Soledad que hoy desespera,
esa que en la ironía me acompaña,
dejando en evidencia las fantasías,
de los que prometen estar y ni tratan,
Soledad que siento en mi pecho,
cuando de pensar tanto se trata,
acabándose las emociones en el día,
cuando el anochecer al sol se le escapa,
Soledad que siento en mi cabeza,
porque mis frustraciones quedan silentes,
desahogar no es una opción que valdría,
por nadar entre amistades indolentes,
Soledad que siento en mi alma,
cuando la oscuridad se apodera,
sabiendo que calma jamás hallaría,
sino una profunda gran tristeza verdadera.
Soledad, en hecho, en piel, en vida.
La soledad muchas veces es más un tema de sentimientos y pensamientos que de sensaciones físicas, sin embargo, en cualquiera de sus formas o presentaciones sigue siendo mortal para el aspecto más importante del ser humano: la interacción.
Este poema nace a raíz de una abrumadora carga de soledad que abunda entre lo más recóndito de mi ser, buscando ser una manera de desahogo, de catarsis o de alivio al espíritu al dejar plasmado lo que muchas veces no me atrevo a decir a plena luz del día.
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Primera Imágen (Portada): Photo by Anthony Intraversato on Unsplash
Segunda Imágen: Photo by Stefan Spassov on Unsplash
Tercera Imágen: Photo by Sasha Freemind on Unsplash
