Feliz y bendecido día amigos y amigas, ¿Cómo están?
Hoy quiero narrarles mi historia con respecto al crecimiento y desarrollo, puede que no suene muy interesante, pero fue una verdadera tortura para mi familia y principalmente para mí, y a continuación les mostraré por qué.
Siempre fui un niño muy normal, aunque no siempre me gustó interactuar con las personas.
Y fue mucha mi emoción cuando pasé al liceo (educación secundaria), ya que cambiaría el color de mi uniforme.
Con el pasar del tiempo escuchaba los comentarios de mis amigos con respecto a su desarrollo, y yo solo podía esperar mientras me pasaba a mí.
Lo cierto es que mis amigos ya parecían hombre, y yo era un niño.
Hasta una vez, recuerdo que un familiar cercano estaba hablando a mis espaldas que yo debía tener alguna condición porque parecía de 8 años teniendo 14.
Eso y los comentarios externos de muchas personas me fueron deprimiendo, ya que tenían razón, era un adolescente en cuerpo de niño.
Mis padres viendo la situación decidieron llevarme a un endocrinólogo (Doctor de las enfermedades con respecto a las hormonas).
Bueno, el resultado del doctor luego hacerme el chequeo correspondiente, determinó que tenía una deficiencia de hormonas de crecimiento.
Ojo aquí. Yo tenía 14 años y media 1,50.
Era septiembre y yo iba a cumplir 15 años en octubre, y la cosa era que para conseguir las hormonas de manera “fácil”, debía ser antes de cumplir 15.
Lo cierto es que el tratamiento era realmente costoso, y para completar traería efectos secundarios, como problemas con la tiroides y del corazón, así que era un riesgo contra reloj.
Pero yo sabía que no había dinero para eso y además que era un riesgo (aunque el doctor lo puso lo más bonito posible) por lo tanto decidimos no comprar las hormonas.
Así que con resignación cumplí mis 15 años.
Estaba en 4to año de secundaria. Mis compañeros eran adultos y yo… bueno, ya saben.
Pero algo cambió.
Cuando cumplí 16, mis zapatos no me quedaban, mis camisas no quedaban bien.
Y a esa edad por fin cambié mi último diente de leche.
Lo cierto es que gracias a Dios se dio mi desarrollo. Era solo cuestión de tiempo, lo que pasa es que uno quiere todo al momento y no es así.
Actualmente tengo 18 años y mido 1,70 (creo), y mi crecimiento continúa.
Las cargas psicológicas se fueron y vivo el día a día sin afanarme en mi físico, ya que no se si hoy mi vida va a terminar.
La apariencia no determina lo que una persona pueda llegar a realizar. Las personas con discapacidades disfrutan más de la vida que una persona “sana” porque ellos saben cuánto cuesta estar vivo.
Lo cierto es que Dios ha sido mi ayuda. Respeto la religión de cada quien, pero creo que todas las personas necesitan creer en algo para que su fe se produzca con más corazón.
Bueno, esa es mi historia personal de hoy.
Quiero pedirles por favor, que no se burlen de personas por su apariencia, por el contrario pensemos que todos somos imperfectos, y si tienes alguna cosa física que no te agrade, te recomiendo que trabajes mas en tu personalidad, ya que ésta influye mas que una cara bonita.
Realmente estoy muy agradecido con ustedes por su tiempo invertido en este post, de todo corazón muchísimas gracias.
Y sin más nada que decir…
HASTA LA PRÓXIMA.