E S P A Ñ O L

EL NIÑO

Mi hermano y yo fuimos testigos de un suceso bastante particular. Éramos unos niños en aquel entonces, yo recuerdo mejor las cosas ya que siempre fui atento a los detalles. Nuestros abuelos eran personas herméticas, que preferían el silencio de la naturaleza al ruido de la ciudad.

Una vez por mes los íbamos a visitar, mi padre poseía esa conexión con la naturaleza más vigorosa que mi madre. Nos hablaba de plantas y árboles, de minerales y riachuelos, todos cercanos a la profundidad del bosque donde mis abuelos decidieron vivir.

Parecía un guía de campo que nuestro propio padre, mirando a su alrededor mientras conducía por la carretera.

—¿Quieres ponerle más atención al camino? —Profirió mi madre en tono molesto—. Hay muchos agujeros por esta carretera y acabo de dormir a la bebé—. Refiriéndose a mi hermana, quien era muy pequeña como para recordar estas experiencias.

—Lo siento —respondió mi padre—, es que me emociono bastante al venir aquí. ¡Oigan chicos! ¿Están tan emocionados como yo?

Mi hermano y yo solo sonreímos mientras admirábamos el paisaje por la ventana del auto. Finalmente entramos por la ruta que nos llevaba a casa de nuestros abuelos. Pensaba en abrazar a mi abuela y probar su torta de naranjas, la cual he estado esperando desde nuestra última visita.

Al vislumbrar la cabaña a lo lejos y cruzar el pequeño riachuelo, tanto mi hermano como yo sentimos una briosa emoción, sin embargo, rápida y repentinamente, nos embargó una sensación de angustia, al notar que algo raro estaba pasando.

La puerta de entrada estaba abierta, mi padre estacionó el auto y se dirigió a la cabaña para averiguar. Después de haber entrado, nos quedamos en suspenso por unos minutos, hasta que él finalmente salió con los ojos desorbitados y el rostro pálido.

—¡Niños, bajen del auto ahora! —Ordenó mi madre y mi hermano y yo obedecimos.

—¿Qué sucede? —Le pregunté—. Ella se quedó helada por unos segundos mirando fijamente a mi padre, quien también estaba petrificado.

—Algo malo les sucedió a tus abuelos—. Dijo, y mi cuerpo empezó a estremecerse. —No se preocupen hijos, los vamos a encontrar.

Mi hermano estaba tan boquiabierto como yo, mientras mi madre se dirigía a mi padre y le daba un abrazo de consuelo, luego ambos entraron a la cabaña y nos hicieron señas para que entráramos.

Estábamos muy confundidos, pero al entrar a la cabaña sentimos un inmenso pavor. Todo era un desastre, era como si se hubiese librado una pelea fuerte allí. Mi padre miraba hacia el horizonte de la puerta de atrás y susurró palabras que no pude percibir.

—¿Los abuelos van a estar bien? —Pregunté, ya no aguantaba la ansiedad.

—¡Claro que sí, hijos! No se preocupen, vamos a buscarlos. Así que quédense aquí y cuiden de su hermanita.

Y sin decir más palabras se fueron. Se adentraron en el bosque a pasos agigantados, quizás pensando en lo peor. Mi hermano, que menos comprendía lo que pasaba, me hacía preguntas que yo no le podía responder, solo le decía que guardara la calma; que nuestros padres iban a aparecer pronto.

Pasaron las horas y aun estábamos allí; solos y desorientados. La bebé despertó y comenzó a llorar, así que traté de calmarla. Cuando estuve a punto de lograrlo, un ruido proveniente de afuera de la cabaña me alertó. Pensé que eran mis padres, así que me asomé para buscarlos, pero a quien vi, no era alguien conocido.

Eran dos personas, un hombre y una mujer. Ambos jóvenes, con una vestimenta muy extraña. Vestían de negro y las expresiones de sus rostros eran muy serias. Di unos pasos hacia atrás y me volví a reunir con mis hermanos.

Los extraños no decían nada, simplemente se acercaban a nosotros. Tomé la mano de mi hermano y lo rodeé con mi brazo. Les preguntaba cosas y ellos no respondían, su silencio y actitudes hacían que me espantara más.

Repentinamente por la puerta, apareció mi padre y golpeó a uno de los extraños en la cabeza. La bebé comenzó a llorar por el estruendoso ruido. Luego vino mi madre y apuntó a la mujer con un arma; mis abuelos finalmente habían aparecido.

—¡Quieta! —Exclamó mi madre— ¡Será mejor que vuelvan al bucle o ya verán! —El extraño, a causa del golpe en la cabeza, se tambaleaba, pero era atajado por su compañera. Ambos se metieron por la puerta del closet y se quedaron allí por un buen rato.

Mi madre se acercó y abrió la puerta de nuevo, percatándonos todos que ya no estaban.

—Bien—. Dijo mi papá únicamente

—Pero, ¿qué acaba de pasar? ¿Quiénes eran esas personas? —Interrogué, pues estaba más confundido todavía.

—Tranquilo, hijos, lo que acaban de ver lo olvidarán después—. Explicó mamá. Efectivamente así fue, horas después de lo sucedido, comenzamos a calmarnos y a olvidar.

¿Qué como recuerdo ese día? Curiosamente en un sueño, estimulado por ese recuerdo, volví a ver a mi hermano como un niño. Junto a él estaba aquella mujer extraña que nos quería hacer daño, luego apareció al otro lado, los tres parecían posar para una fotografía.

FIN

Escrito por @universoperdido. 17 de Agosto del 2022