
Pero aquí estaba, encaramada en una lancha, después de haber pasado por las miradas incrédula de los pescadores, los cuales tenía grabados en sus caras "Ah caray!, ¿y los médicos se van a pescar?" Pues si, lo sus médicos se van a pescar contra todo pronóstico, y así acompañada por mi familia adoptiva de Chuao, rumbo a la hermosa Bahía de Paraulata, creí conocer lo mejor de mis costas, pero ese día me di cuenta que faltaba mucho por recorrer. No se conoce como destino turístico, sin embargo, no tiene nada que envidiarle a sus costas vecinas. Se traba de un agua cristalina protegida por sus imponentes formaciones rocosas, esas montañas eran la razón por la cual lo hacían un lugar perfecto para la pesca.

Es allí cuando aprendemos que lo idóneo para la pesca no es solo ir al mar abierto y echar sus "redes", sino más bien, la orilla de una montaña es el sitio ideal para esto. Aunque no tuvimos la oportunidad de observar como se colocaron las redes en esa ocasión se nos explico que las redes se colocaban a favor de la corriente, asegurando uno de sus extremos a la montaña y el otro dejandolo asegurado entre una boyas flotantes, a lo que ellos nombran como manga una vez a sido colocada.

Después de una rato de ver ir y venir las lanchas para revisar la "manga", me atreví de acompañarlos, con un solo objetivo, nadar dentro de la manga, después de ver cómo el buzo se lanzarse sin ninguna preocupación a ella. No lo pensé dos veces, ni me importo usar un snorkel, me lance en la manga y la primera sensación es el vacío absoluto que te inunda el cuerpo, la costumbre de llegar al fondo y tocarlos para tener seguridad en este caso no existe, la gran fuerza con la que la corriente te lleva es impresionante, el esfuerzo que pones solamente para mantenerte a flote me hizo sentir viva, con confianza me aleje de la lancha, después de alejarme unos cuatro metros de esta los pescadores preocupados por mi inexperiencia comenzaron a gritarme para que me acercara y solo allí me percate de la distancia que tenía entre ahogarme y la seguridad, no mentira si entre en pánico, pero me estaba luciendo, nadando con mucha calma regrese a la lancha, allí me entregaron un snorkel y buzo me explica cómo debo hacer para lograr visualizar los pescados que ya se encontraban dentro de la manga, al primer intento solo puede ver a lo lejos manchas, pero después de entender que tenía que sumergirme a una profundidad al que no estaba preparada me freno en seco, no pude avanzar más, así que me confirme con lo poco que pude ver.
Lo gracioso fue el tener que subir a la lancha, no poseía la fuerza necesaria en los brazos para poder subirme, así que después de un par de gritos y un "es que te tienes que impulsar", tuvieron que subirme tal cual como se sube un saco de arena, muy cansada y algo golpeada por el fuerte jalón, acosté a tomar aire en los bancos de la lancha, orgullosa de mi misma de ser la única que se había atrevido a nadar dentro de la manga.

Después de una experiencia con la muerte, nos acercamos a explorar el área rocosa del lugar, acompañados de nuestra prima nos enseñó lo bello que era el lugar y aprendimos dos cosas, la primera que no estamos al nivel para escalar y segundo, que necesitábamos ejercicio, o al menos yo (LOL). La prima comenzó a subir sin ningún problema descalza esquivando rocas y nosotros simplemente tratando de seguirle el paso.

Oculto entre las piedras se encontraban varios animales entre los cuales se podían apreciar erizos de mar, entre negros y rojos escondidos dejándose tapar con la corriente del mar.

Regresando de la caminata, con el cansancio en el cuerpo, por fin pudimos apreciar la vida de un pescador, irónicamente estaban acostados tanto en la arena con en hamacas, regados por toda la orilla de la costa, era el momento de esperar, pocos de ellos iban regularmente a comprobar la manga. Después de un rato encontré un lugar cómodo entre la arena en dónde imite lo aprendido, era el momento de dormir y yo no me iba a negar (LOL).

Aunque ese día finalizó sin ningúna productiva pesca, aprendimos una cuantas cosas aparte de divertirnos como nunca. Las nuevas experiencias muchas veces no son malas, y con buena compañía siempre es mucho mejor.
