Miss Shaughnessy II [ENG/ESP]

Me puse un hermoso abrigo color café y bajé a la recepción del hotel, para entonces, la noche había llegado y yo tenía previsto asistir al funeral de mi querido Thomas. Había traído en mi valija una cantidad ridícula de ropa de luto, pero a última hora me decanté por un vestido blanco, que años atrás él mismo me había obsequiado.

Otra vez el sherrif Brown iba a por mí y de hecho me agradaba su presencia, aunque Thomas siempre me decía que Roberth estaba enamorado de mí, nunca noté ningún tipo de interés de su parte. Ahora éramos dos divorciados y mi amigo yacía en un ataúd, desde donde estaba segura, imploraba por justicia.

Sabía muy bien que Margareth estaría en el servicio fúnebre, pero no sabía cómo iba a increparla. Necesitaba su confesión, aunque fuera por mera investigación. Roberth me había pedido que no me inmiscuyera en la investigación policial, pero le di mi palabra que nada me pondría en peligro, lo único que quería hacer era esclarecer los hechos.

Al llegar, vislumbre el ataúd y un montón de gente acompañaba el féretro. Fingí complacerme, pero sabía muy bien que los velorios se hacían para satisfacer el morbo público y para acrecentar el dolor de los seres queridos, si hubiera sido una decisión mía, seguramente le habría ahorrado ese espectáculo a la gente.

Margareth lucia inconsolable, tanto que algo dentro de mí se conmovió y por un momento tuve dudas de continuar, pero sabía muy bien que Thomas no se suicidaría. Aunque nunca me confesó nada, era claro que estaba sufriendo un estrés muy grande en los últimos días de su vida. Todavía no llegaba a tener hijos, su esposa era muy joven y él apenas pisaba los 30.

—Margareth siento mucho lo que ha pasado, querida—dije mientras estrechaba un abrazo a su alrededor.

—Gracias, por venir Sammy. Sé, cuánto te quería Thomas, hubiera sido feliz de verte una última vez… pero, me alegra que pudieras venir.

—No podía dejar de despedirme de mi Thomas, mi querido Thomas, —era una mujer bastante dura, ni siquiera el divorcio me había conmovido tanto como el trágico final de mi amigo — odio decirte esto, pero no concibo la idea de él se haya suicidado… discúlpame, pero es que no lo entiendo.

—Yo tampoco lo creo, —Margareth, parecía extrañamente sospechosa como si algo la estuviera atormentando — necesito hablar contigo, pero no quiero que sea aquí.

—Podemos hablar en el salón contiguo. No quiera perder ni un minuto.

Ambas salimos a una sala cercana, desde ese punto me pude dar cuenta que Roberth nos seguía con la mirada, por lo que alcancé a lanzarle una mirada socarrona y a pedirle tiempo con mis manos. La sala contigua tenía un aspecto lúgubre, justo al pasar notaba como el ambiente cambiaba a ser mucho más pesado.

—Thomas tuvo un affaire, —aquella confesión me tomó desprevenida— la noche antes de su muerte había salido a casa de mis padres, pero olvidé mi sombrilla y sabía que llovería. Así que di paso atrás y noté que una mujer entraba a la casa tomada del brazo de mi marido. Me sentí traicionada, pero fui astuta y me metí a hurtadillas por la cocina.

—¿Cómo que un affaire?, eso es imposible, Thomas te adoraba.

—Yo también lo creía así, pero estaba claro que algo le preocupaba a sobremanera y Dios sabe, que nunca quise presionarlo. A pesar de todas las dificultades me mantuve fiel a su lado, pero la razón de todos sus ataques de pánico y paranoia tenían nombre y apellido: Caroline Wilson.

—¿Caroline Wilson? —farfullé mientras ingería un café bastante caliente.

—Ella misma. Conoció a Thomas en el College y desde entonces vivieron un tórrido romance. La escuché mientras le increpaba a Thomas su falta de agallas, le exigía fervientemente que se divorciara y se separara de mí. Pude verla mientras preparaba un té tranquilamente y le profería palabras de odio y amor a mi marido.

—Pero, entonces, esa era la razón por la cual Thomas la estaba pasando tan mal. Si ella hablaba, no solo se acaba su matrimonio, sino su carrera.

—No nada más eso, Caroline le amenazaba con acusarlo de violación. Quise entrar a la sala y golpearla tan fuerte como pudiera, pero decidí mantener mi compostura. Fue así como logré escuchar los detalles sórdidos de sus encuentros, que para mi tranquilidad, ocurrieron todos en un establo fuera de la ciudad. Ella tomaba una actitud cínica, aunque Thomas le repitiera hasta el hartazgo que su padre nunca permitiría que se casara con un divorciado, ella no escuchaba razones.

—Esta mañana he visto a Ernest Wilson en la comisaria. Según, estaba por allí averiguando por el caso de Thomas, le he visto con una niñata.

—Es probable que haya sido la misma Caroline— Reflexiono Margareth.

—Sin embargo, me temo que aún me quedan muchas más interrogantes Margareth, —intenté matizar mis preguntas, pero siempre me ha ganado la imprudencia— Lo primero que quiero saber es el por qué no le has dicho a la policía sobre este encuentro entre Caroline y Thomas y segundo, ¿por qué has tardado tanto en llamar a emergencias?

—Sencillo, cuando me di cuenta de que Thomas me había engañado, esperé tranquilamente hasta que esa piruja se hubo marchado. Luego le enfrente y aunque sentí lástima por él, decidí marcharme a casa de mi madre, aunque él me rogó que no le dejara, —Margareth comenzó a sollozar amargamente, mientras cubría su rostro con las manos—tal vez si no me hubiera ido él seguiría con nosotros.

—No es tu culpa, al menos eso quiero creer, pero tu manera de proceder estará plagada de dudas si se descubre que la muerte de Thomas no fue un suicidio, sino un asesinato…

—Hay una sola razón por la cual he omitido el encuentro de Thomas con Caroline: no quiero someterme al escarnio público, ni tampoco a Thomas, a pesar de su desliz, —Margareth parecía sincera, aquellos eran años difíciles para ser mujer— por eso te lo he confesado para que me orientes.

—Querida, si esa mujer tuvo algo que ver con la muerte de Thomas, la voy a refundir en la cárcel y cuando eso suceda, no vas a tener que preocuparte por el escarnio público. Pero, debes confiar en mí y hacer cuanto te pido. No voy a salir de este pueblo hasta que se haga justicia.