Caramelos de miel, torta de amapolas, quesillos de chocolate, firmamento de algodón, nebulosas de papelón, toreritas de manzanilla, donas galácticas...
La vida deliciosa, la comida de los dioses, transparente y multicolor, imperecedera y cuántica, simple y estrafalaria, capaz de mover lo estático, mientras concentra lo constante, duplicando la noche y el día, entre lo nublado y espaciado, combinando las flores con las tormentas eléctricas, dándoles el brillo que nunca pudieron alcanzar.
Jamás se conseguirá su concordancia, simplemente te toca vivir, entendiendo que habrán cosas que jamás podrás controlar, causando que dispongamos de aquellas que nos pertenecen, abocando la sencillez del destino, incorporando caminatas improvisadas, dirigiendo la armonía hacia el apetitoso futuro del cuál siempre seremos sorprendidos.
Catalinas del sur, estrellas de suspiros, galletas celestiales, carteras de frambuesas, gelatinas planetarias, gomitas de fuego, mares de sangría, explosiones de mora azules...
Vida deliciosa