El mar y yo, entre la inmensidad y la costumbre [Esp - Eng]
Hay quien piensa que el mar es un asunto de poetas. Será por lo profundos, impredecibles, incomprendidos, locos... El mar es como un sortilegio que se traga el mundo de a poquitos.
Los poetas son tan raros que hay quien le teme al agua y esgrime todos sus libros sobre ello. Hay quien se pasa horas dibujando el horizonte, detrás de una gaviota (con los ojos, claro), imaginando un futuro menos distante.
Ven, bonito, volador, vengan amigos, escribo mientras pienso en la pasión del protagonista de El viejo y el mar. "Era un viejo que pescaba solo en un bote en la corriente del Golfo y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez” diría el gran Hemingway.
El mar es un asunto místico; ha inspirado canciones, leyendas, mitos... Y yo, que lo respeto en demasía, no sé cómo acercarme. Así que lo bordeo con palabras, tiro una red para atrapar insomnios, la caracola cómplice, el arrullo encantador de una sirena (quizás).
Tengo que confesar que no entiendo su lenguaje. Soy más de árboles, de tierra firme. El mar simula inmensidad, enigmas, cero cuentas claras, un puente hacia otros mundos, barcos que susurran callados, desde el fondo distante. El mar es una garganta profunda que se traga tesoros, cuerpos, almas perdidas. Una garganta para cambiar el destino, para sepultar relojes, para el asombro.
Aunque también es una grieta en la costumbre, y eso me gusta. Es cambiante, arrasador, y eso me encanta. Pero, sobre todo, es el grito de ¡Cuidado, tiene vida! Por sus olas navegan viajes milenarios, historias de piratas y desaparecidos, de monstruos gigantescos, de adioces y oportunidades... No creo que sea un asunto de poetas, más bien es un asunto de personas. Las personas que se van a nadar sobre su piel de agua, contaminando sus esencias, absorbiendo sus verdades sin saberlo. Y luego salen vitalicios, con el aroma agridulce de la recuperación.
Allí canta la espuma su galope, despeña en el coral cierto cansancio, acaricia siluetas disfrazadas de verano, tantas locuras.
Si fuera como el mar sería invencible. Será por eso que nos gusta robarnos de a poquito sus entrañas.
El mar y yo jugando a ser distintos entre la inmensidad y la costumbre. Yo juego que entiendo las voces de alguna caracola. Él juega a sumergirse entre mis ojos. Le temo, me asusta, me intriga y me encanta. Fascinación rarísima la mía.
Yo no le importo al mar, pero no me importa. Hay amores extraños como idiomas y seres. Lo que le pasa al mar ya no es su culpa; ha escuchado demasiados cantos, demasiados versos, demasiados rostros. Quizás por eso ha perdido la fe, y nos mira cerquita pero también distante. O será simplemente que no quiere ser descubierto. Pero..., ¿qué oculta el mar? ? Qué tanto oculta?
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English
The sea and I, between immensity and custom [Esp - Eng]
There are those who think that the sea is a matter for poets. It will be because of the deep, unpredictable, misunderstood, crazy... The sea is like a sorcery that swallows the world in small quantities.
Poets are so rare that some people fear water and use all their books about it. There are those who spend hours drawing the horizon, behind a gull (with eyes, of course), imagining a less distant future.
Come, pretty, flying, come friends, I write while thinking about the passion of the protagonist of El viejo y el mar. "It was an old man who fished alone in a boat in the Gulf Stream and had not caught a fish for eighty-four days" said the great Hemingway.
The sea is a mystical matter; it has inspired songs, legends, myths... And I, who respect it too much, do not know how to approach. So I surround it with words, throw a net to catch insomnia, the concomplicating conch, the charming lullaby of a mermaid (perhaps).
I have to confess that I don’t understand their language. I’m more of trees, of dry land. The sea simulates immensity, enigmas, zero clear beads, a bridge to other worlds, ships that whisper silent, from the distant bottom. The sea is a deep throat that swallows treasures, bodies, lost souls. A throat to change fate, to bury clocks, to wonder.
Although it is also a crack in the habit, and I like that. It is changing, sweeping, and I love that. But above all, it is the cry of Beware, it has life! For its waves sail millenary trips, stories of pirates and disappeared, of gigantic monsters, dd adioces and opportunities... I do not think it is a matter of poets, rather it is a matter of people. People who go swimming on their water skin, contaminating their essences, absorbing their truths without knowing. And then they come out for life, with the bittersweet aroma of recovery.
There the foam sings its gallop, a certain weariness glides in the coral, it caresses silhouettes disguised as summer, so many follies.
If it were like the sea, it would be invincible. That’s why we like to steal its entrails.
The sea and I playing to be different between immensity and custom. I play that I understand the voices of some conch. He plays with diving between my eyes. I fear him, I’m scared, I’m intrigued and I love it. Rare fascination mine.
. But..., what does the sea hide? ? How much?
This post has been written and documented by me, does not contain AI. The photos used are my property
I do not care for the sea, but I do not care. There are strange loves like languages and beings. What happens to the sea is no longer his fault; he has heard too many songs, too many verses, too many faces. Perhaps that is why he has lost faith, and looks at us close but also distant. Or it will be simply that he does not want to be discovered. But..., what does the sea hide? ? How much?
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