the risk of sounding obvious, human civilization is actually a reflection of how the human mind works. Being more specific, I mean that in reality, our minds do not really care about our happiness but about ordering the chaos, creating predictable patterns that ensure our survival. It's worth remembering that we have the same brain design as our ancestors from 100,000 years ago, so it's still primarily geared toward avoiding risks at all costs.
What does that have to do with learning to be a vulnerable man?
Well, if the whole issue of the social and cultural structure of the human being is not oriented towards his happiness, but rather towards building patterns that keep us safe then we have: Men do this, women do this. And woe betide us if we don't break out of the average, because that means being strange, unpredictable, incomprehensible. If you stand out, then people don't know what to expect from you because you got out of the domino line, so they don't know what you will do when different circumstances happen.
An example we could use in this regard is those people who break the law. Well, when we associate with someone, we do not do so waiting for that person to steal from us or betray us, but rather hoping for the best. The moment we know that a person is capable of causing harm, we feel repelled and our minds are filled with a lot of fearful possibilities.
What goes through society's mind when they see a vulnerable man?
I think we can all determine it with our own experience. What today is called "patriarchy", or the tradition of physical dominance of men over women and therefore dictating the rules, is as old as our appearance on this planet with few exceptions. It is because failing to overcome our animal instincts we also serve the law of the fittest that prevails in nature, until long after we learned to fend for ourselves, overcome our predators, develop agriculture, build cities and finally everything we see. It was worth a lot for a man to be able to do things that today would easily horrify us for the sake of our family or our tribe, because otherwise other men would also do the same to him.
Today, man no longer needs these skills, but the years do not pass in vain. Something has remained in the memory of civilization that is still very necessary and even preferable. The problem is that it precisely brings to our civilized present the intentions of our violent past. An emotionally anesthetized man or very distant from his emotions has the potential to be precisely everything that ails our society: Violent, insensitive, aggressive and capable of many abuses.
It is true that we have a predisposition because of our flagship hormones, testosterone, which once served to demonstrate our superiority among peers like lions or elephants would do, but they would not have to get out of control if we knew how to manage our emotions.
Well, in this whole matter, where is a man supposed to show his feelings? All his repression was supposed to be valuable in battle, because that is precisely the effect it has: Searching for indirect ways to let out accumulated emotions.
It is certainly not in the presence of other men, because they would also consider his vulnerability as a sign of weakness. Sooner rather than later, they would tell him to drink alcohol, or to play a game, or rather to go to the gym (which has overtones of battle).
So who is supposed to be the person trained to listen to a man? Well, no one more and no one less than his partner. Many complaints have been seen about men who seem to look for a second mother in their partners. Well, it is because our beloved mothers are the only ones, generally, who are interested in our emotions when we are little because our father has the obligation to "make us men."
I remember when I was younger, I learned to cook dinner and breakfast for myself because my parents had divorced. Since I lived with my mother and siblings, there was no way she would be able to do all things at once. One day, my father was visiting us and I wanted to make him fried eggs. With disdain, he considered that this was making me homosexual. Well, over the years, he would come to wash dishes too because times were changing.
It's always curious to me to note that it has actually always been easier for me to trust women than men. Of course, not only because no woman has ever robbed me at gunpoint, but because if I talk about something important to me I have a residual security that my emotions will not be completely dismissed.
What do you think is the result of all this, dear reader? Well, our poor couples have to put up with men who tantrum, because only anger is a more accepted emotion among men. They are left to put up with our regrets that sneak in between our infinite efforts to repress them completely, and we are pleasantly surprised when we are not repressed or judged when that happens. This is how we are built to be dependant of our partners, placing an unfear weight on their shoulders as we rely on them to cope with our emotions instead of building emotional regulation ourselves.
It is worth thinking more about this topic, so join me in the posts to come. I wish you good night!